Expresiones de la Aldea, Notas Centrales, San Luis

A pulmón y con vocación

El maestro rural Luis Gerónimo Lucero Riera fue uno de los precursores de la investigación folklórica provincial. Una historia impregnada por el amor al terruño

Por Matías Gómez

Luis Gerónimo Lucero Riera alcanzó el reconocimiento nacional hace más de cien años, tras recibir el primer premio por su voluminosa investigación para la Encuesta Nacional de Folklore donde participaron los maestros de las escuelas Láinez.

Al redactar aquel informe tenía 33 años pero fue notificado como ganador a los 54. Es decir, que las autoridades demoraron 24 años y, tres más tarde, el 27 de septiembre de 1948, tras una larga enfermedad, falleció en Nogolí.

Cuando la folkloróloga “Cholita” Carreras descubrió esta situación comenzó una minuciosa indagación para rescatar este legado cultural. Así, en 2005 publicó su trabajo “Luis Gerónimo Lucero Riera”, con prólogo de la escritora Rosa Soria Boussy”, en San Luis Libro.

La obra tiene 250 páginas y consta de dos partes que no sólo abarcan tradiciones, costumbres o leyendas locales sino también observaciones antropológicas.

“Al finalizar la repetida lectura del informe, Lucero Riera había atrapado mi alma. Y desde entonces ya no pude alejar de mi mente su magnífica figura. Es que la admiración profunda que había despertado en mí motivó el ferviente anhelo de dar a conocer algún día su fructífera vida, su meritoria obra y su relevante personalidad. Así nació mi libro”, recuerda María Teresa acerca de este trabajo que le implicó más de un año de intensos estudios, mediante el sistema de Becas de Arte Siglo XXI (BAS XXI).

Investigador nato

“Comencé con avidez la lectura del informe. Y a medida que avanzaba fui descubriendo a un hombre talentoso, diligente, progresista y admirable que -a lo largo de tan brillante trabajo poblado de investigaciones y abundantes datos de la sabiduría popular- superaba la temática de la Encuesta.

Atrapó mi atención. También advertí que antes de comenzar a escribir su informe, al que en ningún momento considera de gran valor, Luis Lucero había planeado su trabajo siguiendo minuciosamente el temario propuesto por las autoridades nacionales. En las palabras preliminares expresa: ´Yo no hubiera podido reunir tanto material si no viniera desde hace muchos años haciéndolo´”, agrega.

“Estaba en presencia de un investigador nato, de un genuino estudioso y observador de cuanto le rodeaba, de un argentino que comprendía la importancia de recopilar la oralidad, de un docente que no realizaba la tarea indicada sólo por cumplir con sus superiores, sino que la concretaba con la vocación de un auténtico investigador.

Leí y releí sus manuscritos muchas veces deteniéndome para observar su letra, analizar sus ideas, apreciar su trabajo, imaginar su universo. Y sentí orgullo por saberlo valioso y nuestro, pero a la vez tristeza por comprender que tanto conocimiento y experiencia, tanta sensibilidad y tesón yacían injustamente olvidados en un viejo archivo, inmerecidamente ignorados por sus coterráneos”, expresa la autora y conferencista, quien fue destacada como madrina del IV Festival de La Tonada, en el Centro Cuyano de Nueva York, en 1998.

A puro pulmón, por vocación y curiosidad, el maestro nacido el 11 de marzo de 1887, recopiló creencias, supersticiones, costumbres, leyendas, refranes, canciones, recetas, datos geográficos y juegos populares, entre otros abundantes elementos.

Amor al terruño

“Al recorrer estos manuscritos pienso que los escribió con sacrificio teniendo en cuenta las múltiples tareas que realizaba este maestro rural al desempeñarse como director de la Escuela Ambulante “E” de aquella época.

Casa de Luis Gerónimo Lucero en Nogolí, San Luis.

¿A qué hora escribiría? Tal vez a la noche, quitando horas a su descanso, a la luz de una vela ya que carecía de electricidad y buscando el calor de un brasero en aquel frío invierno de 1921, allá, en Barrialitos.

Y tengo la seguridad de que lo hizo a conciencia, con esmero, buena redacción, pasión y amor a su tierra.

Éste es el motor que lo movilizó para concretar su gran tarea”, asegura “Cholita” quien actualmente en forma virtual dicta su taller de investigación folclórica cuyo nombre es en honor al maestro rural.

“La lectura de este informe me permitió descubrir el perfil de un hombre generoso y servicial, de un maestro responsable y de un investigador apasionado por nuestras tradiciones.

Tuve la certeza de estar frente a un sagaz observador del universo que lo rodeaba, respondiendo metódicamente y enriqueciendo su informe con valiosas reflexiones y deducciones personales.

Y además aportando interesantes datos de disciplinas no incluidas en la Encuesta Nacional. Superando los temas señalados en la Encuesta, Luis Lucero agregó un anexo que tituló ´Mis observaciones´ brindando un material excelente basado en estudios y prácticas referidas a la flora y la fauna.

Esto dio lugar a fructíferos trabajos que llevó con todo éxito a diferentes exposiciones.

 ´Tal vez – comenta con humildad en un párrafo- no hubiese contribuido con tanto si no hubiese sido que ya estaba en esta clase de trabajo porque me dolía ver que muchas cosas del pasado se enterraban para no verlas más´”, indica.

Precursor

“A lo largo de su vida recibió numerosos reconocimientos: diploma de honor desde el Ministerio de Agricultura (1943) por su trabajo sobre tornería y tinta de algarrobillo; diploma de honor y medalla de oro otorgada por la Sociedad de Beneficencia de San Luis (1927) y numerosas notas enviadas por la Inspección Nacional de Escuelas de San Luis y otras instituciones poniendo de manifiesto la capacidad y el talento de este notable maestro”, repasa “Cholita” quien ha publicado once libros en total.

Asimismo, en San Francisco del Monte de Oro, la destacada docente Rosenda Quiroga resaltó la vocación de Lucero Riera y “su gusto especial por las actividades prácticas, tan meritorias”.

“Antiguos moradores de Nogolí lo recuerdan trabajando con dedicación y entusiasmo en la Comisión formada en 1945 para reconstruir la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes. También se lo evoca como hábil artesano, inspirado poeta, pintor intuitivo y talentoso y músico que ejecutaba con soltura la guitarra y el mandolín”, detalla la folkloróloga.

En 1944, mientras recorría el país recopilando material para sus “Cuentos y Leyendas Populares de la Argentina”, Berta Elena Vidal de Battini entrevistó en Nogolí a Lucero Riera.

“En el tomo I de esta gigantesca obra la escritora transcribe el cuento “El zorro, el tigre y el carancho” que le narrara Luis Lucero. Haciendo referencia a su informante dice a pie de página: ´Luis Gerónimo Lucero, Nogolí, San Luis. Director de Escuela jubilado; como colaborador de la Encuesta del Magisterio de 1921 remitió un gran número de cuentos. Tiene aptitudes sobresalientes de narrador´”, señala María Teresa.

En ese comentario, Berta Vidal desliza una aguda reflexión. “A los cuentos que él oyó desde la infancia en su comarca rural, sumó los que le narraron en los distintos lugares en los cuales residió temporariamente como director de una escuela ambulante. Los cuentos que consigno en esta recopilación me fueron narrados por él de viva voz. Cuando escribía, su prosa se cargaba de expresiones vulgares y artificios y su estilo perdía la espontaneidad del narrador popular”, compara la investigadora.

Aun así, al poner el centro de atención en el saber popular, Lucero Riera habilitó además un punto de encuentro y multiplicó horizontes.

Luis Gerónimo Lucero Riera y dos de sus hijos – Foto La Vía.