B.A.P. BUENOS AIRES AL PACÍFICO
Por Roberto Tessi
De aquella primera línea férrea llamada Ferrocarril del Oeste, partía un día de 1875 desde el Puerto de Rosario, provincia de Santa Fe, hasta Villa Mercedes, el Presidente de la Nación Nicolás Avellaneda.
A bordo del viaje inaugural era acompañado por las máximas autoridades, incluidos embajadores y el Nuncio Apostólico, además del poderoso General Julio Argentino Roca, que mucho había tenido que ver con este emprendimiento.
El viaje se repetiría para nuestra ciudad el 8 de octubre de 1886 con la inauguración del último tramo (324 kilómetros), desde la estación Diego de Alvear (Santa Fe) hasta Villa Mercedes.
Era otra línea ferroviaria que nos unía con Buenos Aires y que había sido fundada como empresa el 10 de octubre de 1882 en Londres, con un capital de un millón de libras esterlinas en acciones y otros aportes de gran monto.
El concesionario fue el Sr. Juan E. Clark, de origen chileno, que ya había firmado contrato con el Estado Argentino en 1874 para la construcción de dos líneas ferroviarias, una de Retiro a San Juan pasando por Junín, Villa Mercedes, La Paz y Mendoza, hasta llegar a San Juan.
En tanto, la otra línea (de trocha más angosta para empalmar con los ferrocarriles chilenos) salía de Mendoza hasta San Felipe o Los Andes. Esta variante dependía de la resolución del cruce del punto más alto del paso cordillerano, debiendo estudiarse el Paso de Los Patos o por Uspallata, según la factibilidad, que se definió perforando la montaña con un túnel a la altura de Las Cuevas, una verdadera proeza de la ingeniería para aquellos tiempos.
La apertura de esta ruta de hierro significó un avance notorio para toda la zona de Cuyo y en lo particular para nuestra ciudad, pues la mayoría de los pasajeros que encaraban ese periplo trasandino hacían escala de un día o más en esta.
Fue así que compañías de músicos, cantantes, grupos de teatro, cómicos y conferencistas aprovechaban la escala para ponerse a tono con públicos distintos a los de la gran ciudad.
La compañía Teatral de Elías Alippi, que presentó algunas de sus obras más renombradas en el pináculo de éxito, el Circo de los Hermanos Podestá, o la Cantante Libertad Lamarque, acompañada de su orquesta, fueron algunos de los sucesos más comentados por largo tiempo en las instalaciones del Teatro Sportman.
La estación, que aún se conserva como edificio pese a algunas intervenciones poco felices posteriores, además de los injertos de ocupaciones ilegales que aún no se pueden corregir, mantiene su estilo británico que impuso la revolución industrial que nació en Liverpool, e impuso su arquitectura con sus ladrillos vistos de junta tomada, cañerías y cables sin empotrar y las techumbres de chapa de zinc ondulada, que perduran casi intactos pasados más de cien años.
Diversos muebles, objetos y hasta utensilios de cocina se siguen usando en los hogares del barrio. Todos denotan su origen por el sello grabado que ostentan “B.A.P”, que no muchos saben qué significa: no es el caso de aquellos que acreditan años y aún se refieren a aquel Ferrocarril como “La Empresa”.
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