La Aldea y el Mundo, Notas Centrales, San Luis

LOS DESAFÍOS DE SAN MARTÍN EN EL PERÚ


El Plan Continental independentista y revolucionario ideado por el General en esta expedición adquiere características de un escenario clave y necesario de comprender

Por Guillermo Genini

Tal vez la etapa menos conocida del formidable Plan Continental ideado por el General José de San Martín con la intención de independizar América del poder español, sea la Expedición al Perú. En Argentina y San Luis, quizás por la cercanía, por las grandes batallas ganadas o por la espectacularidad del Cruce de los Andes, se tiene mucho más presente la Campaña a Chile que la etapa peruana del accionar sanmartiniano.

Sin embargo, en la construcción de la memoria colectiva de San Luis un hecho de esa Campaña ha ocupado un sitio de privilegio, no tanto por su importancia militar, sino por su protagonista: el combate en la Playa de Pescadores, ubicado en Chancay en plena costa peruana. Allí Juan Pascual Pringles, máximo héroe puntano, se cubrió de gloria como parte del Regimiento de Granaderos a Caballo. Situar este episodio de gran significación identitaria para los puntanos requiere de un contexto histórico que le brinde sentido.

El Plan Continental ideado por San Martín tras su regreso al Río de la Plata tenía por objetivo llevar la guerra al centro poder realista en el Perú, en especial a su capital Lima, e independizar el principal enclave que tenía el Rey de España en América del Sur.

Ante el panorama incierto que había tomado la Revolución de Mayo de 1810, el Congreso General reunido en Tucumán asumió un firme compromiso de cambiar la condición del impulso revolucionario rioplatense para transformarlo en un movimiento por la emancipación americana, con la Declaración de Independencia el 9 de julio de 1816. En esta transformación, la influencia de San Martín fue clave, pues su proyecto requería actuar en distintos escenarios dentro de la América Española.

Esta visión fue compartida por la Logia Lautaro, que fue de gran importancia para el logro de los objetivos sanmartinianos tanto en el Río de la Plata como en Chile. La estructura y accionar de esta Logia fueron claves, pues permitía sumar nuevos miembros y vincularse con el impulso de otros revolucionarios americanos. Este hecho implicaba la proyección de indudables perspectivas continentales, muy de acuerdo con las intenciones de San Martín, quien tras triunfar en la Campaña de Chile tenía una clara prioridad: lograr una estrategia que asegurara la unidad militar contra el poder realista del Perú, centro de su fuerza en América del Sur.

La estrategia

La Campaña al Perú presentaba dos grandes problemas estratégicos: la guerra debía ser tanto marítima como terrestre y se debía enfrentar a un enemigo varias veces superior en número y en poder militar.

Para el primero se requirió de la constitución de una flota expedicionaria, que debió ser armada y financiada con grandes sacrificios por el Estado chileno entre 1818 y 1820. Para el segundo, San Martín concibió un plan de acción que implicaba más acciones políticas que militares, pues no podía arriesgar el destino de la campaña peruana en una batalla que necesariamente iba a realizarse en inferioridad de condiciones.

El panorama se presentaba poco alentador. Las luchas internas entre el gobierno central de las Provincias Unidas y los caudillos artiguistas del Litoral concluyeron con la Batalla de Cepeda a comienzos de 1820, lo que implicó la derrota del Director Supremo y la disolución del Congreso General que residían en Buenos Aires.

Carente de apoyo en las disueltas Provincias Unidas, San Martín designó al General Juan Martín de Güemes, gobernador y caudillo de Salta, como Jefe del Ejército de Observación. Esta fuerza tenía la misión de iniciar acciones contra los realistas en el Alto Perú que sirvieran como distracciones o frente complementario, del que se estaba por abrir en las costas peruanas.

Desde mayo de 1820 Güemes trató de cumplir la misión encargada por San Martín pero carente de recursos y de apoyo de otros gobernadores, la operación ofensiva no pudo llevarse a cabo. Güemes debió defender el territorio salteño de una nueva invasión realista.

En gran medida las limitaciones del Ejército Expedicionario al Perú provenían de la capacidad de transporte que podía contener la flota. A mediados de 1820 en el puerto de Valparaíso se reunió esta gran flota compuesta por ocho naves de guerra y 17 naves de transporte para tropas, animales, armamentos y víveres.

Dentro de la misma se embarcaron el 20 de agosto 4.500 soldados y oficiales que componían el Ejército Unido o Ejército Libertador del Perú integrado por tropas de Chile y del Río de la Plata, entre ellas se estima más de 200 puntanos.

En una primera instancia San Martín planificó un desembarco en la región de Arequipa e iniciar las acciones militares en el sur del Perú. Pero carente de apoyo por parte de las desintegradas Provincias Unidas, cambió los planes y decidió desembarcar en la costa peruana al sur de Lima y buscar el apoyo de los peruanos.

En una carta a su amigo y miembro de la Logia Lautaro, Tomás Guido, San Martín le expresó los motivos de esta estrategia: “Nuestra situación es tal, que si tirando el dado a la fortuna no salimos a buscar recursos al Perú, vamos a perecer de consunción”.   

“Partida de la Expedición Libertadora del Perú” de Abel Antonio (Óleo – Instituto Nacional Sanmartiniano. Buenos Aires).

Su intención fue entonces evitar un enfrentamiento militar directo con fuerzas superiores, ganarse el sostén de la población peruana e incentivar el reclutamiento de fuerzas locales para aumentar su reducido contingente expedicionario.

Este plan condicionó los componentes y organización tanto de la Flota Expedicionaria, al mando del almirante británico Lord Alexander Cochrane, como del Ejército Libertador. Así por ejemplo, se embarcaron mucho menos caballos que monturas, pues San Martín esperaba que los peruanos se plegaran a las fuerzas expedicionarias y así la dotarían de los caballos necesarios para permitir la movilización de sus soldados.

Otro aspecto que San Martín tuvo en cuenta en su Campaña al Perú era la situación política interna que vivían los españoles. A comienzos de 1820 se había producido en España un alzamiento, encabezado por las fuerzas que estaban destinadas a la recuperación del Río de la Plata, contra el Rey Fernando VII. Los sublevados impusieron al Rey y sus partidarios la vigencia de la Constitución de Cádiz de 1812.

Este hecho trascendental dividió a los españoles de América en monárquicos o absolutistas, quienes apoyaban a un Fernando VII con plenos poderes, y liberales o constitucionalistas, que defendían la vigencia de una monarquía constitucional. San Martín pretendía aprovechar esta división sabiendo que el Virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela, era monárquico y muchos de sus oficiales eran liberales. 

Con una mirada más amplia, el Gobierno de Chile había recibido comunicaciones oficiales por parte del General Simón Bolívar, que había iniciado una campaña contra los realistas de Nueva Granada, actual Colombia.

Bolívar había obtenido una gran victoria para las armas revolucionarias en la Batalla de Boyacá en agosto de 1819 y comenzaba a amenazar las posesiones de los realistas en el Perú. San Martín sabía que podía contar con una perspectiva de encerrar al Perú en dos frentes de ataque cuando leyó que Bolívar anunció “Un ejército de Colombia marcha contra Quito, con órdenes de cooperar activamente con los ejércitos de Chile y Buenos Aires contra Lima” 

Así, tras una navegación que presentó pocos inconvenientes, la Flota Expedicionaria comenzó un desembarco parcial en la Bahía de Paracas el 8 de septiembre de 1820. Desde allí San Martín puso en marcha las acciones planificadas.

Proclamó de inmediato que ese día se convertiría en “El primer día de la Libertad del Perú” y envió sendas proclamas al Ejército y al Pueblo del Perú instándolos a que terminaran con “el último Virrey del Perú”. Desde la cercana ciudad de Pisco, San Martín desplegó una activa campaña de proclamas y propuso el inicio de conversaciones con Pezuela. Este aceptó y pronto se logró un armisticio por algunos días. 

Tras asegurar una posición para sus tropas al sur de Lima, San Martín amplió su estrategia de lograr el apoyo de los peruanos a la causa de la libertad.

El 20 de octubre desde la ciudad de Ica proclamó la Independencia del Perú que hizo jurar al pequeño territorio que dominaba. Al día siguiente estableció la bandera del Perú independiente, acto de gran significación simbólica que tenía por objetivo demostrar que las acciones que realizaba no eran dirigidas “para satisfacer miras privadas, sino para establecer la independencia de mi Patria y cumplir el deber que el destino y la naturaleza me han impuesto”.

Pocos días después envió al Coronel Juan Antonio Álvarez de Arenales a iniciar la llamada Primera Campaña de las Sierras, que tenía como propósito ganar para la causa de la emancipación el interior andino detrás de la ciudad de Lima. Inmediatamente se reembarcó hacia el norte con destino desconocido. Mientras las fuerzas realistas esperaban un ataque al puerto de El Callao y a Lima, San Martín desembarcó en el puerto Huacho y ocupó el Valle de Huara, zona que era propicia para sostener al Ejército Libertador ubicado a 150 km al norte de Lima.

Allí permanecerá desde noviembre de 1820 hasta julio de 1821 cuando hizo su entrada triunfal en Lima. Durante ese tiempo evitó entrar en combate y centró todo su esfuerzo en iniciar conversaciones de paz con el Virrey Pezuela para llegar un acuerdo político sobre la Independencia del Perú. Mientras tanto trató de atraerse al pueblo peruano y a los oficiales del Ejército realista para que se pasaran de bando.

Pronto logró la adhesión de Trujillo, importante ciudad del norte de Perú, y de los pueblos andinos que eran liberados por Alvares de Arenales. Sin embargo, la acción decisiva se daría sobre Lima y su puerto, El Callao.