Célebres sin fronteras
Cuando cientos de personas intentan llegar a un futuro mejor y se hunden en el mar, conviene recordar que gran parte de la historia de la humanidad es posible gracias a las migraciones
La Opinión/ La Voz del Sud
Albert Einstein, Freddie Mercury, Hannah Arendt, Víctor Hugo y Sigmund Freud tuvieron algo en común: todos ellos fueron –en algún momento– refugiados. Sin embargo, pocos los recordarán por su nacionalidad y muchos de nosotros, por su aporte a la historia, la ciencia, el arte y la literatura. Fueron sin duda brillantes en sus campos, celebridades al fin.
Como tantos otros, tuvieron la posibilidad de huir de la violencia o la persecución y (sobre todo) de ser acogidos en algún país. Y a decir verdad, los países de destino tuvieron la suerte de alojar a estos grandes talentos en su territorio. Sin ellos la historia hubiera sido distinta y muy probablemente el mundo no sería lo que es hoy.
Como ellos, millones de personas esperan ahora su oportunidad para desarrollar su capacidad y su talento. Pero lamentablemente (también para nosotros) no todos llegan a hacerlo.
Aportes en el mundo de la ciencia
De todos los científicos tuvieron que huir de la Alemania nazi, Albert Einstein es tal vez el más (pero no el único) importante. El autor de la teoría de la relatividad y creador de la física moderna debió escapar en 1932 tras la incorporación de su nombre entre los autores prohibidos por el régimen de Adolf Hitler. Los libros eran quemados en la hoguera por ser considerados obras de un judío alemán traidor a la patria.
El premio Nobel de Física 1921 tuvo la suerte que miles no tienen hoy: fue acogido en los Estados Unidos, desde donde continuó con sus investigadores, cambió la forma de mirar el universo y revolucionó el mundo de la ciencia. No es casualidad que después de eso sean las universidades de ese país las que tengan uno de los mayores niveles de desarrollo científico y tecnológico.
Otro Premio Nobel que debió refugiarse durante la Segunda Guerra Mundial fue Severo Ochoa, un científico español que tuvo que emigrar hacia EE.UU. en 1941. Desde ese país continuaría con sus estudios y conseguiría por primera vez la síntesis del ARN (ácido ribonucleico) en laboratorio, descubrimiento por el que fue premiado en 1959. El galardón fue compartido con su discípulo Arthur Kornberg quien por supuesto era de nacionalidad norteamericana.
Las pastillas anticonceptivas también le deben su origen a un refugiado. Se trata de Carl Djerassi, un científico que tuvo que escapar tras la anexión de Austria por la Alemania nazi en 1938.
El joven de 16 años consiguió una beca y comenzó sus estudios en los Estados Unidos. Allí patentó un compuesto que se convertiría en el primer antihistamínico comercial. Unos años después, ya instalado en México, Carl inventó la que hoy conocemos como “la píldora”.
Proveniente de Austria también fue el neurólogo Sigmund Freud, que llegó a Inglaterra también escapando del nazismo en 1938. El padre del psicoanálisis fue en ese entonces un refugiado, aunque murió al año siguiente de huir.
El mundo de la filosofía, las letras y las artes
La filosofía y las letras han tenido también un gran número de refugiados. Entre ellas se encuentra la filósofa alemana Hannah Arendt. Arrestada por la Gestapo, logró escapar primero a Suiza y luego a París. Debió huir nuevamente hacia los Estados Unidos en 1941, país del que se convirtió en ciudadana. Fue allí en donde escribió dos de sus obras más conocidas: “Los orígenes del totalitarismo” y “Eichmann en Jerusalén”, en donde analizaba las características de los regímenes totalitarios y desarrollaba el concepto de “banalidad del mal” por el que afirmaba que cualquier persona en su sano juicio es capaz de cometer los peores crímenes cuando se encuentra dentro de un régimen tiránico.
Sus reflexiones tuvieron que ver con muchas historias, y sobre todo con la Argentina: Eichmann fue un criminal de guerra alemán que logró escapar hacia nuestro país, capturado en 1961 y juzgado en Jerusalén.
La filosofía había tenido unos años antes a otro célebre refugiado en su haber: Karl Marx vivió en 4 países, de los que huyó por sus ideas. Francia, Bélgica e Inglaterra le dieron asilo desde 1843, cuando tuvo que abandonar el antiguo Reino de Prusia. El teórico político sigue causando controversia y sus ideas siguen siendo utilizadas para analizar la actualidad, aún 200 años después de su nacimiento. Sin dudas su condición de refugiado tampoco lo definía.
En el mundo estrictamente literario, autores como Víctor Hugo (escapando de Napoleón III), Isabel Allende (sobrina del presidente derrocado por la dictadura de Pinochet) y el Nobel Joseph Brodsky (que huyó de la URSS) se sumaron a la larga lista de talentos que debieron dejar sus países de origen.
El caso más reciente es el de Behrouz Boochani, un periodista iraní-kurdo preso por cinco años en el centro de detención de la isla de Papúa Nueva Guinea (controlado por Australia) y que escribió su libro a través de mensajes de Whatsapp: “Sin más amigos que las montañas” – la obra que cuenta su vida como solicitante de asilo– ganó este año el Premio Literario Premier de Victoria que otorga Australia, un país que paradójicamente no puede visitar.
Compositores, músicos, actores y cineastas crearon arte universal. Muchos de ellos también fueron perseguidos y se vieron obligados a migrar.
Es el caso de Farrokh Bulsara (conocido como Freddie Mercury) el excepcional cantante de Queen. Freddie nació en la isla Zanzíbar (Tanzania) de la que él y su familia debieron huir rumbo a Gran Bretaña a causa de la revolución de 1964, que derrocó a la elite gobernante y en la que miles de árabes e indios murieron (se calcula que fueron al menos 17.000). Fue en Londres donde comenzó sus estudios en la Escuela de Arte Ealing y el lugar en que conocería a los compañeros de su futura banda. Queen no habría sido Queen si él y su familia no hubieran encontrado refugio.
El deporte y la innovación como refugio
La familia de Giannis Antetokounmpo huyó de la violenta Nigeria en 1991 rumbo a Grecia, en donde vivieron por varios años como ilegales. Sin la documentación necesaria para residir en el país europeo y ante el constante temor de ser deportados, Giannis y sus hermanos se convirtieron en vendedores ambulantes, ganando (a veces) lo necesario para comer.
La vida de Giannis cambió por completo en 2007 cuando comenzó su carrera en el básquet, descubierto casi por casualidad. Hoy, es estrella de la NBA.
El deportista conocido como “The Greek Freak” fue también un refugiado sin papeles, aunque poco importe a estas alturas su nacionalidad para los amantes del deporte.
Igual de comprometidos con sus disciplinas se mostraron los miembros del equipo Olímpico de refugiados que compitió por primera vez en Río 2016. Deportistas de Siria, República Democrática del Congo, Sudán del Sur y Etiopía, entre otros, continúan haciendo un gran aporte pero no abandonan el sueño de representar a su país.
Hay inventos que sí representan a una nación pero que no hubieran sido posibles sin la migración: Sergey Brin, cofundador de Google, tenía seis años cuando huyó del aumento del sentimiento antisemita en la URSS.
En 1979 el niño no sabía que se convertiría en creador de una de las empresas de internet más importantes del mundo. Su invento fue todo un hallazgo y pocos sabríamos qué hacer hoy con una computadora si no existiera el buscador que, aunque nos parezca mentira, no siempre estuvo ahí.
Una imagen reciente tal vez resumió lo que significan los refugiados para el mundo, y para la sociedad: fue en la obra del artista británico Banksy en un campo francés. Allí se podía observar a Steve Jobs (uno de los fundadores de Apple) como un refugiado más y con sus pertenencias a cuestas: en efecto, el empresario es hijo de un inmigrante sirio.
El mensaje fue contundente, aunque aún no se vea con claridad: lejos de ser una carga, los refugiados pueden contribuir (y a veces de manera impresionante) a los países de recepción y a la sociedad en su conjunto.
Si con estos ejemplos no basta, imaginemos el mundo sin algunos de estos personajes célebres de la historia y la humanidad.
Es un articulo imprescindible de leer. Aprendi mucho. Tambien lo pensé mucho, como el mismo autor invita. Pero , que haya entre los migrantes potenciales figuras de renombre por sus talentos, no debería ser la razón para su aceptación.
Sino: que …..todo hombre es mi hermano!