La Aldea y el Mundo, San Luis

De la simultánea al hándicap

Por Claudia Amura

¿Puede en ajedrez un aficionado vencer al maestro? ¡Desde luego que sí! Y al respecto viene a mi memoria una anécdota acontecida durante un abierto del Gran Prix realizado en la Ciudad de Buenos Aires hace más de 30 años, que seguramente el lector disfrutará.

En una de las primeras mesas el Gran Maestro chileno, Roberto Cifuentes por entonces habitué de los abiertos argentinos, se enfrentaba a un ajedrecista que en diferencia de ranking distaba al menos unos 300 puntos por debajo, lo que podemos traducir como una diferencia de 4 categorías.

Benjamín Altamirano era por entonces un perfecto desconocido, no obstante venía desempeñándose muy bien en el torneo, con un juego sólido que complicaba especialmente a los rivales más fuertes.

En un momento de la partida observo que Altamirano ofrece tablas considerando su mejor posición en el tablero con ventaja de espacio y buena actividad de piezas.

El maestro Cifuentes, con una forma muy particular de sentarse: “A lo maestro”, lo miró despectivamente y le dijo luego de pensar unos minutos: “Te voy a decir dos cosas: la primera que  voy a seguir jugando, y la segunda… Que un jugador inferior no debe ofrecerle tablas a un maestro”…

Desde luego la respuesta cayó como bomba y estaba claro que psicológicamente podía hacer mella en el rival. La apreciación del maestro Cifuentes puede ser válida, aunque todos tienen derecho de ofrecer tablas o empate, en cualquier momento de la partida desde luego con respeto.

“Los jugadores de ajedrez”, por Caravaggio. 1610

Reglamentariamente no está permitido ofrecer continuamente tablas, incluso cada vez que hacemos la propuesta -o nos la hacen- debemos  marcar en la planilla  el signo = para que haya un registro de lo acontecido.

Volviendo a la partida, Altamirano, pensó unos  minutos y antes de hacer su movida con enorme seguridad replicó: “Agradezco su explicación, pero ahora vamos a ver quién de los dos es el maestro”… y un par de horas más tarde Cifuentes inclinaba su rey retirándose de la sala de juego del Club Argentino de Ajedrez con la frente marchita.

Desde luego no es usual ganarle a un ajedrecista muy fuerte cuando hay tanta brecha de nivel, pero sí es posible hacerlo en una simultáneas, cuando el maestro juega con varios aficionados a la vez, ya que en este tipo de eventos donde va de mesa en mesa con cierta rapidez, puede tener algún descuido o analizar superficialmente y allí es cuando cae el cóndor.

También se puede jugar con hándicap de tiempo, incluso hay una modalidad que se llama progresivo que es comenzar ambos con la misma cantidad de minutos -por ejemplo 5- y el que va ganando va restándose un minuto; así al cabo de 4 partidas el maestro posiblemente deba jugar con un minuto y el aficionado con 5 y quizás con ese tiempo tenga una oportunidad de al menos darle un susto.