Expresiones de la Aldea, San Luis

De la histórica fundación de San Luis II

La Columna de Iris

Seguimos recordando otro aniversario de nuestra querida San Luis. Vamos a rememorarlo, en continuado, con otros párrafos de “De la histórica fundación de San Luis I. Tomo I”. Obra de Enrique Pavón Pereyra, publicada por San Luis Libro. Esta obra es parte de la “Colección del Bicentenario”.

La vida cotidiana de estas personas no puede decirse que fuese muy divertida y la plaza, como señalamos al principio, resultó ser el centro de tertulias y fiestas. En las conmemoraciones, lo religioso y lo profano se mezclaban y fundían; así, las procesiones fueron a la vez cortejos cívicos, y las fiestas patronales contaban con cabalgatas en las que los miembros del cabildo mostraban orgullosos el estandarte real. Entre las fiestas religiosas más importantes se encontraban el día de Corpus Christi y el del patrono de la ciudad; en tanto que la visita de autoridades civiles o eclesiásticas también era excusa suficiente para sacudir la modorra cotidiana.

Dados, tabas y barajas eran tan usuales en la vida del conquistador como su espada y su cruz, siendo las pulperías, posadas y fondas los lugares adecuados para estos difundidos juegos de azar.

Las iglesias y conventos estuvieron siempre en la vanguardia de la sociedad del proyecto indiano y marcaron el ideario de muchas generaciones posteriores. Su prestigio e influencia en la ciudad y en la toma de decisiones fue inmenso, y su acción evangelizadora no tuvo parangón alguno en épocas pasadas y futuras.

Cinco órdenes religiosas se establecieron en América: Dominicos, Franciscanos, Agustinos, Mercedarios y Jesuitas. Este clero regular lleva una rígida vida en comunidad, no pudiendo poseer bienes particulares, tratar ni contratar; y se ajustaban a los votos de obediencia, pobreza y castidad.

De todas las nombradas, nos interesa destacar aquí y ahora la Orden de Santo Domingo, la primera llegó al Tucumán, desplazándose más tarde a Cuyo, Litoral y Río de la Plata.

Se estima que a comienzos del siglo XVII fue fundado el convento dominico de la Ciudad de San Luis de Loyola bajo el título de Santa Catalina Virgen y Mártir, por el prior del convento de Mendoza y vicario provincial de los conventos de Cuyo Fray Acacio de Naveda.

Otro estudioso del tema eclesiástico en San Luis, el padre Saldaña Retamar considera que la fundación de dicho convento se debió al padre Baltasar Verdugo de Valenzuela en el año 1600. Sin embargo, no ha podido establecerse con plena seguridad hasta la fecha el momento exacto en que fue creado; sí puede afirmarse que para 1603 ya funcionaba, y que su vicario era el padre Antonio Garcés.

El fundador de San Luis de Loyola, Luis Jofré, como así también su padre, Don Juan Jofré, como así también su padre, Don Juan Jofré de Loaysa, estaban emparentados directamente con la orden de los dominicos, como por ejemplo con fray García de Loaysa, Maestro General de la Orden y con Fray Jerónimo de Loaysa, primer obispo y arzobispo de Lima.

Dedicados, como no podía ser de otra manera, a la predicación y a la enseñanza, supieron soslayar la escasez de recursos superando holgadamente el ejido de la capital puntana. La devoción popular a la Virgen del Rosario, como así también a la Nuestra Señora de Luján, la Virgen de los Dolores, Nuestra Señora de Copacabana, Nuestra Madre de las Mercedes y Nuestra Señora del Carmen, así lo atestiguan.

La Orden de Santo Domingo tenía, además, otros conventos en el actual territorio argentino y paraguayo, perteneciendo todos ellos a la provincia dominicana chilena; aun después de constituirse la actual provincia los conventos de Cuyo continuaron perteneciendo a Chile hasta fines de 1809.

Qué hermoso es contar la historia y reconocerse en un pasado propio. Es retratar lo nuestro. Hace a la puntanidad. Hace a una identidad que nos enorgullece, nos distingue, nos emociona y nos conmueve. Y hay muchas miradas de la historia, esta es una. Cabe reconocerlas todas, y cabe recordarlas una y mil veces.