Expresiones de la Aldea, San Luis

LLEGANDO TARDE

Por Yéssica Berardi

Llego a casa pasado el mediodía, con mis viandas del hotel, por supuesto, ¡yo no cocino!, no limpio, no plancho, ¡Vivas nos queremos!, ¡Ni una menos! Almuerzo con mis hijos, Fabián se fue a jugar al golf, me prometió volver antes de las diecisiete, así no llego tarde al taller de escritura. Los chicos tienen los dos sus clases por Zoom, a la misma hora, ¡que ocurrencia!, pero bueno, es su problema, yo me voy, me las piro, ¡como sea!

Termino de comer y decido recostarme unos minutos, no alcanzo a hacerlo, cuando leo un whatsaap de la maestra particular de Bautista, reclamándome porque él aún no había llegado a su clase del día, así que me incorporo de mala gana y lo llevo.

Vuelvo a casa, retomo mi siesta, al cabo de un rato leo otro whatsaap de la maestra, lo busco y lo traigo a casa. Lo reto a mi hijo más grande que deje la play y se ponga a realizar sus tareas de la escuela, prendo las computadoras, llega Fabián ¡y me voy al fin!, ¡¡¡Libre soy, Libre soy!!! Subo a mi auto, estoy apurada no quiero llegar tan tarde. No encuentro estacionamiento, así que me subo a una vereda, parece que voy a traspasar una ventana, pero no, giro el volante un poco más a la derecha y diviso un portón verde que está abierto, ingreso, no me detengo, más adelante se ve un árbol grande y frondoso.

Si lo dejo ahí, el árbol lo va a proteger del sol, pienso. Pero al cabo de un segundo, miro más arriba, y veo unos pájaros amarillos gigantes, como lagartijas, encaramados a las ramas, se ven pesados, me da miedo que las ramas dejen de sostenerlos y caigan sobre mi auto, no quiero que lo arruinen o hundan su techo, así que decido estacionarlo al lado de un fuentón o palangana azul con ropa blanca, al lado de una escalera bastante desvencijada.

Cuando me estoy bajando de mi auto, se me acerca la dueña del fuentón, y me pregunta si puede colgar su ropa en mi auto; le contesto que sí, de paso me lo lava, pienso. Le agradezco, tomo mi cartera y el cuaderno y me apuro. No quiero llegar tan tarde.

(*)Yéssica Berardi, formo parte del Taller “Silenciosos Incurables” desde el año 2017. Me encanta escribir e inventar historias, jugar con las palabras, con la fantasía y la realidad, mezclarlas y dejar que ellas solas se conviertan en cuentos, anécdotas, sentimientos. Pero me cuesta en el día a día encontrar un momento en mi casa, donde poder sentarme a escribir, siento que voy cargando una bolsa de palabras e imágenes en mi cabeza, siento el peso de no poder volcarlas en papel o en la  computadora. Por eso cuando puedo ir al taller, cuando me siento en la mesa de la sala de la casa de Vivi, vuelvo a ser yo, me libero ¡y soy feliz!

“Llego tarde”, por Mónica Caruncho Fontela.