El TRAPICHE
Por Leticia Maqueda
Los veranos de la infancia y adolescencia tienen en mi memoria el color de las sierras y el olor de los ríos y plantas de nuestra pequeña geografía. Tal vez sea porque en el paisaje serrano de El Trapiche, transcurrían las ansiadas vacaciones.
A fines de los años 50, este era pequeño y antiguo pueblito asentado en un verde valle entre las sierras. Tenía arboledas frondosas y un río de agua transparente que, saltando de piedra en piedra rumoroso y serpenteante, atravesaba la comarca dividiéndola en dos Bandas. A ello se unía el encanto rural de sus habitantes no contaminados por hábitos ciudadanos.
Para llegar era necesario recorrer un largo camino de tierra que, como una cinta parda desplegada a cielo abierto, atravesaba un paisaje de azuladas sierras lejanas y campos que eran a los ojos, suave alfombra en la que se dibujaban amarillos girasoles, verde alfalfa en danza con el viento y doradas trenzas de maizales.
Cuando finalmente se llegaba a destino, daban la bienvenida la sombra fresca de los nogales y los olmos, álamos altivos, callecitas con fragancia de pinos, y los sauces mojando sus ramas en el río.
Las vacaciones de la infancia en ese lugar, tuvieron la magia del descubrimiento de la vida oculta en la naturaleza, del zumbido de incontables insectos invisibles a la hora del sol del mediodía, del brillo de la mica en las piedras de las sierras, del agua fresca del arroyo, del canto de los pájaros diferente según la hora, del aroma a yuyos ,a tierra húmeda, de las mariposas revoloteando entre las flores silvestres, del musical repiqueteo de la lluvia en el techo de zinc, de las noches estrelladas y ¡tanto más! .
Todo era novedad interesante y divertida. No había agua corriente, por lo que en las casas estaba la bomba manual con la que se sacaba el agua del aljibe que subía al tanque. El agua para beber se buscaba en los “ojos de agua”en los que llenábamos botellones con agua helada y pura recién brotada de las rocas.
Las noches sin luz eléctrica tenían la magia de los “sol de noche”, de las lámparas a Kerosén y de las velas que se encendían con las primeras sombras del atardecer. El aire era entonces fresco y la azul y silenciosa oscuridad del campo se cubría de un manto iridiscente y danzante de luciérnagas, que apresábamos en frascos pensando que podíamos guardar su luz. En el cielo oscuro titilaban millones de estrellas que vestían la noche con un manto brillante.
Como no era fácil llegar y tan solo podías hacerlo en auto o en el mítico colectivo “El Puntano”, no había en aquel entonces mucho turismo. Este se reducía al que acogían las dos hosterías que existían: la Hostería Trapiche y Los Sauces. Después estaban, dispersas de uno y otro lado del río, las casas de los lugareños y las que pertenecían a familias que las utilizaban en los veranos o bien que se alquilaban por la temporada. Se partía al campo los primeros días de enero y se regresaba a fines de febrero. Eran días felices de vida familiar y de juegos con amigos, algunos de los cuales solo veíamos en los veranos porque vivían en otras provincias, con ellos se fue generando en el tiempo una amistad que perdura hasta el hoy tan diferente.
Los días completos eran para incursionar por lugares diversos y desconocidos, escalar alguna sierra, andar a caballo, o ir a pescar a la cola del dique. El río era nuestro por las tardes y sumergirse en sus aguas transparentes un placer compartido por todos.
Como no se viajaba diariamente a la ciudad sino tan solo de vez en cuando, todos los alimentos que se consumían tenían sabor local. Muchos de ellos se compraban en el almacén de Xacur que era un típico almacén campesino, en el que se vendían no solo alimentos sino también aquellas cosas que la gente de campo necesitaba para sus tareas.
Era un lugar penumbroso en el que siempre había paisanos comprando o bien canjeando sus productos por otras mercancías. Comprábamos allí diariamente el pan casero y los domingos, las empanadas de “la Queca Xacur” competían por lo ricas con las de “la Cornelia”. Ya a fines de la década de los años 60, se hicieron famosas las empanadas y el pan casero inigualable de Hilaria.
Por las tardes, bajaba de la sierra doña Alberta, con sus ropas campesinas y montando de costado su caballo. Traía consigo un enorme canasto cubierto con un mantel blanco impecable en el que venían los bizcochos blanqueados, que hacían las delicias de las tardes al regreso del río. A veces solía traer también quesillos que comíamos asados rociados con azúcar.
Cada tanto a la noche, llegaban las tormentas eléctricas con truenos retumbantes y abundante agua. Entonces, el manso arroyo transparente se transformaba en un río marrón embravecido que arrastraba ramas, animales y lo que encontraba a su paso.
Todos íbamos a ver “la creciente” que varias veces se llevó el puente colgante de madera que unía las dos bandas del río frente a la policía.
A veces de día llovía mucho en la sierra y no en el pueblo, entonces un paisano a caballo pasaba galopando y gritando ¡viene la crece, viene la crece! para que todos salieran del agua y se resguardaran. Se escuchaba entonces un bramido sordo y una masa de agua marrón turbulenta como una gran ola, avanzaba arrasando todo a su paso.
El Centro Cívico nucleaba la oficina de correos, la policía y el lugar en donde estaba el único teléfono que existía en El Trapiche. A la oficina de correos íbamos a buscar las cartas que se guardaban ordenadas por letras en casilleros. El teléfono estaba en una habitación abierta. Era un aparato cuadrado grande adosado a la pared. Había que pedir la comunicación y esperar a veces dos o tres horas por una llamada de larga distancia.
Los veranos de la adolescencia tuvieron en Trapiche un encanto especial. Ya para ese entonces el camino estaba asfaltado y era más fácil llegar. Éramos un grupo enorme de adolescentes y jóvenes que disfrutábamos del encanto campesino del lugar.
Todos los programas eran en barra, íbamos juntos a bañarnos a la Toma, al Remanso a Río Grande, Los 7 Cajones o al Dique. A veces nos reunía algún asado, una cabalgata en común y hasta una vez, la filmación casera de una película de vaqueros en el pueblo abandonado de la Florida.
Por las tardes, el lugar de reunión con amigos, allegados y aún con los nuevos visitantes que llegaban y se acercaban, era la pirca que bordeaba el río al frente de “La Botica”. Allí se producían los encuentros, los contactos, las nuevas amistades, los acuerdos para la noche, ya fuera un fogón a la orilla del río en donde todos cantábamos folklore, y tocábamos la guitarra bajo el cielo oscuro encendido de estrellas, o bien quedábamos de ir a bailar.
Primero el lugar para bailar fue la “Gata Blanca” un lugar al que concurrían los lugareños y en el que, en un patio de piso de cemento rodeado de mesas de latón, bailábamos sin descanso algunas músicas de moda que se mezclaban con pasodobles, rancheras y tarantelas. ¡Como nos divertíamos!
Varios años después, y ya cuando lo urbano había comenzado a llegar al Trapiche, se inauguró el Miau Miau. Un lugar distinto que hizo furor y muchos desde la ciudad llegaban a la noche a bailar allí. El regreso de madrugada a la casa, era a la luz de las linternas, pues solo de tanto en tanto entre los árboles, en alguna esquina, un farolito que se balanceaba era toda la iluminación. La oscuridad y los sonidos propios de la noche lo cubrían todo.
El murmullo del río acompañaba el regreso y más de uno cruzándolo en la oscuridad por las piedras de las precarias pasarelas, se fue al agua en medio de la risa de todos.
¡Cuántas historias de vida y anécdotas encierra El Trapiche! Cuántos noviazgos, amores y desamores, rupturas y amistades se tejieron en esas tardes de Botica, en el río, en los atardeceres fragantes de pinos y de tierra húmeda, en esas noches de guitarreada y baile.
Un día sin que nos diéramos cuenta, el tren de la vida nos llevó por otros andenes y otras estaciones. La fisonomía del lugar fue adaptándose a la realidad de los tiempos.
Hoy son otros los vecinos y otras las costumbres y la vegetación ya no tiene la frondosidad de antaño. No obstante, el camino sigue bordeando el río y algunos de los viejos árboles que nos vieron de niños y adolescentes, aún están con sus troncos añosos y frondosas copas.
Lugares en otro tiempo llenos de vida, dejaron de existir o bien tienen hoy una pátina de silencio y olvido, como la vieja Botica que nos reuniera en tantos días felices, o las hosterías Trapiche y Los Sauces que ya son tan solo un recuerdo. El río cristalino con su caudal más disminuido que en aquel entonces, aún atraviesa el pueblo cantando entre las piedras de rostro antiguo.
El encanto perdura a través del tiempo y cuando quienes allí vivimos momentos imborrables caminamos por la vieja calle junto al río, el recuerdo entrañable de estaciones de vida que la memoria guarda, regresa devolviéndonos por momentos aquel tiempo en que, junto al río y los árboles frondosos, descubríamos el dulce sabor de la vida.
Maravillosa descripción…!!!
Leticia, un lagrimon de añoranza acompaña tu relato. Quién pudiera revivir esos momentos?
La vida continúa, y sus cambios.
Decía mi padre al despertarme a las 5 a.m.. tomando un té: mira como cambian los verdes……
Algún día, dibujaré los hermosos lugares!! Gracias Leticia por plasmar en escritos, mi infancia
Hola Hilda el negocio de Uds. En la cuesta del camino que llevaba a la toma y que hacia por las tardes para ir a ese lugar del rio y las hermanas Whitechurch me pare verlas unas niñitas preciosas. No tenia espacio para tanto mas que quedo fuera del relato. Tambien el bar Los Rosales que con tu hermana Monica siempre recordabamos cuando estaba en la Casa de San Luis y nos reiamos. Hay tanto para recordar!! Me alegra quecte haya gustado lo que escribi. Besos
Leticia. Me hiciste viajar en el tiempo y también llorar!!! Me fascinó la forma tan vívida q relataste todo . Una maravilla. Mis padres y nosotros hicimos tantos amigos pues tenemos la casa al frente de la hostería Los Sauces. Q épocas tan bellas e inolvidables. Ir a bailar al Miau Miau, ir a la tardecita a la Botica. Wow, q hermoso. Daría cualquier cosa x volver aunque sea un día completo. Aprovecho x acá saludarte y agradecer tan genial relato y a todas las personas de aquella época. Mónica, Hilda, los hermanos Maluff( del Miau), flaco Paone, Jorge Domínguez,Clovis,Adela,los Pantano y tantos más!!. Mendocinos como los Cardozo y Calderón.
Hola! me alegra que el relato te haya evocado tantos recuerdos. Todas las personas que mencionas y otras mas estaban en mi mente cuando escribía. realmente el Trapiche tiene un encanto especial
Impecable descripción !!!
Hermoso el relato, me transporto en el tiempo!!
Los Rosso , la Hosteria de Johnny al inicio de la cuesta de la toma era parte del paisaje del Trapiche. Me alegra haberte traido recuerdos del lugar, se cuan entrañables son
Hermosa pincelada de nuestros años jóvenes. Te felicito Lety
Ha sido un hermoso viaje en el tiempo, tanto fue el amor por este lugar que construimos una casa porque este fue y será ” MI LUGAR EN EL MUNDO “.
GRACIAS!!
Guillo cuanto tiempo!! Me da gusto encontrarte aqui.
Muy lindos recuerdos me trajo el relato,
La sencillez de esas vacaciones!
Es el lugar donde siento presente a mis abuelos que fueron los que nos transmitieron el amor por El Trapiche.
Yo recuerdo una muchachita delgada de ojitos claros , con un sombrero de paja , que cantaba “…en el puente Pezoa…”
Bellisima descripcion! Lugar amado Trapiche y su encanto!
Por siempre!
Yo agregaría el olor de las hojas húmedas en otoño, el olor del ozono previo a las lluvias en verano y el cielo mas azul después de las lluvias.
Sra Maqueda el negocio del Sr Cliford Whitechurch camino al Balneario era para esa época el primer Autoservicio que yo me Acuerde con Hilda éramos Compañeros de grado y quizás se acuerda del pan casero de los AZCURRA veníamos desde el camino ala La Florida hoy entre el Rancho móvil club y la entrada al complejo de la UNDSL el pan de los AZCURRA tuvo presencia desde el año 58 hasta el año 76 en el TRAPICHE y en el Año 2011 Elabore el casero más grande de la zona de 2 metros de largo en una sola pieza el Sr Mario Pérez me izo tres notas para su programa en canal 13 San Luis hoy ya Año 2020 tengo un Proyecto de Elaborar el Pan más Grande del Mundo en mí Amado Embalse La Florida
El pan casero lo traíamos desde la Florida en una jardinera Inglesa de cuatro Ruedas tirada por 2 mulares
La Cabaña de Johnny, y el mercadito de Don CLIFORD al lado. .. despues vinieron el almacen de Consani , y el de Gil. El alquiler de burritos, la pileta, la hosteria El Ciervo, lo de Arnoldo Smith y su represita donde un ancestro sembró CARPAS ( peces) los que, despues de una gran crecida, fueron a parar al dique La Florida donde prosperaron hasta conformarse en plaga para el pejerrey.. La residencia de Doña Fela viuda de Torres, y su hijo Raulito. El asadito a la sombra de algun sauce ( cuando no se debia pagar “estacionamiento”… o la musica “fuerte” que provenia de algun camion de los muchos en los que venían los mendocinos… ¡¡ Qué tiempos aquellos!! Cuando se programaba salir desde El Trapiche en ÉPICA TRAVESÍA hacia VIRORCO ( donde confluyen el Rio Virorco y el rio Las Aguilas formando la naciente del rio Teapiche ) Digno de recordar aquellos 21 de septiembre tambien
Que lindo todos los recuerdos que aportas. En el relato que yo hago que es tan solo una pincelada, quedó fuera todo esto que contás y mucho mas por que el espacio para escribir es acotado. Que bueno que los traes porque todo eso es parte de aquel tiempo inolvidable de nuestro Trapiche. Gracias por escribir todo esto que actualiza en quienes los leemos los recuerdos no solo del lugar sino de sus habitantes.
Hola Leticia…no olvide los cumpleaños de doñan Jovita de medero que duraba tres dias de festejo con carne con cuero y empanadas..y muchos turistas se quedaban para el 3de marzo para el festejo iba todo el mundo sin invitar a nadie …a comer y bailar con orquesta ..entre ellos los smitd..Cacace…. Olivera Aguirre..Felipello chacur .Luco…Hissa..Pastor ….y gente del lugar
Hola RUTH. LOS RECUERDO A TODOS!!! solo que no podía en el relato por razón de espacio nombrar a todos. Tendríamos que pedirle a Juan Manuel el Intendente actual que en algún lugar del Trapiche quedara registrada la memoria de los nombres y actividades de los habitantes que en aquel tiempo construyeron el Trapiche. Sería lindo
Leerlo fue revivir los momentos más felices de mi niñez y adolescencia. Inolvidables, maravillosos
Hermoso relato Leti!! Cuantos hermosos.momentos vividos en la infancia, adolescencia y actuales!!! Gracias por recordarlos. ❤
Muy lindo recuerdo!! Estaba el Camping donde ahora es la Hostería El Parque y Don Rosales y su bar ( el papá del Pocho) donde llegaban los diarios y algunas revistas, en fin así mil historias del Paraíso El Trapiche
Como no recordarlos!!! . No podía nombrar a todos por razones de espacio que marca la Revista . Pero allí estan todos Uds. que son parte del querido Trapiche
Recuerdo a varios de los que hicieron comentarios y me llevaron a los mejores días de mi vida, los romances de verano, los caballos y las salidas al Miau Miau, los Pantano, el pozo de la policía, que grande, que hermosa época, gracias Leticia, me volviste a emocionar, un gran abrazo.
Hermoso recuerdos !!
Me encantó el relato.
Soy mendocina, de chica con mi familia íbamos en carpa a Río Grande, en los años 70 mis padres pudieron hacer una cabaña (pre- fabricada) sin ningún servicio.
Atesoro recuerdos de bellos momentos vividos en Río Grande, Siete Cajones, Virorco, Riocito, Carolina, Paso del Rey, San Francisco, La Gruta de Inti Huasi, Trapiche…
También recuerdo el almacén de los Roso, el pan de la Sra de Perez (su marido trabajaba en la toma del agua), la revistería frente al almacén de los Roso….
Actualmente soy puntana por adopción, me casé con un puntano cuya familia es conocida por muchos de ustedes (Belzunce-Maluff) y mis hijos son puntanos.
Sigo disfrutando las sierras y sus maravillas.
Y agradezco que los puntanos me han hecho sentir como en mi casa.
Leticía mi marido ha sido alumno suyo y mi suegra me envió su escrito porque le encantó.
Hola Adriana! me alegra que les hayan gustado mis recuerdos que se quedaron cortos porque no podía por razón de espacio contener en el escrito absolutamente todo. Que bueno que la belleza de nuestra tierra te hizo quedarte entre nosotros, como les ha pasado a muchos mendocinos que se afincaron en Trapiche
Leti Impecable tu descripción !! Ese encanto que continúa atrapando a quienes tenemos la suerte de disfrutarlo, como también a las nuevas generaciones !!!
Bello trapiche y bella su gente!
Has descripto la vida de cada uno de nosotros.
Cielo, río, y amores.
Dar gracias a Dios por esos tiempos tan felices!
Buenisimo lo comentado del querido Trapiche fue tal cual para los que pudimos vivirlo solo agregaria dos cosas que antes de la ” Gata Blanca ” inolvidable realmente estuvo el “Gato Negro ” de Juan Maluf y que al cole que venia de la ciudad lo conociamos como ” La Cita ” gracias por los recuerdos
Hola Marcelo. Tienes razón antes estaba el Gato Negro. No hice referencia a el porque cuando todo el grupo de mi generación comenzó a ir a bailar lo hicimos ya en la Gata Blanca y no en el Gato Negro pero lo recuerdo perfectamente y de algún modo la Gata, deviene del Gato Negro. Y también tienes razón estaba el otro mítico colectivo LA CITA. ¡que viajes aquellos!!
Barbaro leticia era un aporte mas al regio trabajo que hiciste sobre el trapiche
Lindos recuerdos de nuestra infancia con mis viejos mis nueve hermanos y los cardozo y los calderon
Felicitaciones!! Hermosa descripción!!! .. yo agregaría que estaban pegados.. el Miau Miau y el Guau Guau, en uno era la música pop y en el otro rancheras!!.. inolvidable el Famoso y aun vigente Camping de la Tota!!! Una mujer espectacular , muy querida ella y su familia en el Trapiche!!!Camping Smith!!!! en donde se armaban guitarreadas en la noche!!!.. inolvidables momentos!!!
Excelente relato que trae muchos recuerdos a quienes hemos vivido momentos realmente felices en El Trapiche. Felicitaciones.!!
Que lindo el Trapiche querido!!! Cuántos recuerdos a vos que te gustaba tanto papi nuestro lugar en el mundo.
Hola Leticia, te felicito. Escribiste una perfecta descripción del lugar de vacaciones de mi infancia y adolescencia. No creo q te acuerdes de mí, yo sí de vos porq eras “más grande”. Yo soy la hermana más chica de Ana María Paladini. Te mando un beso y gracias!!
No me acuerdo bien de vos. Si por cierto de Ana María. Uds. estaban junto a la casa emblemática de Eladia Aguilera y que luego fue de los Paladini. Que lindos tiempos!!
Me mandó el link mi hermano. Somos tres hijos de una puntana que se vino a La Plata a estudiar psicología. Su hermana, mi tía se fue a Mendoza a estudiar idiomas. Mis abuelos se quedaron. Eran del sur, de nueva Galia y fortuna
Pero abuelo fue maestro rural en el durazno, ahora estancia grande y se enamoraron El Trapiche. Cada verano mis 3 primos mendocinos y nosotres tres plantenses, nos juntábamos en el Trapiche. A dos cuadras del río.para un lado y dos cuadras del río para el otro. A una cuadra de rosales y del puesto de diarios.qie mantuvo su hija perla hasta su fallecimiento hace poco . A l mediodía íbamos a comprar el diario que llegaba de Buenos Aires y las revistas condorito. Nos encantaba ir a jugar al bañito de consani como le decíamos al espacio de playa cercano al camping donde ahora está la hostería el parque. También íbamos a lo de don Zaro. Calle abajo en Villa arena quedaban enterradas miles de chapita de gaseosas neus y chush. Salimos corriendo esas dos cuadras para cualquiera de los lados y ver la crece pero jamás llegamos. Alicia y Martín Grillo, nuestros abuelos nos enseñaron a amar en Trapi, como le decimos.ahora. desde hace 10 años somos trapichenses por adopción. Construimos nuestra casa cerquita del puente 2, y cuando subimos.a lo alto de nuestro jardín miramos hacia la Arboleda verde seco del cementerio donde ellos están
En el medio el monumento al minero donde hay un verso que nuestro abuelo.escribio como tributo al Trapiche. Me emociona como a tofos/as leerles. El texto original y los que lo completaron, a modo demcomentarios.se fue armando un relato apasionado, lleno de pequeños lugares y grandes emociones. En unos días viajamos para allá. Aún estamos a una década de jubularnos, pero como hacía el chino amieva y Antonia, nos encantaría ir por el verano y quedarnos hasta que nos corra el frio… es nuestro lugar en el mundo. Y ahora que existen Vitto y Tadeo de un año el primero y dos meses el segundo, nuestros nietos, es una oportunidad para compartirlo con ellos. Tengo 50 y aún veo azorada que el río y sus márgenes es el mismo. Las piedras las reconozco de mis 2 años, ee mis 10, de los 20 y de cada año que fui.a ese lugar increíble. Por primera vez veo como se escribe Pombedolla, lo pongo como lo pronunciabamos cada vez que se nos caía la pelota y la teníamos que ir a buscar al baldo. Que era lo denpombedolla para nosotros. Veo Cliford, el nombre de la cuesta por la que vamos al balneario. Todoa los días cuando estamos allá hacemos la caminata junto al río. Empezamos por la bomba, pasamos por el ex policía hasta consani, cruzamos el río y vamos pegado pasando por Don Zaro, los sauces y el balneario. Bajamos por la cuesta de cliford y cerramos el círculo que lleva a nuestra casa. Somos felices. Cuando llegamos al Trapi respiramos hondo, diafrutamosnde las palomas , los pájaros y el río. Nuestra casa se llama siete rumbos en honor a los caminos que nuestro abuelo recorría cuando caminaba. Siete cajones, la Florida, río grande, barranquitas, circo, cuesta blanca que es camino al dique pero por la reserva, el mirador, y los recordamos. Disfrutamos y seguimosnclmprando el pan en hilaria y en los fleitas la carne. Gracias por recordar y seguir en Eĺ Trapi. Ahora con viejos conocidos pero también nuevos amigos que son parte de nuestra vida como lo fueron otros . Gracias por compartir.
GRACIAS! por traer toda esta remembranza de vecinos y gente querida del Trapiche. Cómo no recordar a tu abuelo ¡El POETA GRILLO! el poeta del Trapiche. Que lindo que el relato te disparó todos estos recuerdos y que nombres a todos los que yo por una razón de espacios no podía hacer en el relato. Cada comentario va completando el relato como una gran manta de afecto que parece vamos tejiendo entre todos.
Que linda imagen que propones Leticia, una gran manta tejida!!! Tal cual. La lectura de ayer y mis filas de tejido movieron algo y me hicieron buscar las cartas de mís abuelos cuando esa era la forma de comunicarnos. Encontré la primera que el me escribió en 1970, cuando tenía 10 meses de edad y la última es un mes antes que ella muriera. En todas aparecen las estaciones del trapiche, las flores, los vecinos y las novedades del pueblo . Entusiasma y emociona como los relatos tienen sentimientos, olores e imágenes. No te disculpes por todo lo que no entro, porque en este relato extenso se va completando y todo lo que queda, quien te dice que siguen apareciendo narradores/as que sigan tejiendo las filas. En una de las cartas aparece el relato sobre el esta donde salud de Don Juan, quien vivía en la esquina de Pringles y lo que es hoy poeta Grillo, tenía una quinta en frente de los abuelos y todos.los días hacia las dos cuadras para cuidarla. Las calles eran de tierra y juntábamos mil.moras para hacer dulces. Les cuento que en el invierno un empleado de.la muni me ayudó a sacar un retoño del ciruelo gotita de miel igual.alnque tenían mis abuelos y hoy tenemos dos hermosos arbolitos que plantearemos en el otoño en nuestro siete rumbos. Para los que aún no han ido tienen la posibilidad que ese lugar en el mundo que todos y todas vamos describiendo, genere nuevas emociones cuando el río, los árboles, los pájaros y su gente hacen su magia. Seguimos.
Que hermoso todo lo que cuentas Maria y me maravilla como los retazos de vida que han ido aportando van hilvanando la trama de ese tapiz increible que dibuja naturaleza unida a historias de vida. Nunca me imagine que mi relato de vivencias generara esto tan hermoso
Leti, gran descripción de lo que fue El Trapiche , para todos nosotros los puntanos .
Mir recuerdos y Homenaje a todas las familias que mencionas .
Siempre se tiñen de cuentos las historias que hemos escuchado narradas por mis abuelos Anselmi o Ciporkin de esa bella tierra . Nunca olvidamos nuestro ADN , aunque la vida nos haya alejado de nuestro querido pago tranquilo y de buenos amigos Felicitaciones
También fue maravillosa mi infancia en El Trapiche
Bello relato de mi querida profesora de historia en la mixta .Me emociona ver que sus palabras despiertan sensaciones que parecen dormidas u olvidades …rescatemos todo aquello !!!..estan ahi ..la naturaleza sigue ahi ..miremosla ..disftutemosla ..cuidemosla !!!
Muchas gracias Patricia por tu recuerdo cariñoso de hace tanto tiempo!! Me alegra mucho que te haya gustado la nota. Un beso
Hermosos Recuedos de mi Trapiche, gracias Leticia por recordar a mi madre Doña Alberta, diariamente bajaba de las Sierras donde viviamos para vender empanadas y bizcochos, yo en tanto era chofer de remis ( un burro) en el que paseaba a los niños de los turistas, los Cardozos y los Calderón, entre otros fueron mis clientes. Otro hecho importante fue el desborde del río para la noche buena del año 57, si no me equivoco, arrasó con varias viviendas pero sin víctimas. Hasta hace unos años atrás yo le cobraba a tu mami los impuestos del Trapiche en calle Belgrano. Otras familias tradicionales fueron los Perarnau, Bertín y el Dr Merlín.
Que bueno tener estas noticias!!! No sabia y creo que mi madre tampoco que quien iba a cobrarle era el hijo de doña Alberta!! Nunca me imagine que la publicacion de mis recuerdos me reencontrara con tanta gente a la que me une el cariño por un lugar inolvidable: El Trapiche
Un calido saludo!
Nicolas Campopiano Merlin (nieto del Dr Jose Merlin)
Gracias Leticia por tu narración tan llena de imágenes, sabores, colores y sobre todo recuerdos y sentimientos. Me hiciste viajar en el tiempo y la distancia y se proyectaron en mi mente mil mini peliculitas del querido Trapiche. Soy la prima de María Bonicatto, de la rama mendocina de los nietos del poeta Martín Grillo. Lo que más asocio con esos veranos interminables de la niñez era la completa y total libertad. Libertad de horarios, de tareas escolares, de ‘tener que’. Nunca más sentí algo así. Galopando entre las sierras, sin casco o botas de montar, las bicicleteadas cuesta abajo que me hacía saltar las lágrimas de la velocidad, nadar en el río hasta tener los dedos como pasas, las caminatas hasta cualquiera de las puntas de la estrella, todo, todo con esa sensación plena de vivir el momento. Me acuerdo de caminar del brazo del abuelo en las noches de luna nueva y cuando la oscuridad total y absoluta nos envolvía, él me decía ‘ahora vamos a entrar a la boca del lobo’. Y nos guiábamos de memoria, mirando con los pies y los oídos porque tener los ojos abiertos o cerrados daba igual. O ir a la Capilla los domingos, con el tañido de la campana, mi abuela apurándonos al segundo toque porque íbamos a llegar tarde. Esas misas de gallo, como le llamaban a la celebración de Noche Buena, hasta la medianoche. Qué mezcla de sensaciones…la tabla dura en las rodillas al arrodillarse mezclado con el olor del incienso, el murmuro de los rezos, algún galope de caballo que se colaba desde la calle, la mirada dulce de la Virgencita.
Tantos otros recuerdos, la feria de artesanos, las tormentas de verano con truenos y relámpagos que iluminaban el cielo, las dos o tres nevadas donde todo se cubrió de un resplandeciente manto de brillantina blanca, los cardos floridos y las libélulas que se posaban en el cordel de tender ropa.
Como han dicho antes los bellos vecinos, El Trapiche forma parte de nuestro DNA, siento que somos parte de un grupo muy privilegiado. Les mando a todos un abrazo, y Leticia, de nuevo, gracias por empezar la manta.
Buenisimo el texto!!
Saludos!!!!!
Impecables recuerdos vividos y relatos escuchados de mis padres, y mi abuela Gran escritora de San Luis y sus poesias del trapiche Pituca Montero Mendoza, la gran flia puntana! Agradezco a Dios de poder seguir viajando tantos km a mi amado Trapiche donde esta mi casa de veraneo de mas de 100 años. Reunen lugares y personas ya todas mencionadas.
Abrazo a todos que por por ser de otra generacion los conozco de oido, por mis padres y primos. Les cuento que mis hijos heredaron mi mismo amor por este valle encantado!
Muy hermoso relato, y cercano a mi corazón de trapichero en los ’80s y ’90s…