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Al ritmo de las grandes orquestas típicas

Editorial

El tango es, sin duda, un símbolo de nuestra identidad nacional. Aunque con claro sesgo porteño. Con ascendencia rioplatense. Surgido en el siglo XIX en los barrios más populares de Buenos Aires, el tango reflejaba el sentir de los grupos de inmigrantes que habitaban allí. Fue, asimismo, un certero factor de cohesión para una población por demás diversa, que requería construir una identidad común para consolidarse como una verdadera Nación. Así lo define la academia, el tango fue pasión y reflejo de la vida.
Reconocido por la Unesco como patrimonio inmaterial de la humanidad, es parte de la cultura argentina, que trascendió fronteras y conquistó el mundo gracias a sus grandes artistas, en especial, a las orquestas típicas.
En las décadas previas a la “época de oro” del tango –que tuvo lugar aproximadamente entre 1940 y 1955— numerosas orquestas ejecutaban tangos, milongas y valsecitos. Estas formaciones, muchas veces nacidas como duetos y devenidas en cuartetos o quintetos, recibieron el nombre de “orquestas típicas”de parte del bandoneonista, director y compositor Vicente Greco, en 1911, ante la necesidad de diferenciarlas de otras, que interpretaban diferentes estilos musicales. Estas agrupaciones, que albergaron a grandes personalidades del género, presentaban una formación musical característica: piano, contrabajo, bandoneones y violines, junto con el o la cantante, sonaban al unísono, conforme lo requería el baile. Es importante aclarar que la voz era un instrumento más y se sometía inexorablemente al ritmo de la orquesta. Pues, originalmente, era este el espacio donde tocaba la orquesta. Posteriormente, durante la década de 1910, comenzaron a realizar grabaciones con el fin de difundir la industria discográfica. Las orquestas típicas de principios de siglo contaron con intérpretes de la talla de Ignacio Corsini, Agustín Magaldi, Tita Merello, Azucena Maizani, entre otros tantos y otras tantas.
En las décadas del cuarenta y cincuenta el tango cobra fuerza y conquista diferentes espacios y nuevos públicos: ya no solamente sonaba en los barrios, también se bailaba en locales nocturnos elegantes y en confiterías. En esta “época de oro” brillaron Juan D’Arienzo, el rey del compás, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, Homero Expósito, Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese y Alfredo De Angelis, solo por nombrar, sin rigor alguno, un racimo de grandes maestros y entrañables poetas, que dieron su nombre y su estilo a los grupos que integraron.

Orquesta típica de Julio de Caro (1899 – 1980). Fue un violinista, director de orquesta y compositor de tango argentino.