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No será en el futuro…

La columna de Iris

Nena, nena, mañana Día Internacional de la Mujer. Ya sé que no hay que decir se celebra. No sé si decir se conmemora, se recuerda, o simplemente es el Día Internacional de la Mujer. Te quiero decir algo: estoy un tanto agotada de discutir las formas, que cómo se dice, que cómo se enfoca, que… Y reconozco la importancia que tiene, no me hago la tonta, pero a veces me cuesta un poco llegar al fondo porque pierdo mucho tiempo en eso.

Siempre es bueno volver a las fuentes. Y voy a recordar el motivo de señalar este día: “La idea de un día internacional de la mujer surgió a finales del siglo XIX, pero fueron distintos sucesos en el siglo XX los que han derivado en la conmemoración que conocemos hoy.

Uno de ellos, quizá el más simbólico, se produjo el 25 de marzo de 1911, cuando unas 149 personas, la mayoría mujeres, murieron en el incendio de una fábrica en Nueva York. El suceso reveló las penosas condiciones en las que trabajaban las mujeres, muchas de ellas inmigrantes y muy pobres.

El suceso  generó grandes movilizaciones y marcó en el calendario un día que ya se había empezado a conmemorar dos años antes también en la ciudad de Nueva York, donde las Mujeres Socialistas conmemoraron por primera vez el Día Nacional de la Mujer.

Era el 28 de febrero de 1909 y más de 15.000 mujeres salieron a la calle para reivindicar mejores salarios, reducción de la jornada laboral y el derecho al voto.

En 1910, la Internacional Socialista proclamó el Día Internacional de la Mujer para reivindicar el sufragio femenino, la no discriminación laboral, el acceso a la educación, y otros derechos fundamentales. Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza lo celebraron el 19 de marzo con encuentros a los que asistieron más de un millón de personas, la inmensa mayoría, mujeres.

El último domingo de febrero de 1913, las mujeres rusas celebraron el Día Internacional de la Mujer que en otros países comenzaba a señalarse el 8 de marzo. Cuatro años después, en 1917, como reacción a la muerte de más de dos millones de soldados en la guerra, las rusas convocaron una huelga para ese último domingo de febrero.

Las protestas y manifestaciones que iniciaron ese 23 de febrero –8 de marzo en el calendario gregoriano usado en otros países– condujeron a una movilización general que provocó la abdicación del Zar y condujeron a un Gobierno provisional que les concedió el derecho al voto. La ONU lo declaró oficialmente en 1975”.

Me quedó medio largo, me lo robé de Google, de varios lugares. Pero cuando lo vuelvo a leer me parece elocuente.

Rescato: es la lucha de las mujeres, es la lucha de los derechos, conmueve a los poderosos de todo tipo. Y lo triste es que una buena parte del precio es siempre la muerte. Me parece que es esto lo que no se comprende. El precio que se paga en dilaciones, en demoras, en obstrucciones, en parodias, en trampas, es la vida de muchas mujeres.

No es algo que pasó, es algo que pasa. Ayer, hace mucho, hace poquito, ahora. La lucha es justamente para cortar esta frase: fue en el pasado, es en el presente, y no debe ser, no será en el futuro. Y cierro con algunas, que dicen todo mejor que yo.

Virginia Woolf: “Me atrevería a aventurar que Anónimo, que tantos poemas escribió sin firmarlos, era a menudo una mujer”.

Caitlin Moran, periodista: “Cuantas más mujeres protesten, en voz alta, contra el feminismo, más probarán que no sólo éste existe, sino también que disfrutan de sus privilegios, ganados con tanto esfuerzo”.

Gloria Steinem, periodista: “Todavía me hace falta escuchar a un hombre pedir consejo sobre cómo combinar el matrimonio y una carrera”.

Margaret Atwood, poetisa, novelista: “Los hombres tienen miedo de que las mujeres se rían de ellos. Las mujeres tienen miedo de que los hombres las asesinen”.

Gerda Lerner, historiadora: “La ignorancia de su propia historia de luchas y logros ha sido una de las principales formas de mantener a las mujeres subordinadas”.