La mujer y los altos cargos
La Opinión, octubre de 1923
La comisión que tiene a estudio en el Congreso la reforma a la ley municipal, acaba de presentar despacho aconsejando entre otras novedades que la mujer puede ser elegida para desempeñar funciones municipales.
La invocación que ya es una práctica establecida en países europeos, tiende a implantarse entre nosotros, reintegrando a la mujer en el ejercicio de los derechos que por aberraciones y prejuicios de otra época le fueron arrebatados.
Las antiguas reglamentaciones establecieron una desigualdad inexplicable con los que las leyes acuerdan al sexo masculino.
Si la mujer puede ser elegida para las funciones municipales, es lógico que se acuerde el derecho a ser electora, sobre todo para cargos de esta clase en que la vida doméstica tiene tantas afinidades con las funciones edilicias.
Sancionada la reforma que comentamos, no es difícil que pase mucho tiempo sin que veamos al frente de la comuna de la Capital Federal una señora Intendenta ocupando el sillón que tanto renombre dio a don Torcuato de Alvear.
La provincia de San Luis, que tiene una legislación bastante adelantada, no debe dejar pasar desapercibida esta reforma.
Esto, entendiendo que esta ley puede ser introducida sin ningún perjuicio alguno en nuestro régimen municipal, ya que no existe ningún inconveniente de orden constitucional.