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Los primeros modernos

Laura Malosetti Costa, doctora en Historia del Arte, analiza las transformaciones impulsadas por un grupo artístico que compartió sueños, polémicas y un proyecto nacional y a la vez cosmopolita, durante las últimas décadas del siglo XIX

Por Matías Gómez

Los primeros modernos es una obra crucial e insoslayable para acercarse a aquel período clave de la historia cultural argentina, cuyas pinturas siguen siendo admiradas, valoradas y resignificadas por el público y los artistas contemporáneos”, resalta en la contratapa el Fondo de Cultura Económica.

Malosetti Costa (Montevideo, 1956) es académica de número de la Academia Nacional de Bellas Artes, investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), profesora titular regular de la Maestría en Historia del Arte Argentino y Latinoamericano, y coordinadora del Instituto de Investigaciones sobre el Patrimonio Cultural, en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

-A medida que investigaba para este libro, ¿qué lugares comunes encontró en los relatos del arte argentino a fines del siglo XIX?

-El motor mismo que me impulsó a trabajar fue precisamente los lugares comunes que encontraba en toda la bibliografía hasta entonces: que era un arte de segunda mano, retrasado, que copiaba modelos europeos y encima copiaba mal, modelos anticuados y no los de vanguardia.

Que los cuadros que a mí me fascinaban (Sin pan y sin trabajo de Ernesto de la Cárcova, o El despertar de la criada de Eduardo Sívori, por ejemplo) representaban el momento de mayor “servilismo” de los artistas locales, mal influidos por las academias europeas, anticuadas y mediocres, que su ceguera o ignorancia no había permitido a los artistas argentinos adherir a las vanguardias. En fin… una desvalorización general del arte del período para destacar, como su contracara, otros momentos posteriores.

-¿Qué tensiones, desafíos e inventivas implicó la profesionalización del pintor en aquellos años?

-En primer lugar, que había que inventar todo: academias, museos, público, mercado, el gusto por las artes visuales, que era prácticamente inexistente. No hubo en Buenos Aires academia ni museo hasta el fin del siglo XIX. El Museo Nacional de Bellas Artes se fundó en 1896 y la Academia Nacional de Bellas Artes recién en 1905, a partir de la oficialización de la que había creado, con carácter privado, la Sociedad Estímulo de Bellas Artes en 1876.

El arte se cultivó en los grandes centros urbanos, pero a diferencia de México y Río de Janeiro, que tuvieron academias tempranamente por ser centros coloniales importantes, o de Santiago de Chile que fue el destino elegido por artistas viajeros que fundaron allí academia a mediados del siglo, en Buenos Aires (y menos aún en otras ciudades argentinas) no hubo un despliegue de actividad artística acorde con su extraordinario crecimiento económico a lo largo del siglo.

Los muy ricos viajaban a Europa, y algunos formaron sus colecciones de arte europeo, pero pese a que hubo iniciativas como la de Sarmiento – quien también consideraba las artes como un elemento imprescindible para el progreso de la nación – no hubo proyectos que fructificaran hasta que ese grupo de artistas que llamé los primeros modernos, fundara su Sociedad Estímulo en 1876.

En esos años la principal tensión fue el arribo masivo de nuevos inmigrantes pobres a partir de las décadas de 1870 y 1880. Los nuevos inmigrantes eran en su mayoría italianos y españoles. Se generaron prejuicios y el modelo francés fue omnipresente como sinónimo de alta cultura. La profesionalización de los pintores luchó, por ejemplo, contra el prejuicio hacia todos los usos decorativos de la pintura, contra el prejuicio hacia los decoradores de edificios, los tallistas, los escultores que hacían ornamentos para las fachadas, los ilustradores de revistas… Hubo una idea de que el “gran arte” era enemigo de esas manifestaciones “menores” y que los artistas argentinos estaban condenados a ser copistas de las nuevas tendencias que sólo tenían lugar en París.

-¿Cómo eran los roles de las elites intelectuales y de la crítica?

-Buenos Aires era una ciudad letrada con una altísima circulación de información a través de los diarios y revistas de todo lo que ocurría en Europa, y en particular en París, la capital del mundo moderno por entonces. La literatura europea circulaba en los diarios en forma de folletín y había corresponsales que hacían crónicas de las exposiciones de arte, de las grandes ferias universales, hasta de las subastas… Se podría decir que era una ciudad de viajeros, de muchos viajeros inmóviles, que estaban informados de todo sin haber viajado nunca a Europa.

“L´alouette de la barriere”, de Sivori Eduardo (Óleo sobre tela).

Los miembros de las elites económicas en cambio viajaban mucho, algunos vivían buena parte de su vida en Europa. Y coleccionaron arte europeo, algunos incluso compraron grandes premios en los salones. Pero también fueron miembros de esas elites económicas quienes introdujeron nuevas ideas acerca del arte, su rol en el avance de la civilización y el progreso, el ascenso social, la justicia y la paz.

Algunos de ellos adhirieron a los incipientes movimientos socialistas y anarquistas y fueron verdaderos idealistas. Y no es poco lo que lograron. La crítica fue un instrumento importantísimo para crear un ambiente para el arte en Buenos Aires. Se dieron tremendas batallas en los diarios a favor y en contra – a menudo con violencia – de todas las manifestaciones culturales europeas y locales.

Además, de publicar numerosos artículos sobre arte argentino y latinoamericano, Malosetti Costa ha presentado “Cuadros de viaje” y “Collivadino”, entre otros libros destacados. También ha sido curadora de diferentes exposiciones nacionales e internacionales. En 2006 y 2016 fue reconocida con el premio Konex.

Asimismo, ha sido investigadora visitante en la University of Leeds en el Reino Unido, en la École des Hautes Études en Sciences Sociales y el Institut Nationale d’Histoire de l’Art de París, en la Universidad Nacional Autónoma de México, entre otras instituciones.

“La fundación de la Sociedad Estímulo de Bellas Artes en 1876 generó en Buenos Aires un clima de confrontación y polémica en torno a la posibilidad de un arte plástico nacional y moderno. Las bellas artes se discutieron en relación con su importancia estratégica como elemento transformador del destino de la nación. Laura Malosetti Costa analiza la actividad artística plástica en Buenos Aires durante las últimas décadas del siglo XIX para situarla en el contexto más amplio de la historia política, económica, social y cultural del país. Identifica el surgimiento, el apogeo y la crisis de un proyecto llevado adelante por un grupo de artistas —Eduardo Sívori, Eduardo Schiaffino, Ángel Della Valle y Ernesto de la Cárcova, entre otros—, y propone una novedosa coherencia entre sus prácticas y las imágenes que crearon en sus obras”, detalla el Fondo de Cultura Económica.

-En esa generación persistía la convicción del arte como elemento transformador de una nación, ¿hoy cómo analiza Usted que se resignifica aquel objetivo entre el público y los artistas contemporáneos?

-No sé si puede pensarse hoy en la capacidad transformadora del arte en términos de nación. Pero sin duda creo que esa capacidad ha persistido a lo largo del tiempo en obras que lograron mayor o menor trascendencia pero lograron algo: una micro revolución en la cabeza de quienes se ven interpelados por ellas. Pienso por ejemplo en las obras de Antonio Berni en la Argentina. O el Guernica de Picasso, y tantas otras a lo largo del casi siglo y medio que nos separa de aquellos primeros modernos.

-Acerca de este periodo clave en la historia cultural argentina, su libro señala que el público vasto, no erudito, fue en definitiva el que consagró las piezas fundamentales, ¿cuánto ha cambiado ese poder actualmente por ejemplo con las redes sociales o con las subastas por cifras exorbitantes aunque de dudosa calidad?

-La cuestión del arte contemporáneo y su público es algo complejo, pues a menudo se vuelven tan sofisticados y sutiles sus lenguajes que su universo de interlocutores es una elite de iniciados y conocedores. Es una cuestión no saldada (aún cuando la pandemia y la circulación de arte en las redes sociales cambió bastante las reglas) la contradicción entre masividad y calidad en el arte. La cuestión de los precios de las subastas en verdad es algo que considero un show mediático de algunos millonarios.

Colección digital del Museo Nacional de Bellas Artes

A fines de 2006, Malosetti Costa fue curadora de la exposición “Primeros modernos”, donde se pudo apreciar la trayectoria de aquellos artistas sobre los que investigó para su libro. Actualmente, algunas de esas obras maestras también pueden disfrutarse en la galería virtual de la institución: https://www.bellasartes.gob.ar/coleccion/

“Hubo en esta generación un manifiesto interés por adquirir un lugar en los grandes debates del momento. Una voluntad de integrarse al mundo intelectual, interactuando con escritores, poetas e historiadores con el objetivo de generar ámbitos comunes de sociabilidad. Este grupo de artistas y su accionar instauró un clima de modernidad artística que preparó el terreno para las generaciones futuras”, señala la presentación de esta fascinante muestra.

“Sin pan y sin trabajo”, la obra de Ernesto de la Cárcova (1894).