Por Alejandra Etcheverry

Sube la noche profunda,
recorriendo el ancho cielo
y la luna vagabunda 
abre sus alas en vuelo.

Del destello que acaricia
la trama que forma un manto,
cada estrella en luz inicia
chispas silentes de canto.

Se abren los brazos del sueño
hechizando lo profundo,
coronándose amo y dueño,
caminando sobre el mundo.

Más para aquellos que beben
sus embrujos en vigilia
y de sus néctares prueben
lo que el sueño no concilia.

Llenarán de arte sus almas
y nadarán con su vuelo,
deslizándose en la calma
por los caminos del cielo.

Algo de noche llevamos
los artistas en el cuerpo
y con magia lo volcamos
mientras soñamos despiertos.