La Aldea y el Mundo, Notas Centrales

LA VENGANZA DE MOCTEZUMA

Agustina Bordigoni

El 29 de junio de 1520 moría uno de los personajes quizás más controvertidos de la historia mexicana. Moctezuma Xocoyotzin, conocido también como Moctezuma II y tlatoani (emperador) de los aztecas, contribuyó a la construcción de un gran imperio, el más grande de Mesoamérica. Pero, hay quienes sostienen también, podría haber sido la causa de su disolución y caída en manos de los españoles. Sea como sea y a pesar de su importancia en los acontecimientos que derivaron en el fin de la civilización azteca, Moctezuma no cuenta con ningún monumento en su nombre, más allá de todas las huellas con las que se fue reconstruyendo la historia.

Esa historia varía según quien la cuente. Mencionar todas las campanas podría acercarnos a la verdad, una que tal vez nunca sabremos: ¿entregó Moctezuma su imperio a Cortés o fue realmente engañado? ¿Murió Moctezuma en manos de sus propios súbditos, los aztecas, o fue asesinado por los extranjeros? ¿Dio Moctezuma la mano a Cortés en el encuentro que será recordado como la imagen de la confrontación, cara a cara, entre dos civilizaciones?

Moctezuma II murió hace 500 años. Fue un emperador emblemático del imperio azteca, pero sobre su historia hay poco de certezas y mucho de controversia

Es precisamente en la existencia de ese hecho, el encuentro del español Hernán Cortés con Moctezuma Xocoyotzin, en el que todos están de acuerdo. Eso habría ocurrido un 8 de noviembre de 1519 y significó un tremendo cambio tanto para la vida de la población nativa como de los propios Cortés y Moctezuma. El primero lograría conquistar la capital de un imperio (Tenochtitlan) con 250.000 habitantes; el segundo moriría poco más de medio año después de ese episodio.

Moctezuma, emperador de la “Venecia Americana”

Moctezuma Xocoyotzin nació en 1466 en Tenochtitlán, hoy Ciudad de México. Fue el noveno emperador azteca e hijo de Axayácatl. Sucedió a su tío Ahuizotl en el gobierno de la gran capital azteca, cargo que ocupó desde 1502 hasta su muerte, en 1520.

Una de las muchas opiniones encontradas sobre su figura, indica que se trataba de un hombre opulento, que no repetía vestimentas ni platos, y cuyo atuendo se completaba con joyas que deslumbraron y despertaron la ambición de los españoles. Era “un hombre de unos cuarenta años, de buena estatura, proporcionado, pocas carnes, no muy moreno, con el cabello no muy largo, barba negra y rala, rostro alegre, ojos expresivos que denotaban amor o gravedad; pulido y limpio, se bañaba cada tarde, nunca utilizaba su ropa más de un día; tenía muchas mujeres por amigas y dos esposas legítimas. Contaba con doscientos sirvientes, quienes tenían que ir descalzos al visitarlo y dirigirse con las palabras: ‘Señor, mi señor, mi gran señor’ sin darle la espalda y con la vista abajo”, cuenta el soldado español Bernal Díaz del Castillo luego de aquél encuentro en 1519.

Los aztecas eran grandes agricultores, astrónomos, médicos (cuyo conocimiento provenía en gran medida de los sacrificios humanos), orfebres, y se cree que incluso en algunos aspectos también eran muy avanzados en comparación con los “conquistadores”

La historia sin embargo está sesgada: por entonces las apreciaciones estarían escritas por los extranjeros que llegaron a las tierras mexicanas.

Ejemplo digno de esa supuesta opulencia es el hecho de que el nuevo emperador mandara a construir un palacio propio y forjara mucho de la estructura de la ciudad que algunos viajantes definieron como “la Venecia de América”.  Pero la infraestructura no era la única fortaleza del imperio. Los aztecas eran grandes agricultores, astrónomos, médicos (cuyo conocimiento provenía en gran medida de los sacrificios humanos), orfebres, y se cree que incluso en algunos aspectos también eran muy avanzados en comparación con los “conquistadores” que invadían sus tierras: se cree que la educación dentro de su sistema era universal, es decir, que incluía a las niñas.

El imperio que dominaba Moctezuma II estaba conformado por diferentes organizaciones territoriales que pagaban tributo a la administración central. Se había forjado durante 200 años, a base de expansión y guerras territoriales con otras tribus que pasaron a formar parte de esa potencia mesoamericana. Algunos pobladores, sobre todo lo de Tlaxcala y Texcoco, nunca aceptaron de buena manera la imposición de esa autoridad a quienes, consideraban, debían pagarle unos impuestos excesivos. En la sociedad no había clase media sino artesanos y agricultores que debían sostener económicamente, y a través de estos pagos, el orden imperial. 

Las guerras floridas habían enfrentado a las tribus que se oponían a esta forma de gobierno, y este descontento fue uno de los caballos de batalla que utilizó Cortés para la conquista del territorio.

El camino hacia la conquista

Cortés llegó en 1519 a las costas de Veracruz, acompañado apenas por 600 hombres, una decena de caballos y algunas pocas (pero poderosas) armas. Y llegó a un gran imperio, formado por millones de habitantes. La pregunta que surge entonces es: ¿cómo fue posible que en dos años lograra destruir la organización territorial más fuerte de la región?

Tres motivos podemos encontrar para responder a este interrogante: primero, la inestabilidad de un imperio que, aunque poderoso, contaba con un alto grado de descontento de los menos beneficiados; segundo, la actitud del propio Moctezuma; y por último, otros factores como las enfermedades traídas por los extranjeros, que sin duda ayudaron a unos pocos hombres armados a incrementar el número de bajas de la población nativa.

Cortés contó con un poco de astucia, suerte  y la suficiente ambición como para lograr doblegar a Tenochtitlán. La primera parada de los españoles fue en Cempoala. Fue allí donde el navegante europeo aprovechó el descontento prometiendo a los indígenas liberarlos de la opresión del imperio si se unían a sus filas y prometían lealtad a la corona. Así fue sumando adeptos también  en Tlaxcala e invadió Cholula, provocando una de las mayores masacres de la conquista.  El objetivo era llegar a la capital azteca.

Otras versiones indican que Cortés fue confundido por Moctezuma con el dios Quetzalcóatl, que según la creencia volvería a su tierra convertido en hombre a través de las costas de Veracruz; y que el español una vez más aprovechó la situación para hacerse pasar por el dios azteca

Es aquí cuando algunos acusan a Moctezuma de traicionar al imperio: al enterarse de la llegada de Cortés, el emperador azteca le envía una serie de ofrendas o regalos. Y tras el primer encuentro con él, lo invita a hospedarse, junto a sus hombres, en el palacio que había sido de su padre. Hay quienes sostienen que Moctezuma actuó por cobardía, por temor ante la demostración de fuerza de Cholula. Sin embargo, otras versiones indican que Cortés fue confundido por Moctezuma con el dios Quetzalcóatl, que según la creencia volvería a su tierra convertido en hombre a través de las costas de Veracruz; y que el español una vez más aprovechó la situación para hacerse pasar por el dios azteca y ganar así la confianza y el apoyo del líder mexica. Otro hecho confirmaría las sospechas de Moctezuma: el día del encuentro, el 8 de noviembre de 1519, era, según el calendario mesoamericano, el día del dios que él creyó ver representado en la figura del español.

Si bien hay quienes dicen que Moctezuma, por esa o por otra razón, no se opuso a la invasión española, otros sostienen que los intentos del emperador por detener a los extranjeros fueron en vano. De hecho, fue secuestrado en su propio palacio, y hasta podría haber sido obligado a apoyar por la fuerza las intenciones de los conquistadores.

Por último, enfermedades como la viruela contribuyeron a la suerte de Cortés y la desgracia de las poblaciones nativas. La masacre se perpetraba por partida doble, y las tropas españolas, tan pobres en principio, avanzaron junto a unos aliados (probablemente también engañados) hacia la victoria. Una victoria que Cortés consideró personal, más allá de las catastróficas consecuencias que tuvo para el pueblo originario y para, incluso, sus propias tropas.

La muerte del emperador

Antes de la conquista del territorio y la rendición de los aztecas, ocurrida en 1521, Moctezuma murió. En realidad, fue asesinado. Afirmaban férreamente los españoles que el emperador había muerto en manos de sus antiguos súbditos que lo atacaron a pedradas cuando intentaba convencerlos de no oponer resistencia ante los invasores. Otros son muy categóricos al decir que el cuerpo del noveno emperador mexica tenía rastros de haber resultado herido por una espada, un arma que solo los españoles poseían.

Sin pena ni gloria, su historia es recordada como la de un traidor o como la de un mártir. Podríamos decir que su historia empezó en 1519, con esa mano que nunca estrechó con Cortés y con ese encuentro que le costaría el gobierno, y la vida.

No hay certezas sobre su vida ni sobre su muerte. Tampoco acerca de sus intenciones, su apoyo o su lucha contra los españoles. Su imagen pasó a la historia como la expresión del encuentro de un poder sobre otro (el uno tan magnífico y a la vez inestable, el otro pobre pero ambicioso); de dos mundos y dos civilizaciones que se veían la cara por primera vez. Pero, como todos esos encuentros, terminaron en desgracia para unos y en victoria para otros.

Moctezuma no vivió para reivindicar su imagen. Y tampoco sabemos si podría, efectivamente, reivindicarla. Pero al menos sería la otra campana, la escrita por los “conquistados”.

Y si bien, vapuleado o respetado, nunca tuvo un lugar importante en los monumentos nacionales, es tan recordado que incluso hoy los malestares estomacales de quienes viajan a su territorio se conocen como su venganza.

La real venganza de Moctezuma nunca fue posible, y la historia perdida impide la reconstrucción de su imperio.