Por Alejandra Etcheverry

Las calles se reflejan en luces amarillas.
El cielo cubre charcos con tonos azulados
y el humo se descorre con gris de alcantarillas,
cantado por la lluvia en blues de un día agitado.

Son trajes en oliva los reflejos urbanos,
sobre la esquina el rojo se asoma a la vereda,
pasan las sombras raudas cruzadas entre manos,
como rueda el destino de una burda moneda.

Es un retrato apenas, pintado en un momento,
del correteo inquieto que me taladra el alma.
Al trasponer la puerta se calla en movimiento,
y en tus labios silentes me recibe la calma.

La ciudad está afuera con su grito de frío,
adentro hay otro mundo, otro mundo muy mío.