Todos de pie: se retira «El Nano»
Joan Manuel Serrat abandona los escenarios en una gira histórica en 2022. Más de 50 años de carrera avalan la grandeza del juglar que trascendió generaciones
Por Pilar Laje
A los 78 años, y después de 57 de carrera como cantautor, Joan Manuel Serrat se despide de los escenarios. “El Nano” como le decimos los íntimos, que somos los que nos hemos emocionado alguna vez con sus canciones, nos dice adiós.
Anunció que su última gira: “El vicio de cantar 1965-2022” durará casi todo este año 2022 y evocará su más de medio siglo de trayectoria.
El músico nació el 27 de diciembre de 1943 en el seno de una familia obrera, en el barrio de Poble Sec en Barcelona. Desde 1965, en que comenzó su carrera, se ha convertido en un referente de la música en castellano y también nos ha seducido con la dulzura del catalán. Esa lengua se hablaba en la casa de su niñez, y la ha incluido en un sinfín de versos y melodías. Fue justamente su infancia y, sobre todo, su vida en el barrio, lo que marcaría muchas de sus canciones posteriores.
Serrat multigeneracional y referencial
Lo hemos escuchado interminables horas, en nuestra niñez, junto a nuestros padres jóvenes, en tocadiscos o en casetes que se rebobinaban dando vueltas con una lapicera. En la adolescencia, identificados con las ideas de cambiar al mundo en las canciones de sus primeros años: tiempos de revolución en que todo parecía posible, del hombre llegando a la luna y de la Guerra de Vietnam; mientras que, en su España natal, la dictadura franquista le censuraba estas canciones del principio de su carrera.
En la adultez encontramos canciones de amor y de poesía mágica que siguen vigentes hoy, retomadas por artistas de otras generaciones y por nuestros propios hijos que recuperan y cantan sus temas. Sus canciones nos llevan a todas partes, ya no tienen edad, pudieron trascender el tiempo.
Logró acercarnos a algunos de los mejores poemas de Antonio Machado, Miguel Hernández, Rafael Alberti y Mario Benedetti, con este último trabajó codo a codo tejiendo el disco inolvidable: “El sur también existe”, en los tiempos del exilio de Benedetti en España.
Son poemas constantes, que llenan su repertorio de paisajes melancólicos, encarnan al pueblo y al compromiso social. Al convertirlos en canciones Serrat hizo una labor impagable en la difusión de la obra de estos autores. Aunque él mismo confesó alguna vez: “la canción es una buena manera de difundir sus voces, pero no ha sido éste el motivo que me llevó a convertir sus versos en canciones, sino más bien el hecho de descubrir en versos de otros lo que yo quería decir y la manera como quería decirlo”.
El Nano de Argentina
Desde muy temprano existió un romance entre “el Nano” y la Argentina, de sus épocas de veinteañero entre hippie y militante de izquierda, sus primeras presentaciones en nuestro país fueron en 1969 en el Canal 9. Ya desde aquellos años tenía en nuestra tierra gran cantidad de fanáticos de diferentes generaciones, seguidores incansables de su vida y su obra, que se han vuelto incondicionales con cada visita y cada recital que él ha realizado en innumerables lugares de la Argentina.
Serrat es como un primo lejano que viene a visitarnos de vez en cuando y corresponde a nuestro cariño con gestos como: reconocerse hincha de Boca, amigo del Negro Fontanarrosa, fanático del tango y de Buenos Aires.
En esa relación amorosa que tiene con los argentinos, hubo algunos momentos de distanciamiento obligado ya que estuvo prohibido durante el último gobierno militar, pero su retorno en 1983 a nuestros escenarios fue “una Fiesta”, según él mismo lo señala. Pasaron tantos años de separación y por eso en el reencuentro, el clima desbordaba alegría, esperanza, optimismo, ansias de libertad, participación popular genuina, después de los tiempos de dictadura tan dura que habían sobrevenido.
Prolífico, distinguido y honorable
Superado ampliamente el medio siglo de cantautor, Serrat ha grabado más de 500 canciones y más de 40 discos. “Mediterráneo” es, según sus cultores, su mejor álbum. No solo fue un éxito comercial, sino que la canción que le da nombre a la obra fue elegida por votación pública como la mejor canción de la historia de la música popular en España. En el 2021, cumplió 50 años y los acordes y las letras de algunos de esos temas: “Aquellas pequeñas cosas”, “Lucía”, “Pueblo blanco” … siguen perdurando. Lo mismo que “Penélope”, “Tu nombre me sabe a hierba”, “La paloma” y “Para la libertad”, entre otros, que se prorrogan; ya que ni el exilio, ni la censura, ni las dictaduras han podido apagar estos clásicos.
De hecho, Serrat es el músico español vivo con más discos de tributo y uno de los autores más versionados. Artistas muy diversos: cantantes melódicos, flamencos, rumberos, voces del jazz y rockeros se han sumado a su trabajo dejando su propia impronta, y estos temas, por acumulación con el paso del tiempo, fueron hilvanando pedazos de múltiples experiencias.
También le han rendido nutridos homenajes, ha celebrado muchos aniversarios de sus estrofas más célebres y le han otorgado multiplicidad de premios y distinciones, diferentes instituciones de la cultura de España y Latinoamérica. Sin dejar de mencionar, que otros cantantes, algunos amigos suyos, como por ejemplo Joaquín Sabina, le han escrito canciones dentro de su propio repertorio.
Las mujeres, el amor, los amigos, el barrio, la crítica social pero también, el mirar a quien te rodea, lo importante de la aventura, lo acertado de ser libre, lo esencial de vivir, se cuelan en sus melodías que reproducen los sentimientos más profundos, las caricias más tiernas, las lágrimas más dulces, las penas más dolidas y las letras más insinuadas.
Él mismo define su trabajo: “he escrito mis canciones mirando lo que pasaba a mi alrededor y dentro de mí. Escuchando las voces de la calle y sus ecos. (…) Trabajando las palabras como el alfarero hace con el barro y el herrero con el hierro, y si las musas llegan y me dan una mano, se lo agradezco”.
Corazón colectivo
Durante todos los años que ha llevado a cabo esta labor de juglar moderno, lo que todos rescatan, ya sea periodistas, público y colegas, es la coherencia en sus ideas y sus actos; su biografía comprometida con la izquierda y la defensa explícita de libertades y valores.
Aunque el rol que asumió hace muchas primaveras ya, como embajador del idioma catalán en la música, lo ha llevado a tener ciertas asperezas y contrariedades. Durante momentos oscuros del fin de la dictadura franquista no cantó en un concurso de Eurovisión representando a España, porque no lo dejaron cantar en catalán; pero tampoco, en los últimos tramos de su carrera, se ha identificado ni sentido representado por un nacionalismo a ultranza o por los independentistas catalanes y sus planteos de la independencia de Cataluña.
De todas maneras, los acordes de “Paraules d’amor”, «La tieta” y “Seria fantastic” quedarán en nuestros oídos más allá de cualquier polémica lingüística.
Otra de sus facetas fue la de galán, en su juventud rebelde, de pelo largo, incursionó en el mundo del cine, pero lo abandonó rápidamente. Tuvo varios noviazgos y fue protagonista de las revistas del corazón de fines de los 60’ y principios de los 70’.
En 1978 se casó con su actual mujer, Candela Tiffón, con quien lleva 43 años de matrimonio, dos hijas y nietos. Igualmente, aún hoy muchas mujeres morirían porque les cantara una canción de amor como hizo con China Zorrilla, que en numerosas ocasiones rememoró una anécdota de cuando estaba en Nueva York y mientras cuidaba el departamento de unos amigos se apareció Serrat en la puerta y terminó cantando, al ritmo de una guitarra, la canción “Señora” solo para ella, en esa ciudad mágica, en invierno al lado de la chimenea, hasta que volvieron los dueños de casa. Probablemente el sueño hecho realidad de muchas “señoras”.
En cualquier caso, todos hemos vivido las historias de Serrat; la vida alguna vez nos ha besado en la boca y no hemos hecho otra cosa que pensar en alguien, sabemos que hoy puede ser un gran día, que a los locos bajitos por su bien hay que domesticarlos y que nunca es triste la verdad, solo no tiene remedio.
Aquí, en Argentina, o en cualquier otro lugar, se torna casi imposible no ponerse la camiseta del Nano. Sus letras cuentan historias como himnos; dejan la sensación de que expresan los latidos de un corazón colectivo. Ahora con su adiós de los escenarios, un poquito sentimos que nos quedaremos sin volver a ver personalmente a un amigo de toda la vida.