De compadritos y guapos…(I)
Editorial
Señoras, señores, en la charla anterior, yo dije que la palabra “argentino”, que el declararse argentino, suscitaba en cualquier parte del mundo dos palabras, dos palabras que corresponden a un hombre y a una música: la palabra gaucho y la palabra tango. Se diría que esa asociación de ideas es universal; por lo menos, yo lo he comprobado así en diversas regiones de América y de Europa.
A primera vista se diría que esas dos palabras, gaucho y tango , no tienen nada en común. Yo creo, sin embargo, que hay una relación entre ellas, aunque el gaucho no bailó nunca el tango, y no lo conoció tampoco. Y de ello tenemos dos pruebas de las que Bacon llamaría negativas, y son dos estrofas, una de Ascasubi, que usa dos veces, si no me equivoco, en su obra la palabra compadrito, y lo define; pero no usa nunca la palabra tango, y parece haber ignorado también la palabra corte. Y la prueba, que es negativa, desde luego, está en una estrofa suya, en que describe un baile, que se supone ocurrir cerca de la bahía de Samborombón. Entonces, el poeta, después de haber hablado de uno de los personajes, un gaucho unitario, dice:
Sacó luego su parcera
la Juana Rosa a bailar
y entraron a menudear
media caña y caña entera.
¡Ah china! ¡Si la cadera
del cuerpo se le quebraba!
pues tanto lo mezquinaba
en cada dengue que hacía
que medio se le perdía
cuando Lucero le entraba.
(“A la salú del ejército entrerriano y correntino” de Paulino Lucero de Hilario Ascasubi)
Ahora, si Ascasubi hubiera conocido la palabra corte la hubiera usado ahí y no hubiera usado la palabra de marcado acento hispánico, dengue.
Esta reflexión es de una conferencia de Jorge Luis Borges, extraída de su libro “El tango”. Cuatro Conferencias. Publicado por Sudamericana. 2016