La Aldea Antigua, La Aldea y el Mundo

Alquimia

Por Martín Cabanes

El plomo en oro. Santos remedios. Trabajarse y hallar el Universo. ¿Arte, ciencia o locura? La ardua búsqueda de la realización del ser y comprender la naturaleza esotérica de las cosas en una disciplina mítica cuyas raíces se pierden en el tiempo

Piedra de la perfecta salud

Antes del Renacimiento, período con el foco puesto en el hombre y ya no sólo en Dios, los alquimistas ya podían considerarse hombre de ciencia y soluciones prácticas, o descabelladas.

Quizás la razón de ser más conocida de la Alquimia es aquella de la transmutación de los metales, más en concreto, el de metales innobles a oro. A esta búsqueda se le llamó Opus Magnum o “Gran Obra”.

Los hijos de la Alquimia eran también copistas y publicaban sus trabajos producto de incansables investigaciones en ciertos círculos y normalmente bajo seudónimos. Se habla de orígenes milenarios, hasta de las grandes civilizaciones de la antigüedad como la egipcia o la babilónica, Grecia clásica o China feudal.

La palabra “Alquimia” procede del árabe Al-kimia o Química. Una de las primeras caras visibles es JabirIbn Hayyan, latinizado como Geber, sabio islámico que vivió entre los siglos VIII y IX y a quien se le atribuye el título, en debate, de padre de la química.

El estudio de la materia y su clasificación en mineral, animal y vegetal; la introducción de propiedades intrínsecas a las distintas sustancias como la calidez, humedad o aridez, la posibilidad de reproducir artificialmente muchos fenómenos y materiales naturales fue parte de su trabajo.

Cerca de 1000 manuscritos sobre filosofía y alquimia serían obra suya bajo la premisa de que el Islam exhorta a sus creyentes a estudiar la naturaleza y hacer uso de la razón dada por Allah.

Los grandes avances científicos, especialmente en Medio Oriente, y de manera particular en medicina, fueron un resurgir de la esplendorosa Alejandría. Estas investigaciones llevaron al interrogante: “¿y si se encontrara la fórmula para no enfermar nunca más?”.

El concepto de esta disciplina, de unir pensamiento científico y filosófico, aparece descrito por primera vez en el siglo III a.C. de la mano de Bolos de Mendes, un pensador de Egipto perteneciente a la escuela neopitagórica.

La piedra filosofal, que no necesariamente era una roca, sino una sustancia indeterminada, tenía la capacidad de elixir, otorgando salud perfecta e incluso la inmortalidad.

John Dee realizando un experimento ante la reina Isabel I, por Henry Gillard Glindoni.

Su efecto purificador actuaría también sobre los organismos vivos, preservando su salud y prolongando su vida. Una atribución en particular se convirtió en la principal búsqueda en los siglos subsiguientes a la Edad de Oro islámica cuando llega a Europa: la de transformar metales básicos en nobles como el oro o la plata. Puntapié de enconadas búsquedas centrales a prueba y error, bajo el más estricto secretismo.

No todo lo que brilla es oro… o, ¿sí?

Poco más que su nombre, y su oficio como aprendiz de vidriero son los detalles que se conocen de Hennig Brad. Es probable que en estos talleres de Hamburgo aprendiera las habilidades básicas de la alquimia.

Su obsesión por encontrar la piedra filosofal le generó grandes pérdidas económicas. Al casarse nuevamente, esta vez con una mujer acomodada, Margaretha, sus recursos financieros le permitieron continuar con su oficio como alquimista.

Este buscador, tomando contacto con viejos manuales alquímicos, comenzó a hervir orina una noche de 1669. Llegó a acumular más de 50 cubos de orina intentando todas las mezclas posibles hasta conseguir que los sedimentos se pusieran al rojo vivo.

Pronto descubrió unos gases que se emanaban y los recogió en una jarra. El agotado alquimista apagó las luces dispuesto a retirarse a descansar y para su sorpresa notó que el residuo depositado comenzó a brillar por sí mismo. Había descubierto el fósforo.  

Tú eres tu mejor tesoro

Las investigaciones y reinterpretaciones modernas respecto a la Alquimia, dejan entrever en su aspecto filosófico una transmutación no necesariamente metálica sino la transformación interna, donde el taller es el propio estado del trabajador. Su doctrina se fundamentaba en que el universo se compone de cuatro elementos: tierraairefuego y agua, y con la equilibrada preparación se podía hallar un quinto elemento, la potencia de los cuatro en su máxima exaltación y equilibrio.

Fuentes: Jorge Schmuker 

Gonzalo Ruiz: “La alquimia en búsqueda de la piedra filosofal”.