El profeta que atrapó el fuego y lo convirtió en mensaje de paz
Se cumplen 40 años del fallecimiento de Bob Marley, referente del reggae y figura principal de una escena musical que busca la paz y la igualdad entre las clases sociales
Por Ángel Altavilla
En mayo de 1981, Bob Marley estaba internado en un hospital, padeciendo un cáncer terminal que lo obligaría a entrar al Olimpo de los Grandes a los 11 días de ese mes. Aunque por su legado en canciones introspectivas, letras de contenido pacifista y un ritmo que haría bailar a cualquiera en cualquier lugar del mundo, con The Wailers se ganó la eternidad varios años antes.
En mi columna “Letras, Personajes y Otras Yerbas”, de los semanarios La Opinión y La Voz del Sud, hubo aportes, menciones y referencias de sus éxitos, como “Could You Be Loved” (del disco Uprising, 1980), elegido por “Racsoul” -el alias de Oscar Tapia Arriaza- vocalista de Racsoulras & Reggae Rocker’s Chile. “De Marley me atrae que es hermano rastafari igual que yo y abrió al mundo una puerta gigantesca mostrando la cultura de África, y continúo el mismo camino, en la misma lucha, ya que aquí en Chile está muy arraigado el concepto rastafari”, expresó el cantante trasandino, que participó del “Bob Marley 70 Años Tour” y compartió escena con los descendientes de Bob.
También aparecen las letras de “Pimper’s Paradise” (Uprising, 1980) interpretada por los villamercedinos The Blessed, y “Iron Lion Zion” (Songs of Freedom, 1992), comentado por el rosarino León Demaría, en su paso por los bares sanluiseños. “El Reggae me hizo volar y conectarme con mi energía interior”, resaltó de una música “que te hace entrar en trance”.
Para los músicos de Reggae Roots, Raggamuffin y Soul es inevitable el lazo sónico que los conecta, y existen detalles no relacionados a la música en sí, pero directos a la comunicación.
Cuando el periodista Reynaldo Sietecase dictó una clínica de Periodismo en el auditorio de la Universidad de San Luis, auspiciado por FM Vorterix, conducía un programa llamado “Guetap”. “Me divertía castellanizar esa palabra, fue una especie de broma”, explicó el periodista rosarino de su invención, claramente inspirado en “Get Up Stand Up” (Burnin’, 1973).
“Me gusta el ‘levantáte’ más allá de despertarse y salir de la cama, lo uso como ‘ponéte de pie’, ‘enderezá los sueños’, de eso se trata, es más profundo: Marley es la síntesis justa entre verdad y belleza”, precisó Sietecase sobre el mensaje social, el perfil y la lucha del jamaiquino. “Marley tendría que ser uno de los derechos universales, te hace bien, te cura las penas. Cuando abro (el programa) con Marley me alegra el día y me imagino que a la gente también”, enfatizó con una sonrisa el comunicador.
El contexto hace al autor
Robert Nesta Marley Booker, que hoy tendría 76 años, nació el 6 de febrero de 1945 en Nine Mile (Jamaica) y fue el compositor de “One Love”, “Africa Unite” y Zimbabwe”, y de “I Shot the Sheriff” (Le Disparé al Comisario “pero no al ayudante”, aclara en la letra), y ante la represión que sus hermanos de color viven, oprimidos y resistidos: ¿qué pensaría de los movimientos I Can’t Breathe y Black Lives Matters? él, que escribió “Ambush in the Night” (Emboscada en la Noche) en la que relató un atentado contra su vida.
Ni el ejército ni la policía podían controlar la violencia política desmedida que vivía Jamaica en los 70, lo que llevó hacia una guerra civil entre pandillas de militantes de dos partidos políticos, el socialista democrático Partido Nacional del Pueblo, y el de centro-derecha conservador Partido Laborista de Jamaica.
La música y la reconciliación nacional
Marley propuso para el 5 de diciembre de 1976 hacer “Smile Jamaica”, un concierto gratuito para promover la paz y la reconciliación nacional para apaciguar los ánimos, pero el 3 de diciembre un grupo armado disparó sobre la vivienda en 56 Hope Road, la casa de Marley donde estaban Bob, su esposa Rita, Lewis Griffith y el mánager Don Taylor, una represalia de los que rechazaban esa movida. El cantante fue herido en el pecho (muy cerca del corazón) y un brazo, bala que permaneció ahí hasta su muerte (preguntándose allegados y doctores si eso causó el cáncer). El día pactado, Marley se presentó en vivo. Tras el concierto, se exilió en Londres, donde grabó (precisamente) “Exodus”.
En abril de 1978 volvió a Jamaica para el One Love Peace Concert, en el que logró que se dieran la mano en el escenario el Primer Ministro y el líder de la oposición, en otro intento por frenar la violencia política y generar la reconciliación nacional. Por esa acción, Marley recibió la Medalla de la Paz en la sede de las Naciones Unidas, Nueva York.
A pesar de todo, dejó para el final de su carrera otro himno pacifista, “Redemption Song”, valorado por dos músicos puntanos entre sus canciones favoritas.
Referente internacional y local
“Indudablemente es el referente más fuerte que tengo y que me acercó al reggae”, declaró Beto Marino, cantante y guitarrista de 4 Monos. “En sus letras de lucha y amor me marcó mucho al componer. El groove de sus canciones es todo lo que queremos y tratamos de lograr siempre… ¡ojalá hayamos podido acercarnos un poco a ese estilo!”, ansía con sonrisas el artista local. “Ese tema me llega bien adentro y me gusta tocarlo”, agregó Beto de uno de los hits del jamaiquino, del último disco, Uprising (1980).
Es además, una canción profunda, de liberación y triunfo espiritual que Marley interpretó pocas veces en vivo. “Antes del Ska escuchaba Reggae, el de la primera época de Los Pericos, a fines de los 80, y en sus recitales hacían covers de Marley. Cuando lo conocí, me cautivó tanto que me compré sus CDs”, comentó Rudy Rivero, referente del estilo “two tone” en blanco y negro del Ska en San Luis. “Fue ‘el Gardel del Reggae’ ¡no hay duda de eso!”, continuó el trombonista y cantante de Skatoness. “Siempre pienso cuánta magia nos perdimos por haber fallecido a tan corta edad.
Utilizó la música de forma combativa contra un sistema y un mundo en el que parecía que todo estaba perdido, por eso dejó una huella muy grande en los músicos de su época y las posteriores”, explicó Rudy, y completó su fervor por Bob al preferir Redemption Song por sobre otras.
“Es uno de los que más me llegó, porque en su letra estaría anticipando su muerte, y si bien me gustan muchísimos -como Kaya, Stir It Up, No Woman No Cry y Ride Natty Ride- con éste marca su despedida y me llega al alma”.
Máximo exponente del reggae y de la cultura y filosofía rastafari, Marley llevaba un tiempo aquejado de un melanoma en un dedo del pie. Dos días antes de su último concierto, se desmayó y en el hospital descubrieron que el cáncer se había extendido a varios órganos.
Aunque le recomendaron descansar en casa, siguió adelante hasta que el cuerpo aguantara. Después del concierto del 23 de septiembre de 1980 en el Stanley Theatre de Pittsburgh, su salud empeoró y canceló el resto del tour para tratarse en Alemania. Murió el 11 de mayo de 1981, a los 36 años.
Activista de la paz, Marley generó desde sus canciones, y con varias letras que aun sin música suenan a poesías, material para fomentar slogans y ser parte de la iconografía que copan las remeras y tatuajes, pintadas y grafitis, en banderas y trapos futboleros y rockeros -cuando solían agitarse en partidos o conciertos- y se transformó en un mito que superó al ser humano.
Así lo interpretó Marcelo Bentivegna, un profesional del humor gráfico que colaboró en este especial dedicado al Mesías del Reggae, faceta en la cual se inspiró. “Marley es como un ángel y las alas son su música”, definió el dibujante, que con sus caricaturas ilustra varias secciones de El Diario de La República y sus suplementos.
“Él fue real y sincero en todo lo que hizo, fue coherente, por eso se lo recuerda. Sin las acciones que respaldaran su música, si no fuera creíble que Bob era así, lo demás hubiera sido ficticio”, sentenció Bentivegna, reafirmando el aporte con el que ilustró este informe: un ángel alado por sus partituras y coronado en un aura de ganja que forma su aura celestial.
Comprometido en la lucha por los derechos equitativos y de justicia social en contra del “Babylon System”, el sistema capitalista que domina gran parte de la sociedad (o el “shitstem” -mierdasistema- como le llamaba Peter Tosh), las palabras de Marley resonaron en millones de oídos -especialmente en el ghetto- por lo que fue venerado por sus colegas artistas, y (aunque él no lo quisiera así) idolatrado por sus fanáticos, que creen en el poder curativo de la música y letra poderosa de su prosa.