Conociendo a un desconocido
Descripciones y detalles del primer exilio del presbítero José de Oro en San Luis
Por Guillermo Genini
El presbítero José de Oro (1777-1836) fue inmortalizado en las magníficas páginas que le dedicó su sobrino y discípulo, Domingo Faustino Sarmiento, en su libro “Recuerdos de Provincia”. En esta obra universal publicada en Chile en 1850, Sarmiento evocó con dulzura la figura de su amado tío que jugó un rol fundamental en su formación como persona y como intelectual al punto de afirmar: “Mi inteligencia se amoldó bajo la impresión de la suya, y a él debo los instintos por la vida pública, mi amor a la libertad y a la patria, y mi consagración al estudio de las cosas de mi país, de que nunca pudieron distraerme, ni la pobreza, ni el destierro, ni la ausencia de largos años”.
El tiempo más importante en esta trascendental relación que compartieron tío y sobrino de dio en San Luis cuando el presbítero Oro fue desterrado de San Juan y enviado a San Francisco del Monte en 1825, lugar a donde un joven Sarmiento de 14 años quiso acompañarlo.
Pero más allá de estas famosas palabras, la figura de Oro sigue siendo un desconocido para los puntanos y no está presente en la memoria histórica de San Luis. Este hecho pude ser revisado para lograr un mayor conocimiento sobre una figura histórica que ha quedado estrechamente vinculada con nuestra provincia.
Según los datos reunidos por el genealogista sanjuanino Guillermo Collado Madcur, José de Oro nació en San Juan en 1777, hijo de Juan Miguel de Santa María de Oro, natural de la ciudad de Buenos Aires y de la sanjuanina doña María Elena Albarracín y Guevara, y se ordenó de sacerdote en Santiago de Chile en 1800.
Vivió con intensidad la vida pública de los agitados tiempos que le tocaron protagonizar. Bautizó al menos a dos prisioneros ingleses que fueron confinados en San Juan en 1808. Adhirió a la Revolución y se sumó decididamente a la empresa sanmartiniana.
Al crearse el Ejército de los Andes se incorporó como Capellán en el Regimiento N11 de Infantería de Línea, participó en el Cruce de los Andes y estuvo presente en la Batalla de Chacabuco y auxilió allí a heridos y moribundos.
Tras volver de Chile sus vinculaciones familiares y políticas lo colocaron en el bando contrario al del Teniente de Gobernador de San Juan, José Ignacio de la Roza, quien estaba casado con María del Tránsito de Oro. En este conflicto dentro de los intereses sanjuaninos debe buscarse el origen del vínculo del presbítero Oro con San Luis. De la Roza se enfrentó en 1818 con la poderosa familia de su esposa de la cual formaban parte los hermanos José Antonio, Administrador de Aduana, Fray Justo, Diputado al Congreso de Tucumán, y José, presbítero y activo político. A fin de evitar un mayor cuestionamiento de su autoridad (y un posible derrocamiento), De la Roza reemplazó a José Antonio como Administrador de Aduanas y exilió a Fray Justo a Chile y al presbítero José a San Luis, con el aval del Gobernador Intendente de Cuyo, Toribio de Luzuriaga.
Según refiere el propio Sarmiento, los Oro fueron acusados de ser partidarios de José Miguel Carrera y, por lo tanto, considerados enemigos de San Martín. Afirma Sarmiento que cuando entrevistó a San Martín en Francia en 1846: “Nunca pude hacer a San Martín en Francia entrar en pormenores, sobre sus desagrados con el clérigo Oro; pero ellos habían chocado, y los Oros sido presos como partidarios de los Carreras, o más bien como enemigos de San Martin y de don Ignacio de la Rosa, su teniente en San Juan”.
No se conoce con precisión la fecha en la cual se deportó a San Luis al presbítero Oro, pero debe ser cercana a la salida de Fray Justo a Chile, es decir en mayo de 1818. En la jurisdicción puntana el Teniente Gobernador Vicente Dupuy utilizaba como práctica habitual concentrar a los religiosos díscolo o disidentes en el Convento de los Dominicos. De este modo podían vigilar sus movimientos y controlar sus escritos. Tal vez ese haya sido el destino inicial del presbítero Oro, pero posteriormente se lo envió a La Carolina para que Oro pudiera ejercer la administración de los sacramentos.
Sin embargo, el exilio del presbítero Oro no fue largo, pues el 9 de enero de 1820 la sublevación de Batallón de Cazadores de los Andes derrocó al Teniente de Gobernador De la Roza y con ello cambió completamente la situación política de San Juan.
Desde esa fecha comenzó a gestarse el regreso de Oro a San Juan que vivía una convulsionada situación interna y ponía en riesgo a toda la Gobernación Intendencia de Cuyo. Dupuy continuó fiel a la situación previa e intentó bloquear y aislar a los revolucionarios sanjuaninos y mantener el confinamiento de los exiliados, entre ellos José Navarro y el presbítero Oro, quien poseía un carácter decidido, enérgico y audaz.
El 30 de enero de 1820 el Cabildo de San Juan en nota a Dupuy y al Cabildo de San Luis exigió la liberación de esos dos confinados:
“Con la deposición del Teniente Gobernador Don José Ignacio de la Rosa, deben cesar en sus padecimientos algunos vecinos, que la arbitrariedad de aquel Jefe, había sacrificado a sus resentimientos personales. Ningunos merecen más las consideraciones de este Pueblo que los beneméritos Don José Navarro y presbítero José de Oro, y por lo mismo interesan a V. S., esa Municipalidad y Vecindario en que se sirva ponerlos en franquía para su regreso” (AHM, C. 694, Doc. 7, f. 14).
Ante la negativa de las autoridades puntanas que dilataron su respuesta sobre la situación de estos confinados se produjo un hecho de acción directa: la fuga del presbítero Oro.
Posiblemente el 8 de febrero de 1820 Dupuy informó a las autoridades de Mendoza sobre la sorpresiva fuga de Oro y dio a entender que recibió ayuda del Prior de los Dominicos de San Luis, Isidro González:
“El presbítero Don José de Oro, que por disposición del ex Gobernador Intendente de la Provincia anterior de V.S. fue confinado a esta, ha fugado de La Carolina a donde permanecía haciendo las funciones de Ayudante Cura por particular empeño del Vicario interino de esta ciudad el Padre de la Orden de Predicadores Fray Isidro González. Según he deducido de mis interrogaciones casi me atrevo a asegurar a V.S. que su dirección ha sido a San Juan, y que el objeto que tuvo en solicitar de concierto con el expresado Padre González en fugarse en aquel punto, no fue otro que el de corromper las naturales virtudes de aquellos habitantes y que luego que consideró inverificable su proyecto, y trascendentales a este Gobierno sus intentos, tomó el desesperado partido de desaparecer, haciendo sentir los atroces efectos de la ingratitud a las consideraciones con que había sido tratado” (AHM, C. 694, Doc. 7, f. 22).
Efectivamente, tal y como sospechaba Dupuy, el presbítero Oro logró escabullirse de San Luis, regresó a San Juan y se plegó de inmediato al bando que había derrocado a De la Roza y luchaba por lograr la independencia de esa jurisdicción. Es por ello que no resulta llamativo que haya firmado el Acta por la cual se declaraba la Independencia de San Juan el 1 de marzo de 1820. Desde entonces se incorporó a la vida política de San Juan en donde se destacó por su prédica enérgica en defensa de las autoridades provinciales.
Sin embargo, en julio de 1825 suscribió, junto con otros sacerdotes y notables vecinos de San Juan, un petitorio que cuestionaba un artículo de La Carta de Mayo, primer ensayo constitucional de San Juan impulsado por el gobernador Salvador María del Carril, que permitía la libertad de culto.
Tras su promulgación, el presbítero Oro formó parte del movimiento revolucionario que derrocó a Del Carril el 26 de julio de ese año.
Apoyó el gobierno de Plácido Fernández Maradona y tras la derrota en el Combate de Las Leñas, que implicó el efímero regreso de Del Carril al gobierno de San Juan, fue condenado a muerte por su protagonismo en la asonada. Pero a ruego del vecindario, esta pena fue conmutada por el nuevo Gobernador de San Juan, José Navarro (el mismo que estuvo exiliado en San Luis), el 16 de septiembre de 1825 por el destierro a Chile, que posteriormente se cambió a San Luis en donde iniciaría su segundo exilio. El resto es historia conocida.
Fuentes
Archivo Histórico de Mendoza, Sección Gobierno, Carpeta 694, Documento 7.
COLLADO MADCUR, Guillermo Kemel (2016). Genealogías del Dr. D. Francisco Narciso de Laprida y fray D. Justo de Santa María de Oro, en Publicación del Centro de Genealogía y Heráldica de San Juan, N° 9.
VIDELA, Horacio (1972). Historia de San Juan, Vol. 3 (1810-1836). Buenos Aires, Academia del Plata-Universidad Católica de Cuyo.
SARMIENTO, Domingo Faustino (1850). Recuerdos de Provincia. Santiago de Chile, Julio Belin.