Fanfarrón, croto y empresario
Por Sebastián Reynoso
En la vida hay quienes suelen vivir una infancia feliz, llenos de todo, desconociendo por completo cualquier tipo de necesidad. Tienen amigos por montones, y a medida que van creciendo se le suman más, se sienten los más populares del barrio, y de algún modo es así.
Algunos hombres, creyendo que era una “viveza”, aprovechaban sus influencias y popularidad de una manera muy poco ética. Engañando o abusando de la confianza de amigos o parejas, a las que solían engañar.
Leonardo tenía un poco de todo eso: era un chico popular, hijo de padres bien posicionados económicamente que le dieron todo y que lo tuvieron casi en una caja de cristal. Sin embargo no faltó oportunidad para que el muchacho pasara por todas: de estar en lo que creía la cima cayó a un pozo.
Sin embargo, hoy recuerda lo hermosa que fue en su niñez y su adolescencia, allí en en el barrio Lafinur. Cómo olvidar las noches en las que se preparaba para ir a bailar, con la ilusión de encontrar a una persona con quien pasar sus días.
Cómo olvidar también esa infancia en la que lo tuvo todo: sus padres nunca le negaron nada.
Pero, creyendo que era parte de lo que una madre o un padre deben hacer por amor a su hijo, no fueron conscientes del daño que también le estaban causando.
Un día su madre enfermó. Al poco tiempo y de manera casi sorpresiva, murió. Leonardo lo recuerda como el golpe más duro que recibió en su vida, algo que lo cambió para siempre.
No sólo cambió su vida sino también la de su padre, que sin poder resignarse a semejante dolor se dedicó a la bebida.
Allí comprendió Leonardo que la caja de cristal estaba rota: un millón de preguntas y ninguna respuesta era todo lo que tenía. Nunca había experimentado el trabajo, no sabía lo que era ganarse la vida por sus propios medios.
¿Cómo iba a saberlo si sus padres nunca le enseñaron a valorar el dinero, nunca le enseñaron
cómo ganárselo con dignidad y sacrificio?
Tuvo que aprender y comenzar de cero: una nueva vida, dejando atrás otra vivida. Pasó hambre, mucha necesidad, durmió en la calle, pero supo levantarse después de cada tropezón.
Eso le sirvió para transformarse en un ser muy especial. Con el ánimo y el consejo de los verdaderos amigos (de esos de los que aprendió también que son pocos, pero suficientes) supo levantar su propio imperio.
Hoy es un gran empresario, una persona solidaria, muy divertida, un verdadero personaje de la ciudad. Atrás quedaron esos años en los que pensó que lo tenía todo, en los que pensó que era realmente feliz.
Ahora que sí lo tiene todo, y que lo valora, es capaz de convertirse en un ejemplo de vida para aquellos que creen que lo importante está en otras cosas.