Hacia la independencia
Un puntano afrodescendiente casi olvidado, baqueanos que definieron el Cruce de los Andes, temperamentos cruzados y la relación empática de San Martín con Cuyo. El historiador Roberto Colimodio comparte detalles sobre la batalla de Chacabuco
Por Matías Gómez
Roberto Colimodio conocía la precisión logística del General San Martín durante el Cruce de los Andes pero a medida que investigaba para su libro “Los héroes olvidados de la Cuesta de Chacabuco” descubrió tesoros.
“Me sorprendió que él haya calculado enfrentar al enemigo el día 14 en las afueras de Santiago y que todo ya estaba dispuesto para esa fecha, que se adelantó al recibir informes de uno de los baqueanos y a su vez espía.
También el hecho que no fueron tantas las bajas (muertos, prisioneros y heridos) en el bando patriota como haría suponer una batalla entre miles de hombres de cada lado, y que a su vez estos héroes que dieron su vida en Chacabuco no fueron reconocidos posteriormente, de ahí el título de mi obra”, comparte Colimodio quien es miembro de la Academia Argentina de la Historia, de la Academia Nacional Sanmartiniana, del Instituto Nacional Belgraniano y de centros de estudios históricos en Entre Ríos, Corrientes, San Juan y Merlo.
El ejército patriota se enfrentó contra las fuerzas realistas el 12 de febrero de 1817 en Chacabuco, a unos 55 kilómetros al norte de la ciudad de Santiago. Luego de la victoria, y en reconocimiento al esfuerzo del pueblo puntano, San Martín le entregó a San Luis el Estandarte de los Dragones de Chile que aún permanece expuesto en el Museo “Dora Ochoa de Masramón”, en la capital sanluiseña.
“He iniciado gestiones en Catamarca y San Juan para que dos sargentos del Regimiento de Granaderos a caballo caídos en Chacabuco fueran reconocidos con alguna calle o plaza. Ahora me gustaría que algo similar suceda con un puntano muerto en Chacabuco: el soldado Timoteo Páez”, propone Roberto.
Un puntano afrodescendiente
“Timoteo Páez fue un mulato de 15 ó 16 años oriundo de Pantanillo, en el Departamento Junín, que integró el Batallón 8 de Infantería (compuesto mayormente por gente de color) al mando del general Bernardo O’Higgins. Posiblemente fuera reclutado en 1816 a cambio de su libertad pues era esclavo como su madre Felipa Páez de doña Antonia Bezerra viuda de Paéz.
Como muchos otros soldados quedó anónimo para la historia, aunque a más de 200 años aún podemos pagar esa deuda con algún homenaje que recuerde su memoria para este puntano afrodescendiente”, señala el historiador que ha publicado nueve libros, en su mayoría en torno a las figuras del Padre de la Patria y al Creador de la Bandera.
El aporte de los baqueanos a la campaña libertadora
“El conocimiento del terreno es para un comandante imprescindible para desarrollar su táctica y estrategia. Si no lo tiene en forma personal debe obtenerlo de informantes leales y precisos para tomar las mejores decisiones en la campaña.
En los baqueanos, San Martín y sus generales apoyaron sus decisiones no sólo para el Cruce de los Andes sino también que, en base a la información brindada, hasta se cambiaba sobre la marcha como sucedió el 10 de febrero cuando se conocieron los datos del espionaje en Santiago de Justo Estay, baqueano chileno al servicio de San Martín quien agradeció tanto a este colaborador como para decir que “buena parte de la gloria de Chacabuco” le pertenecía.
Los baqueanos, los espías de la llamada “guerra de Zapa”, fueron factores importantes en la campaña”, detalla Colimodio quien ha brindado casi dos centenares de charlas en congresos nacionales e internacionales”.
Temperamentos cruzados
“La relación entre ambos subordinados no era la mejor, Soler, quizá el mejor general que el libertador tuviera, tenía un carácter difícil y era muy exigente consigo mismo y los demás. Y sus modales, a veces, eran irrespetuosos. Ambos fueron los comandantes del ataque en batalla; O’Higgins con los batallones de Infantería N°7 y 8 debía “entretener y distraer” a la vanguardia enemiga mientras Soler y el grueso del ejército y la artillería los rodeaba ocultos por las sierras.
Pero como el chileno se envalentonó y atacó por su cuenta sin esperar a Soler, provocó riesgos en el resultado de la batalla -cosa que San Martín observó y se vio obligado a intervenir con sus granaderos para remediarlo-. La batalla se definió justo en el momento en que llegaba la vanguardia de Soler.
El argentino al ver que no se había cumplido con lo planeado por culpa de O’Higgins fue a pedirle explicaciones en el campo de batalla de muy malos modos y debieron separarlo sus edecanes para que no se golpearan.
Luego, San Martín, quien ya había decidido que su hombre en Chile sería el chileno, envió a Soler a Buenos Aires a disposición del directorio, no sin lamentarse tener que hacerlo, pues perdía a su mejor general, pero debía conservar la disciplina”, apunta Colimodio que ha participado como asesor para los programas sobre Belgrano y San Martín que se estrenaron por Telefé el año pasado.
Cuyo y el Libertador
“La relación fue empática desde el primer momento en 1814 cuando se hace cargo de la gobernación, recién separada de la de Córdoba. Esta entidad o sentido de pertenencia dio a las 3 provincias un nuevo impulso.
San Luis había demostrado su compromiso con el envío de 200 y más reclutas al Regimiento de Granaderos a caballo en 1812, e incluso San Martín había puesto como teniente gobernador a un hombre de su confianza como lo fue Vicente Dupuy.
Ya en Mendoza, San Martín fue creando la atmósfera necesaria para gobernar, con mano firme pero también con compromiso. Sin descuidarse pues primero dispuso medidas defensivas porque también los realistas podían cruzar la cordillera y atacar pues habían recuperado Chile luego de Rancagua. Allí San Martín debe cambiar los planes primitivos, no era lo mismo ir a un país amigo que a tierra en manos del enemigo.
El compromiso de Cuyo fue total, comprendieron de qué se trataba la guerra y los sacrificios que les tocaba hacer como anteriormente lo hicieron las provincias del norte desde 1810 y aún seguían haciéndolo dentro de su escasez. Mendoza, San Juan y San Luis, provincias que aún no habían entrado en guerra comprendieron el papel que les tocaba cumplir y que san Martín les otorgó y lo dieron todo”, detalla.
-¿Qué tan decisivos fueron los sables de vaina de latón durante la batalla?
–Hacés muy bien en diferenciar que de latón eran las vainas y no los sables afilados al molejón (que era una piedra de afilar), tarea que involucró a los barberos cuyanos. Después de Chacabuco el general O’Higgins definió a los sables como “el arma de la victoria” y que los granaderos del tercer escuadrón (los que comandó San Martín) rompieron los suyos en la batalla.
Los “latones” como les decía San Martín en manos de expertos como los granaderos causaban destrozos en las filas enemigas; su principal exponente fue Mariano Necochea, quien fuera varias veces elogiado por sus jefes y tropa y quien fuera el encargado de la persecución de los realistas dispersos luego de la lucha.
El propio Necochea de valerosos sablazos en Las Coimas (previo a Chacabuco) notó que el ruido de las vainas de latón como sonajera contra la montura producía terror en los enemigos, tanto como el filo del sable, como ya lo habían demostrado en San Lorenzo.
Los sables además de un arma decisiva también fueron un instrumento psicológico que desmoralizaba a los hombres que veían el daño que podían causar en el cuerpo. Antes de “probarlos” los realistas se burlaban subestimando a los sables de latón o de palo pintado. Llegó a publicarse la provocación de “vengan con sus sables de lata, que aquí están los vencedores de Bailén”…. así les fue…
-Algunos historiadores dicen que San Martín cometió el error de no perseguir a los realistas vencidos, dando la oportunidad de reembarcar hacia el Perú a 1600 soldados, que serían la base de la expedición de Mariano Osorio. ¿Es posible que haya descuidado ese aspecto, o qué prioridades tenía?
-Esa mirada es respetable, pero hay que destacar que se da con el diario de hoy, con los hechos ya ocurridos. No hay que olvidarse que su ejército había cruzado las cordilleras más altas del continente en 24 días, que apenas había descansado. Debía tomar posesión primero de Santiago y organizar esa persecución. Que por diversos motivos no fue feliz, pues no pudo tomarse el bastión de Talcahuano que luego los realistas utilizaron para reabastecerse y reforzar con tropas de Lima para la expedición de Osorio como bien lo marcaste. La orden de San Martín en Chacabuco fue la de perseguirlos hasta donde soportaran los caballos, que como dijimos no estaban en buen estado por el poco descanso.
Buenas tardes. Necesito información de soldados de apellido Calderón de San luis. Gracias.
Un aporte mas a la historia de San Luis y un soldado puntano protagonista; con un relato único y atrapante.
Recorrer la historia de nuestra Provincia; nos aporta no solo conocimiento; si no con una mirada poética distinta .
Muchas Gracias Matías; siempre destacando algún valuarte de nuestra cultura y en este caso un héroe de San Luis.
Muy interesante, quisiera poder recibir mas informacion sobre San Martin. De ser posible si existe anecdotas o echos en San Juan. Y de los cazadores de los Andes. Estamos recopilando datos para nuestro futuro museo Sanmartiniano. Muchas gracias
Le recomiendo ponerse en contacto con la Junta de Historia de San Juan, la Asociación Cultural Sanmartiniana de San Juan o el Centro de Estudios Genealógicos de la Provincia que tienen editados varios artículos y libros al respecto. También con la Editorial de la Universidad Nacional de San Juan que editó el libro que referencia la nota: “Los héroes olvidados de la Cuesta de Chacabuco”. Cordial Saludo.