Expresiones de la Aldea, Notas Centrales, San Luis

Balde, una historia de esfuerzos

El primer pozo artesiano de Sud América y su agua termal incomparable

Por David Taverniti (*)

Al recorrer las calles del pueblo de Balde es difícil no viajar imaginariamente en el tiempo. Esta vieja estación de trenes, una obra con más de 100 años de construida, nos hace inevitable relacionar su historia con la emblemática obra realizada aquí para encontrar agua.

Ese líquido, que fue tan atesorado en el siglo XIX por dar el auxilio indispensable para que las locomotoras funcionaran y dejar marcado para siempre el progreso de Balde, es el mismo que hoy gracias a sus propiedades curativas y termales con una temperatura de 43 grados centígrados, permiten el turismo. Estas aguas fueron descubiertas con asombro a casi 600 metros de profundidad gracias a la perforación del primer pozo artesiano de Sud América.

Un pozo artesiano es aquel manantial que comunica con un acuífero cautivo de agua por encima del nivel freático. Es surgente cuando el líquido confinado asciende por encima de la superficie del terreno en forma natural hasta alcanzar un nivel casi equivalente al punto de alimentación de la capa cautiva, quedando minorado debido a la perdida de la carga.

Su nombre surgió en Artois (en castellano Artesia) Francia.

Según se evidencia de los escritos del profesor Martin Pérez “Balde, Provincia de San Luis, una instalación humana en la región árida argentina, esta pequeña población distante 30 kilómetros al oeste de la Ciudad de San Luis, ofreció condiciones favorables para intentar una perforación artesiana. Hacia 1882, época en que el país comenzaba a desenvolver sus riquezas, sospechadas unas, casi sin explotar otras, la agricultura estaba todavía en sus comienzos y con la ganadería comercial ocurría lo propio.

En 1882 el Gobierno de la Nación adquirió en Francia los materiales necesarios para la realización de los primeros trabajos para utilizar agua subterránea, tareas por completamente desconocidas en nuestro país.

La Casa León Dru de París proveyó a nuestra República de las máquinas y herramientas necesarias. Adquiriendo tres equipos completos para efectuar perforaciones, uno de 700 metros de capacidad, otro de 250 metros, y un tercer aparejo de sondajes a mano para profundidades de 30 metros.

En las estipulaciones del contrato firmado con la Casa Dru, cabe destacar que ésta se comprometía a enviar parte del personal técnico. Así arribaron un ingeniero y un jefe de sondeos por cuenta del gobierno argentino, quienes, una vez en el país, quedaron bajo las órdenes del Departamento de Ingenieros Civiles, entre los que se destacaba el Ingeniero Eduardo Aguirre.

El primero de estos profesionales debería ser competente en materia geológica para ‘‘efectuar viajes de estudio y determinar los parajes en que convenga hacer ensayos y a la vez dirigir las perforaciones que se practiquen”.

Para desempeñar esta misión llegó a la Argentina el ingeniero francés Alfredo Jegou trayendo como auxiliar técnico, al jefe de sondeos W. Duflos. Acompañado de un colega argentino, Jegou realizó estudios por toda la zona oeste y centro de la Provincia de San Luis, elevando al Gobierno Nacional como resultado de sus observaciones, un documentado informe de carácter hidrogeológico.

Se estableció el sitio para realizar la gran perforación en la Estación Balde, durante los meses de octubre de 1883 a febrero de 1884. Para ello se utilizó el aparejo de 250 metros y se realizaron dos perforaciones en carácter de prueba. Al mismo tiempo con estos trabajos de exploración se procedió a instalar el equipo mayor, emplazando como torre del sondeo una resistente cabria de 16 metros de altura construida con vigas de madera dura, la cual hasta hace pocos años aún se conservaba recubierta de chapas de cinc, tal como fuera construida en el año 1883.

El Gobernador de San Luis Dr. Ricardo Rodríguez Saá acompañado de otros funcionarios inaugura obras en la localidad de Balde. En este caso
es el oratorio dedicado a Santa Ana, hacia 1935. Foto de José La Vía.

Según nos narra el profesor Pérez, el 20 de marzo de 1884 se dio comienzo al sondaje definitivo el cual debía de quedar terminado doce años más tarde.

Como, en general, las capas atravesadas por la perforación eran muy blandas, ocurrieron frecuentes desprendimientos que entorpecieron y atrasaron la marcha del trabajo.

En estos atrasos también incidieron la falta de mano de obra y personal competente, así como la inexistencia en el país de repuestos para el equipo, que ocasionaron inconvenientes y prolongadas paralizaciones.

Pese a ello, y con la tenacidad puesta por parte de los encargados del proyecto, fueron halladas distintas capas de agua, todas saladas. Luego de salvar varias dificultades de todo género a los 594,10 metros bajo la superficie del suelo se descubrió la capa artesiana, alcanzada en noviembre del año 1887.

Asimismo, y siguiendo con las malas rachas, una enorme masa de arena obstaculizó los trabajos teniéndose que emprender las tareas necesarias para limpiar el pozo.

Los gastos en los tres primeros años de trabajo ascendieron a la suma de 187.397,51 pesos fuertes.

Este proyecto llegó a su primer éxito el 20 de febrero de 1888, el cual fue llevado a cabo en condiciones por demás precarias: el agua artesiana comenzó a surgir esta vez en buen caudal, llenando el pozo de maniobras y el ante pozo. Se tenía la certeza de un resultado positivo, pero aún era necesario efectuar en el sondeo una prolija limpieza, quitando todos los obstáculos que se oponían a la libre afluencia del preciado líquido.

Para comparar el pasado con nuestra actual realidad, las dificultades financieras porque pasaba la Nación en los años 1888 y 1889 obligaron a suspender la mayor parte de las obras públicas, salvándose de esta medida aquella que, por su estado, o por su indiscutible utilidad, no era posible demorar sin grandes perjuicios, como la perforación de Balde.

Posteriormente el nuevo y más grave inconveniente que surgió, fue el desgaste de las herramientas que no permitía avanzar más, motivo por el cual se encargó a la Casa proveedora de París lo necesario para su reparación. Mientras llegaban los materiales pedidos a Europa se agudizó la crisis general, crisis que necesariamente repercutió en todos los servicios del Estado.

Los problemas económicos del país obligaron a suspender en febrero del año 1890 los trabajos del pozo artesiano. No obstante, el Gobierno y el personal a cargo de la obra sabían que era demasiado sensible abandonar la perforación, obra de tantos años de labor, con resultados tan halagadores, cuando las fatigas y problemas se veían coronadas por el éxito y teniendo ya hechas las mayores inversiones.

Fue en ese momento que los Ingenieros Civiles, comprendieron y aprovecharon la llegada de los materiales pedidos a Francia, reiniciando el trabajo en el año 1894 con grandes restricciones en materia de gastos.

Una vez efectuada la adecuada limpieza del pozo, volvió a surgir agua en excelentes condiciones de potabilidad, a razón de 5.000 litros por hora y a una temperatura de 34 grados, consiguiéndose así los fines que se perseguían y con un plus mayor ya que a futuro los estudios darían como resultados las propiedades curativas de las mismas.

Cabe resaltar a nivel histórico que este tipo de trabajo fue de los primeros que se realizaban, no sólo en la República Argentina sino también en América del Sur.

Fuentes:

Memorias del Departamento de Obras Públicas de la Nación 1885 – 1888, tomo 1, 33.

PÉREZ, Martin, Balde, Provincia de San Luis, una instalación humana en la región árida argentina, en Boletín de Estudios Geográficos Universidad, N° 3. Mendoza, UNCuyo, 1949.

(*) Artículo gentileza de Historiadores de San Luis: https://www.facebook.com/Historiadores-de-San-Luis-101157691597551

La torre empleada para el artesiano de Balde. En primer plano dos piletas, una de ellas cubierta, construida por la Empresa del Ferrocarril para la reserva de agua.