Expresiones de la Aldea, Notas Centrales, San Luis

Huellas acompasadas de Polo Godoy Rojo

A 106 años de su natalicio, el retrato del escritor y maestro desde la mirada filosófica de su hija, Mirtha Godoy

Matías Gómez

Las yemas de sus dedos han raspado la tinta de los barquitos de papel en la laguna de su pueblo, ha saboreado la comida humeante de su mamá, ha rascado el lomo de su perro (León) custodiando los caballos de su papá, ha cazado tucos, ha galopado entre el río y las peperinas sin fin, ha sufrido el desgarro por abandonar su tierra natal para estudiar en la ciudad. “Algo me anunciaba ya por el camino que marchaba hacia un lugar muy triste y donde todo me sería extraño; y pensando en los domingos que allí me resultaban cortos para jugar, esa tarde, encerrado en mi pieza, como un pobre pajarito sin alas”, relata Polo en “Poemitas del alba”. Esta breve narración poética y familiar, publicada en 1953, impregna los sentidos e inclina la memoria hacia los encantos naturales.

Con los años, la rueda del tiempo giró, y los hijos de Polo experimentaron un contraste similar.

“La decisión de venirnos a Córdoba la tomaron nuestros padres con el deseo de que sus cuatro hijos pudiésemos seguir estudiando, ya que en nuestro pueblo Concarán, no había, en ese tiempo, secundario. Fue un cambio muy grande, ya que nuestro padre venía de ser director de la escuela de Pozo Cavado, donde al personal docente lo formaba él y la maestra, Olga Adre, en cambio, la escuela a la que fue trasladado aquí en Córdoba tenía tres turnos y 60 maestras. Gran responsabilidad”, contó su hija Mirtha Dolores Godoy de Reinoso.

“Pero se adaptó muy bien a su nueva tarea, y ello le permitió ser muy reconocido por toda su actuación como director siendo muy apoyado por maestras, padres y vecinos, sin duda porque él supo manejarse siempre con mucha responsabilidad y prudencia”, recordó sobre su papá que nació en Santa Rosa del Conlara, el 26 de enero de 1914, y murió a los 90 años, el 4 de julio de 2004.

Su experiencia docente en Concarán, los parajes Monte Carmelo, Balcarce y Pozo Cavado, lo empujó a llevar adelante un diario, del cual germinará su trascendental obra “Donde la Patria no alcanza”, laureada con el primer premio de la “1ª Bienal Puntana de Literatura”, y con faja de Honor de la SADE.

Entre cuentos, poesías, novelas, relatos para niños y obras de teatro, el autor sumó 28 publicaciones. Con “Campo guacho” obtuvo el Premio Emecé, en 1960. El diario La Prensa lo ubicó, entonces, “entre quienes continúan la senda por la que transitaron Hernández, Payró, Sánchez, Güiraldes y Linch”.

En Córdoba fue inspector de escuelas e integró la junta de clasificación docente. “Al jubilarse se realizó en la Escuela Nacional N°95, donde había sido director, un hermoso y emotivo acto. La escuela adornada con sus poesías y las palabras de un ex alumno fueron pronunciadas por el vicedecano de Medicina de la Universidad Católica de Córdoba, Antonio Brax, que concluyó su discurso diciendo: ´Tengo el honor de haber sido alumno de Polo Godoy Rojo´, y en realidad fue del primer grupo de alumnos que Polo tuvo en Concarán”, reveló Mirtha.

Lector y escritor incansable

“Escribía mucho, siempre con entusiasmo y mucha constancia. Era sumamente disciplinado. Además era un lector apasionado. Increíble su capacidad para leer tantos autores, los clásicos, poetas de distintas nacionalidades, filósofos (admiraba a Ortega y Gasset, a Unamuno) cuentistas, autores de novela y también muchos libros de educación.

Siempre quería estar actualizado. Recuerda mi hermano Osvaldo haberle oído comentar que los mejores escritores de cuentos eran los rusos. Viendo hoy su biblioteca tan amplia y completa nos admira la capacidad para captar con profundidad todo lo que leía y transmitirlo a los que compartíamos gratos momentos con él. También le gustaba leer sobre la vida espiritual”, precisó.

Polo apuntaba a diario en sus libretas. “Clasificadas prolijamente por año, por temas, muy detalladas. Allí volcaba todo lo que observaba, lo que vivía día a día, los datos que pensaba podían ser importantes para sus escritos, relatos que le hacían sus familiares, sus amigos o personas que iba conociendo. Por supuesto pidió nunca fueran difundidas, era algo muy personal”, detalló Mirtha.

Reconocimientos en Córdoba

Polo participaba activamente en el ambiente cultural cordobés. La filial de la SADE en esa provincia lo reconoció como uno de los escritores del milenio y en la Universidad Nacional de Córdoba, se estudian sus obras más importantes.

“El titular de la cátedra Literatura Argentina, hoy profesor emérito Torres Roggero, organizó una jornada dedicada a mi papá. Tuve la alegría de acompañarlo junto con mi esposo, y fue para él un día de gran emoción. Roggero es quien escribió el estudio preliminar de su novela “Donde la patria no alcanza”, que publicó San Luis libro. Además, hay una escuela a la que el gobierno de Córdoba puso su nombre en el barrio Ciudad de los Niños. Y la plaza de Barrio Panamericano lleva su nombre, otorgado por la municipalidad”, destacó Mirtha.

Docente también puertas adentro

“La personalidad de nuestro padre hacía que con observar su vida, escucharlo, nos transmitiera el amor por la literatura, la música, todo con naturalidad, alentándonos siempre con mucho cariño. A los cuatro nos gustaba escribir, y también los cuatro tocamos algún instrumento, piano o guitarra. Lo que nos permitía realizar hermosas reuniones familiares. Hoy quedamos solamente los mayores, Osvaldo y yo, y por cierto siguiendo siempre el camino que nuestros padres nos señalaron”, dijo.

Mirtha es licenciada en Filosofía y destaca la influencia que ejerció su padre en esta vocación. “Cuando cursaba cuarto año en el Normal de Profesores Alejandro Carbó teníamos una materia que me encantaba: Historia de la Educación. Se analizaban autores importantes en la educación y siempre se comenzaba con la Fundamentación Filosófica, las ideas de ese autor.

Una noche angustiada fui a pedirle ayuda pues no entendía la teoría de los dos mundos de Platón. Con gran calma sacó una hoja, y con dibujos y esquemas me fue explicando lo que yo no entendía. Para mí fue descubrir un mundo nuevo: la Filosofía. Me gustó tanto su explicación tan clara y precisa que le comenté y fue a su biblioteca y me trajo para que leyera ‘Las lecciones preliminares de Filosofía’, de García Morente. Así empezó mi camino de búsqueda de la verdad”, expresó.

“Y ahora, después de su partida, leí en una de sus libretas un análisis prolijo, sintético de la ‘Crítica de la Razón pura de Kant’. Se lo leí a mi esposo, también licenciado y profesor de Filosofía, porque realmente era admirable el análisis que había realizado. Y era solo un humilde maestro de escuela”, agregó emocionada.

Textos inéditos

“Quedaron sus obras de teatro, algunas premiadas, como “El Despeñadero azul”, “Las andanzas de Juancito el zorro”, libros de poesías para niños, poesías, sonetos como “El exiliado” (dedicado a José de San Martín) premiado por el Instituto Sanmartiniano de Buenos Aires en 1950, que son 12 sonetos”, repasó su hija.

“El ‘Romance al Padre Brochero’, premiado por el Instituto Brocheriano de Capital Federal en el año 1959, y una obra que me interesaría publicar que es un valioso documento de la vida cultural y social de Concarán en la década de los 40 titulado ‘Conversando con Concarán’. Y muchos más que sería largo enumerar.Y por supuesto toda su obra musical: zambas, tonadas, gatos, que están a la espera de ser dados a conocer y que de eso se encarga mi hermano Osvaldo”, agregó.

Pasos acompasados

Mirtha subraya también la compañía de su mamá, Dora Angélica Ponce, para generar un espacio donde el arte y el afecto sean los pilares.

“Era profesora de Música, se había recibido con premio de medalla en el Conservatorio Santa Cecilia. Maestra de música en la Escuela Provincial de Concarán, fundó con la señora Margot Ernst de Pereyra el Conservatorio Williams en Concarán. El piano sonaba todo el día en casa, música, sonidos que me parecen escuchar todavía .

Mi padre escribía, tocaba la guitarra y cantaba muy bien, y con mi madre entonaban a dúo hermosas canciones hasta los últimos años que estuvieron juntos. 66 años de matrimonio. Además siempre estuvo a su lado acompañándolo, en todo momento. A esto hace referencia Polo en la poesía que le dedicó: ´esta mujer, que acompasa sus pasos a los míos´”, evoca.

Mirtha señala el compromiso de Polo con la dignidad y la calidad de vida. “Era un gran defensor de la justicia, de la paz y de los niños”, expresó.

Sobre el panorama literario actual, Mirtha reflexiona: “Pienso que actualmente la literatura va abriendo nuevos caminos, nuevas formas de manifestarse y expresarse. Y por cierto que eso es valioso. Personalmente prefiero siempre como lo ha hecho en su obra nuestro padre que transmita un mensaje, que tenga un contenido basado en la realidad, expresado con belleza, pero que deje paso a una reflexión que nos haga movilizar el corazón”.

Además, la maestría de Polo radica en el permanente diálogo con el paisaje, con ese misterio que elude las cifras y los aspavientos. Sus palabras remiten a una fuente que conecta con los ciclos. Y ese movimiento puede iniciarse también en plena pandemia. Acaso para tomar distancia de la virtualidad o recuperar el equilibrio. Porque sus libros derrochan motivos para caminar.

Pequeña galería con recuerdos de familia

Un mensaje que Polo Godoy Rojo dejaba a los jóvenes…