La Aldea y el Mundo, Notas Centrales

LA ALTERNATIVA SOVIÉTICA

A 100 años de la implementación de la economía planificada en la URSS, un modelo que representó la opción al capitalismo imperante en el mundo

Por Guillermo Genini

La teoría económica identifica dos modelos o mecanismos principales de asignación de recursos que permitirían a una sociedad alcanzar un grado óptimo de bienestar: los regidos por los mercados bajo el principio de la competencia y aquellos basados en la planificación económica. Sobre este segundo mecanismo cabe recordar que hace un siglo comenzó la experiencia de planificación económica más profunda y significativa de los tiempos contemporáneos: la economía planificada de la Unión Soviética.

Las circunstancias que en 1921 dieron origen a este tipo de economía en la naciente Unión Soviética fueron extraordinarias. La Revolución Rusa que triunfó en octubre de 1917 llevó al poder a los bolcheviques, quienes debieron combatir de inmediato contra enemigos internos y externos para imponer su dominio en toda Rusia.

Entre sus principales objetivos se encontraba sentar las bases para un nuevo sistema económico basado en las ideas de Karl Marx. Ello implicaba fundamentalmente la legalización y expansión de la revolución agraria y la toma de posesión de las empresas por parte de los obreros. De esta forma se daba cumplimiento a los principios básicos del comunismo: que la tierra se repartiese equitativamente entre los campesinos, la  desaparición del trabajo asalariado y el combate a la propiedad privada.

La crisis y la economía de guerra

Sin embargo, en medio de una cruenta guerra civil, continuadora a su vez de las atrocidades de la Primera Guerra Mundial de la que Rusia se retiró a fines de 1917, el quiebre de la economía rusa era total y el hambre en las ciudades y en las zonas industriales se convirtió en una constante.

Durante estos años el Gobierno Revolucionario implementó la denominada “Economía de Guerra” que debía lograr el apoyo de las masas obreras y campesinas a la causa comunista.

Así se implementaron forzosamente los decretos que ordenaban la redistribución de la tierra de los burgueses, nobles y de la Iglesia entre los campesinos que la trabajaban, la toma del control de las fábricas y empresas por parte de los comités obreros y la legalización de las expropiaciones espontáneas que se extendieron por el país entre 1917 y 1918.

Esta política revolucionaria en principio consiguió su objetivo principal: obtener el apoyo de la población rural, que representaba más del 80% de Rusia, y de los obreros de los grandes centros industriales y las principales ciudades. De este modo los bolcheviques lograron en poco tiempo quebrar la resistencia y el poder de los empresarios, de la burguesía y de la antigua nobleza rusa. Sin embargo, el nuevo orden no fue capaz de organizar un sistema de producción que superara la profunda crisis económica que afectaba a Rusia.

Los precios de los artículos de consumo masivo aumentaron sin control, el poder adquisitivo del proletariado industrial se redujo a menos de la mitad, la producción de los elementos indispensables para la población civil se hundió y la producción agraria, sobre todo de cereales, cayó dramáticamente. El monopolio estatal sobre la comercialización y distribución de los cereales establecido por el gobierno bolchevique fue poco efectivo a causa de la continuidad de la guerra civil y los problemas generados por la colectivización de la tierra. El hambre y la migración forzada se volvieron comunes, pese a la implementación de un sistema de distribución gratuita de alimentos y bienes básicos establecidos por el gobierno comunista en las zonas que dominaba.

De la emergencia al Gosplán

Frente a este panorama crítico, los líderes bolcheviques, encabezados por Vladimir Lenin, adoptaron un cambio de estrategia para la implementación de los principios del comunismo por medio de la planificación económica. Así se presentó la Nueva Política Económica o NEP que entró en vigor en marzo de 1921, pensada inicialmente como un período temporal por la cual se combinaban algunas prácticas capitalistas con el dominio estatal de la economía planificada.

Cartel de la revolución rusa. 1917

El principal objetivo de la política planificadora era maximizar la renta nacional en algún momento, coordinando la producción agraria dominante en Rusia con las necesidades de una recuperación industrial.

Lenin logró convencer a sus camaradas del Consejo de Comisarios del Pueblo de profundizar y ampliar el poder de los organismos de planificación económica. Así nació, en febrero de 1921, el Gosplán (Comité Estatal de Planificación), que fue el organismo encargado de la planificación económica en Rusia.

A su vez el Gosplan tuvo su antecesor en el Plan GOELRO (Comité Estatal para la Electrificación de Rusia) que en diciembre de 1920 había propuesto llevar, en un largo plazo, la energía eléctrica a todos los pueblos y aldeas del inmenso territorio ruso.

Cuando finalmente los comunistas lograron triunfar en la guerra civil y se creó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en 1922, el Gosplan adquirió un poder casi absoluto sobre las principales medidas económicas implementadas por Lenin, que lo consideraba una pieza clave para centralizar las funciones directivas en materia económica.

Desde agosto de 1923 el Gosplan dejó de tener un papel consultivo y comenzó a regular la política económica de todas las repúblicas que componían la URSS, constituyendo un verdadero plan común que coordinaba el Directorio Estadístico Central, el Ministerio de Finanzas y el Consejo de Economía Estatal. Poco después también coordinó las acciones con el Gosbank (Banco Central del Estado) y el comercio exterior.

Un modelo con alcance internacional

Lenin pensaba que la única forma de superar el atraso de Rusia, donde predominaba la producción agraria junto a las empresas pequeñas, era recuperar y expandir el poder productivo de la gran industria y el aumento de la productividad de las unidades campesinas. Para ello se debía fomentar el “capitalismo de Estado” usando en la industria algunos métodos propios del capitalismo pero sometido al control estatal.

Así, se podría alcanzar en el menor plazo posible el desarrollo industrial de la Unión Soviética y promover el nivel de desarrollo de las fuerzas técnicas productivas que, según Marx, era un requisito para el socialismo.

En forma específica, Lenin señaló que era necesario reconstruir las redes ferroviarias que estaban completamente destruidas, aumentar la capacidad productiva de los centros industriales e incentivar la producción agraria, especialmente de cereales. En todos estos procesos intervino el Gosplan.

Se planificó en forma centralizada cuáles eran las vías férreas que debían reconstruirse primero, así como la compra o fabricación de material ferroviario; se centralizaron las compras al exterior según un plan de prioridades industriales; se fomentó la producción agraria permitiendo a los campesinos disponer del cereal sobrante tras cumplir la cuota estipulada; y tal vez, en su máximo logro, se electrificaron miles de pueblos y aldeas mediante el tendido de líneas de alta y baja tensión, además de iniciar la construcción de decenas de centrales hidroeléctricas y térmicas.

La idea central de Lenin al impulsar este plan era que la electricidad ayudara a elevar la productividad de la industria y la agricultura muy por encima de los niveles previos a 1917.

Se planificó que en un amplio plazo de diez a quince años se duplicaría la producción industrial teniendo a la electricidad como fuente de energía propia y barata. Además, se pretendía acercar a la población rural el bienestar y el progreso que significaba recibir electricidad y presentarlo como un logro del comunismo.

Sin duda, el éxito del Plan GOELRO desarrollado a lo largo de las décadas de 1920 y 1930, representó la mejor carta de presentación de la economía planificada que la Unión Soviética podía presentar a un mundo que veía cómo un modelo contrario al capitalismo se habría paso pese a las grandes limitaciones que debió enfrentar.