Boxeo en el circo con Abel Bailone
Por Sebastián Reynoso
Para poder desafiar al campeón argentino, primero hay que estar entre los primeros tres puestos del ranking, únicamente tendrán derecho a ser declarados desafiantes los que ocupen los tres primeros puestos en la clasificación oficial y los campeones de la categoría inferior y superior. Si el campeón manifiesta conformidad con el desafío y hubiese acuerdo entre las partes incluidas, el combate por el título deberá realizarse en un plazo no mayor a cuarenta y cinco días corridos, a contarse de la fecha de tomar conocimiento oficial de la respuesta afirmativa. El desafío tiene que llegar en el momento justo.
Abel Celestino Bailone es un gran contador de momentos, su facilidad descriptiva lo vuelve un narrador atrapante, su trayectoria boxística un condimento exquisito:
“En mi cuarta defensa del título argentino me tocó el desafío con Pedro César Duarte, aquel boxeador que estuvo un tiempo radicado en San Luis, era de la categoria mediano, muy buen boxeador, me desafió por el título argentino, ambos habíamos guanteados anteriormente, nos conocíamos mucho, la pelea se hizo en Ciudad de Comodoro Rivadavia, ya que él era de esos pagos, más precisamente el combate se hizo en Caleta Olivia a 30 kilometros de Comodoro.
Cuando llegó el día de la pelea, había tanta espectativa en la demanda de entradas, que nosotros con mi equipo habiamos ido una semana antes, porque eso le hacía bien a la previa del espectáculo, a nosotros los boxeadores, y al promotor para promover la pelea ante la prensa.
Recuerdo que unos días antes se hizo presente el promotor de la pelea en el hotel donde estábamos hospedados, y me dijo: a la pelea nosotros la íbamos a hacer en una institución de los Salesianos de la obra de don Bosco, allí hay un salón muy grande, con una capacidad para 1000 personas, ahí íbamos a hacer al festival de boxeo, pero hay tanta demanda en las entradas, que necesitamos sí o sí una capacidad más grande.
Daba la casualidad que justo esa semana en la ciudad estaba parando un circo muy atractivo que se llamaba «El Real Sevilla», y que tenía una capacidad de público para 5.000 personas. Entonces el promotor me pregunta si yo tenía algún inconveniente de pelear en el circo, por lo cual no lo dudé ni un segundo, y le respondí que no tenía ningún inconveniente. Tenía tan claras mis metas, mis objetivos y esta pasión por el deporte, por eso me adaptaba rápidamente al lugar que fuese, sabiendo de antemano que los camarines y el verstuario donde nos íbamos a vestir, nos iban a vendar, serían las propias casillas rodantes de los mismos trabajadores del circo.
Cuando llegó el momento había que ir desde afuera del circo, o sea desde las casillas rodantes hasta dentro del circo, y ver a toda esa gente. Cuando ingresamos, la verdad que me sorprendió, fue una experiencia muy linda que jamás la podré borrar de mi mente, sobre aquellos años gloriosos”, concluye Bailone.
