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CULTURA DE LA VIOLACIÓN

Por María José Corvalán

En Argentina 9 de cada 10 víctimas de abuso sexual son mujeres, según la unidad fiscal especializada en violencia contra las mujeres.

Casi el 40% de las víctimas son menores de edad. La victimización asimétrica por género aumenta entre las mujeres adolescentes y adultas. El 87% de las víctimas no realizó la denuncia por desconfianza en las instituciones, minimización del hecho y/o “resolución por cuenta propia”. Casi un 2% de las mujeres sufrió agresiones sexuales en el último año. Más de 16% fue agredida sexualmente alguna vez desde los 16 años de edad. En CABA, el 15% de las mujeres fueron alguna vez objeto de agresiones sexuales por parte de su pareja. El 3,8% de las mujeres indicó haber sido violada por su pareja o ex pareja.  La cantidad de sentencias condenatorias equivale aproximadamente al 15% de los delitos sexuales denunciados en un mismo año. El 10% de los detenidos condenados lo están por delitos sexuales según la Unidad Fiscal de Ejecución Penal (UFEP) . El 53% de éstos por hechos de violación.

Esta es la realidad de una de las violencias por razón de género más atroz y habitual que se sufre en manos de los varones.

Los datos hicieron que en abril de este año UNICEF emitiera una alerta porque “cientos de millones de niñas y niños de todo el mundo están expuestos al maltrato, la violencia de género, el abuso sexual, la explotación, la exclusión social y la separación de sus cuidadores durante las medidas de aislamiento social, necesarias para contener la propagación de la pandemia del COVID-19”. En Argentina, desde hace 25 años, el 15% de los nacimientos corresponde a niñas y adolescentes, lo que representa a más de 5 millones de entre 10 a 18 años.

En Argentina 9 de cada 10 víctimas de abuso sexual son mujeres, según la unidad fiscal especializada en violencia contra las mujeres. Casi el 40% de las víctimas son menores de edad. La victimización asimétrica por género aumenta entre las mujeres adolescentes y adultas. El 87% de las víctimas no realizó la denuncia por desconfianza en las instituciones, minimización del hecho y/o “resolución por cuenta propia”.

En más del 85% de los casos, los agresores sexuales son padres, padrastros, tíos, abuelos y hermanos en menor medida.

Los abusos sexuales pueden provocar embarazos, los cuales pueden ser interrumpidos legalmente, de forma segura, sin dilaciones ni judicialización, pero la mayoría de la gente no lo sabe, hay fallas en la difusión de la información por parte de los organismos oficiales, de manera que sea simple y accesible a toda la comunidad, para que les llegue tengan o no TV, tengan o no redes sociales, tengan o no luz. La realidad es tan cruel que duele.

Condiciones y condicionamientos

Enrique Stola es psiquiatra, psicólogo clínico, feminista, activista político  por los derechos humanos, actuó en varios casos como perito y dialogó en exclusiva con La Opinión y La Voz del Sud.

Enrique, ¿cómo definís el abuso sexual?

Las violaciones, como las entendemos desde la psicología y desde las Ciencias Sociales, son agresiones sexuales que tenemos que contextualizar siempre. En el mundo se maltratan los cuerpos, en el caso de las niñas y niños lo sufren en las casas y en las instituciones, y si hablamos de las mujeres arriba de un 80% ha sufrido alguna vez una agresión sexual. Esto incluye desde el acoso hasta la violación.

Entonces, ¿toda acción sexual sin consentimiento es agresión?

En la relación sexual debe haber deseo e igualdad de condiciones, no solo consentimiento. Es muy común en las parejas heterosexuales, en el caso de las mujeres casadas, por ejemplo, que se ven en la situación de tener que consentir una relación sexual con sus parejas para evitar consecuencias que les hacen daño o las ponen en peligro. Hay violación dentro del matrimonio.

¿Esto aplica para la prostitución?

Hay varias líneas de feminismo que entienden que la prostitución es violación, sí.

¿De qué hablamos cuando hablamos de “la cultura de la violación”?

Las culturas tienden a conservar las costumbres sociales dándoles la calificación de buenas o de malas. Un claro ejemplo es la esclavitud, que antes era muy bien aceptada por la clase dominante aunque ahora nos parezca raro, pero así funciona aunque algunas de esas costumbres tengan aspectos terribles. 

Los varones son privilegiados en una sociedad en la que las demás personas están socializadas en subordinación. Es decir que estamos en el tope de la jerarquía social y por ende entendemos que todos los cuerpos nos pertenecen y podemos hacer lo que queramos con ellos, sean mujeres niños o niñas, de nuestra familia o de otras.

Las culturas tienden a conservar las costumbres sociales dándoles la calificación de buenas o de malas. Un claro ejemplo es la esclavitud, que antes era muy bien aceptada por la clase dominante aunque ahora nos parezca raro, pero así funciona aunque algunas de esas costumbres tengan aspectos terribles. Los varones son privilegiados en una sociedad en la que las demás personas están socializadas en subordinación“.

Dr enrique stola

Por ejemplo, la violación puede ser utilizada en la guerra pero no en todas las guerras hay violaciones, sino cuando se da la directiva. Las tropas de Rusia y EE.UU. ejecutaron este plan cuando desembarcaron en Berlín utilizando la violación como disciplinadora y para romper la red afectiva, atacando el honor. La violación en estos casos se ejerce como arma.

Detalle de la pintura de Karl Bryullov (1833).

¿Y qué podés decir de las violaciones en grupo, definidas por algunos medios como “violaciones en manada”?

“En manada” alude a una cuestión instintiva como sucede con los lobos o los perros que cazan en manada. Los varones no son animales y actúan en grupo porque así lo deciden. No lo hacen por deseo sexual tampoco, en estos casos la sexualidad es la forma en que se vehiculiza el poder. A veces la violación es correctiva, como cuando violan a una lesbiana que decide no estar con varones y lo hacen para demostrar que debería desearlos y que después de la violación va a desear estar con hombres. Otras veces es por una cuestión racial. Cuando inició la lucha por los derechos civiles en EE.UU., los reunía la necesidad de denunciar las violaciones que sufrían las mujeres negras en manos de los blancos y que además quedaban impunes. Otras veces los varones solo salen a violar para reafirmar su masculinidad ante sus pares.

¿Creés que sea también una respuesta al movimiento feminista que no deja de crecer?

La violencia hacia las mujeres ha aumentado y ahora además, todo tiene mayor impacto por el fenómeno comunicacional. Los machos están buscando otra forma de mantenerse dominantes y los feminismos han producido grietas en esa dominación.

¿Qué siente una víctima de violación? ¿Qué le pasa cuando la juzgan, no la acompañan o descreen de su palabra?

Las mujeres en nuestro mundo occidental y cristiano siempre han sido descalificadas o tantificadas a parámetros que ninguna mujer puede alcanzar. Su voz aparece entonces en el ámbito de la sospecha. Cuando una mujer de clase media o alta va a realizar una denuncia y le cuestionan en relación a por qué estaba en ese lugar, o lo que dijo o lo que llevaba puesto, descubre que tiene una ciudadanía restringida y que es mentira que todos somos iguales ante la ley.

En el poder judicial a las mujeres se les atribuye que “reaccionan de forma emocional” y que en realidad lo que buscan es perjudicar el varón. Otras veces cuando les preguntan qué llevaban puesto lo que hacen es hacerlas responsables de la conducta sexual del varón, entonces surgen cuestionamientos sobre si se portó “como una dama”, si le dijo algo, en qué horario sucedió el hecho, etc. Es inevitable que la víctima sienta culpa, y más la va a sentir si no sabe que el problema es social y no individual. Le pasa a miles de mujeres.

¿Qué les puede pasar en consecuencia?

Depresión, angustia, estrés postraumático, entre otras afecciones. Lo importante es darle la palabra a la sobreviviente. En los noticieros nunca aparece el testimonio de las víctimas y no circula, porque es una palabra fuerte y subversiva.

En el poder judicial a las mujeres se les atribuye que “reaccionan de forma emocional” y que en realidad lo que buscan es perjudicar el varón. Otras veces cuando les preguntan qué llevaban puesto lo que hacen es hacerlas responsables de la conducta sexual del varón”.

Enrique stola

La necesidad de la palabra

Los siguientes son testimonios de víctimas de abuso sexual de San Luis, que superando la vergüenza y en búsqueda de justicia publicaron sus propias palabras en distintas redes sociales. Las publicaciones son recientes.

Y.M.Mi hermanita no quería volver este año a la escuela porque fue abusada el año pasado desde el mes de junio hasta noviembre. Tenía 14,  tenía miedo y vergüenza de contarnos. Hicimos la denuncia en Merlo y el juez pidió silencio hasta que fuera preso. Hoy tiene más acusaciones (…) La directora y maestras de la escuela lo defienden como “un hombre bueno e inteligente”. (El agresor consiguió salir en libertad pagando fianza)

T.M.Mi papá abusó años de mi hermana y de mí. Después que nos animamos a hablar y lo denunciamos esperamos más de 10 años el juicio. A veces íbamos a comprar con mi hermana y nos teníamos que volver corriendo a encerrarnos porque veíamos que estaba estacionado en la esquina. Otras veces estábamos comprando y a nuestras espaldas lo escuchábamos saludar de repente. Se nos helaba la sangre”. San Luis, capital. (El agresor está preso)

T.P.Me estoy muriendo de vergüenza y de miedo mientras escribo esto, el único hecho por el cual lo quiero hacer público es porque no quiero que le pase a nadie más. Porque esto se tiene que terminar. Ayer, 20 de junio, aproximadamente 19:30 hs, me atacó un tipo en un descampado en la ciudad de La Punta. Lamentablemente no le pude ver la cara, porque estaba todo muy oscuro. Más allá de no llegar a su objetivo (violarme), me alcanzó a tocar bastante , me lastimó la cara y logró robar plata de la cartera.”

(El agresor no fue identificado)