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Entre la megalomanía y la política internacional

Por Alejandro Olmos Gaona

Es difícil caracterizar adecuadamente los modos habituales del presidente Milei, que van desde la extravagancia al insulto hacia los opositores, pasando por una amplia gama de aspectos que hacen a su ruidosa personalidad, más propia de un animador mediático que de un jefe de Estado, que debe gobernar un país inmerso en una grave crisis, que parece acentuarse cada día que pasa, y sin un plan económico a la vista como lo vienen señalando distintos economistas. Pareciera que la inflación es lo único que desvela al Presidente, como si fuera el único aspecto que debe encarar la economía.
Es conocido que, con excepción de los temas económicos, nada le interesa a Milei: ni la cultura, ni la educación, ni la salud, ni todas aquellas cosas que debieran ser fundamentales para encarar la función del gobierno, pero eso no es algo que le preocupe, sino estar permanentemente en mostrando sus gestos, sus habituales groserías, descalificando a unos y a otros, y últimamente considerándose a sí mismo como uno de los hombres más importantes del mundo. Seguramente el verse en la tapa de la conocida revista norteamericana “Time”, le hizo creer en la trascendencia cada vez mayor de su fama, aunque si hubiera leído la nota, donde se ponen en evidencia sus falencias, y su poca capacidad para ejercer el gobierno, hubiera tratado de disimular lo contenido en esa publicación. Entre un anecdotario que se enriquece día a día con sus actitudes, han ocurrido algunas cosas de extrema gravedad en los últimos días como el conflicto que se suscitara con el gobierno español, que determinara el retiro sin tiempo de la embajadora en Buenos Aires. El comienzo de la zaga de este conflicto comenzó cuando un ministro español, expresó que Milei ingería “sustancias”, lo que fue exabrupto impropio de un funcionario hacia un presidente extranjero, pero fue el puntapié inicial para que este respondiera de manera habitual lo que culminaría durante su visita privada a España.
Aunque resultan ya conocidos sus insultos y descalificaciones a presidentes como Boric, Petro, Lula, Maduro y otros, nunca se había llegado al extremo de hacer imputaciones a la familia de un Jefe de Estado, como lo hizo recientemente con la esposa del presidente del Gobierno español a quien llamó corrupta, aconsejando al funcionario que se buscara un buen abogado, y reiterando cada vez más su agresivo lenguaje entre irónico y sarcástico para mostrar la superioridad que cree ejerce sobre la mayor parte de los dirigentes políticos de Europa y del continente.

NOTICIAS ARGENTINAS BAIRES MAYO 23: Tapa del ejemplar de junio de la revista norteamericana Time. Foto NA


Es la primera vez que un jefe de Estado de la Argentina se esfuerza por repartir insultos indiscriminados contra presidentes de otros países, pero nunca se había llegado tan lejos al meterse con la familia de uno de ellos, sin tomar además en cuenta que sus expresiones fueron pronunciadas mientras estaba en España, para entrevistarse con los líderes de la ultraderecha, a quienes reivindica permanentemente. A su ignorancia histórica sobre los lazos que unen a nuestro país con la madre patria, se suma el no tener conciencia. España es el segundo inversor externo después de EE.UU., que tenemos deudas con ese país por préstamos que nos hicieran. Pero nada de eso le importó, porque cada una de sus acciones está deliberadamente calculada para provocar conflictos, que lo llevan a estar de manera permanente en la agenda de los medios, y mientras su gestualidad sirve de permanente comentario, no se advierte la gravedad de la situación argentina. Como si esa permanente sobreactuación le permitiera que sus reiterados fracasos legislativos, la recesión que afecta la economía, el empobrecimiento cada vez mayor de la población, la licuación de jubilaciones y salarios, la caída de la actividad económica y el crecente desempleo no afectaran una imagen que él se encarga de sobrevalorar todo el tiempo.
Lo ocurrido con España, que determinó no solo la reacción del gobierno sino de los empresarios españoles y aun de la Unión Europea, es una muestra que poco la interesan las relaciones internacionales, a excepción de sus proclamados alineamientos con EE.UU. e Israel, no midiendo las consecuencias de actos que podrían afectar no solo los vínculos con países amigos, sino negociaciones económicas e intercambios comerciales, que resultan importantes para nuestro crecimiento. No se trata, como Milei lo hace habitualmente, de dictar cátedra sobre cuáles deben ser las políticas que se deben implementar en el mundo entero para terminar con el socialismo y exterminar a los “zurdos”, sino de tener buenas relaciones con todos aquellos países, como ha sido habitual en la política exterior de la Argentina, que jamás tuvo un presidente tan generador de conflictos, que no solo nos afectan, sino que ponen en ridículo a nuestro país.