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Ser madre como bandera de lucha

Mujeres que defienden a quienes no podrán hacerlo. Un recorrido por diferentes colectivas y representaciones presentes a lo largo de la historia argentina

Por Naomi Calabrese (*)

A lo largo de la historia argentina podemos reconocer distintos grupos formados por mujeres que se oponen a políticas implementadas por el gobierno de turno, o que buscan lograr cambios sociales. Pero la mayoría de estos grupos tienen una peculiaridad; no solo son mujeres en su sentido más amplio sino que son específicamente madres. Madres que salen a reclamar acceso a un trabajo digno y a la canasta básica de alimentos, madres que buscan a sus hijas/os desaparecidas/os, madres que luchan por evitar que sus hijas/os crezcan en ambientes contaminados. Los grupos modifican sus pedidos según la época y la necesidad, pero las reúne una misma característica: ser madres preocupadas por el futuro de sus hijas/os.

La primera agrupación que reunió a miles de madres y las sacó de la cocina ( donde un entorno completamente machista las encerraba allí) fue la Unión de Mujeres Argentinas (UMA), fundada en el ´46. Durante el gobierno de Perón, se incorporaron a las fábricas muchas mujeres, que se encontraron con peores condiciones que los obreros, desigualdad salarial y una falta de beneficios; por los que no se le permitía reclamar, ya que no podían formar parte significativa de los sindicatos. Contra todo esto se propuso luchar la UMA y logró avances en el mundo laboral femenino. Si bien no se puede demostrar que el grupo estuviera conformado completamente por madres, en esa época la mayoría de las mujeres que accedían a un trabajo era porque necesitaban mantener a su familia.

La Liga de Amas de Casa, fundada en el ‘56, fue menos revolucionaria que la UMA pero firme en sus cometidos; lanzaron campañas contra la inflación de esos años y diversas capacitaciones.

En el transcurso de los años posteriores hubo distintas organizaciones, destinadas a juntar a madres que no llegaban a fin de mes, cansadas de un Estado que no daba respuestas ni soluciones, mientras la crisis económica avanzaba y arrasaba con todo. Se caracterizaron por las huelgas y cacerolazos llevados a cabo.

En el ‘76, Argentina sufre un golpe de estado que duró 7 años. Con la Junta Militar en el poder se cometieron todo tipo de atrocidades y violaciones a los derechos humanos; miles de personas desaparecieron durante esos años. Los desaparecidos no eran procesados judicialmente, eran llevados por militares a centros de detención clandestinos, allí eran torturados hasta la muerte y luego tirados en algún lugar recóndito. Las Madres de Plaza de Mayo comenzaron a reunirse frente a la Plaza de Mayo y a hacer su “ronda” para no ser detenidas por no circular. Buscaban respuestas, pedían audiencias con el jefe militar que detentaba el poder: Jorge Rafael Videla.

Exigían conocer el paradero de sus hijas/os y el retorno con vida. Sin embargo, nada ablandaba su corazón o los hacía dudar de las órdenes recibidas; mientras, torturaban, secuestraban a bebés y se los daban a conocidos o incluso se los quedaban ellos como una especie de “botín de guerra”. En base a esto se creó Abuelas de Plaza de Mayo, una organización que persiste en la actualidad y busca restituir la identidad de los bebés robados, en su mayoría sus nietos, durante la dictadura.

En marzo del 2002 madres cordobesas, pertenecientes al barrio Ituzaingó Anexo, comenzaron a exigir controles sanitarios y restricciones a las fumigaciones llevadas a cabo alrededor de su barrio que causaban múltiples enfermedades en sus propios hijos/as. La agrupación se hizo conocida luego de ganar, por primera vez en América Latina, un juicio contra fumigadores en el año 2012. Desde entonces exigen el juicio de “Causa Madre” por la aplicación de agrotóxicos en la zona, iba a dar comienzo en marzo de 2020 según lo informó la Cámara 12 del Crimen de Córdoba, pero no hay noticias.

Algo en común

Todos estos grupos tienen algo en común: son mujeres que se unen en una lucha que traspasa las necesidades individuales, al implicar a sus descendientes directos, aquellos más indefensos, que no pueden exigir el cumplimiento de sus derechos ya sea por su falta de entendimiento con respecto al tema o porque se encuentran desaparecidos o vulnerables ante la situación. En todos los casos, las que se encargan de la lucha son quienes los trajeron al mundo o se encargaron de su crianza en forma directa.

¿Será ésta una nueva característica en las manifestaciones sociales? ¿La lucha de madres defendiendo a sus pequeños ante distintas injusticias?

La socióloga Maristella Svampa propone cuatro matrices al momento de estudiar la tradición militante en América Latina: la campesino-indígena (relacionada con el reconocimiento de derechos colectivos y la multiculturalidad), la nacional-populista (basada en el triple eje de la afirmación de la nación, el estado redistributivo y conciliador, el liderazgo carismático y las masas organizadas), la izquierda clasista tradicional (ligada fuertemente a la concepción de antagonismo de clases y construcción del socialismo,) y, por último, la narrativa autonomista (en la que se forma un relato identitario y se fomenta la democracia por consenso a través de la formación de colectivos).

Ahora, pensando las luchas maternales de las que fuimos y somos testigos a lo largo de la historia argentina, creo que no alcanza con encasillarlas en ninguna de las matrices anteriores.

Dejan el rol pasivo y conciliador que se suele atribuir a las madres para exigir y pelear por el cumplimiento de los derechos, tanto propios como ajenos. Salen de los lugares que se les asignan y se apropian de espacios sociales que resignifican con sus protestas.

Es indudable que las mujeres tenemos un componente combativo en nosotras; acostumbradas a vivir en un mundo de hombres, en el que nuestras antepasadas tuvieron que luchar por acceder a espacios o derechos que se construían únicamente como masculinos. Un claro ejemplo de esto fueron las sufragistas, feministas que lograron el voto femenino a nivel mundial. Pero este componente se ve intensificando cuando las mujeres tienen la característica de ser designadas como “madres”. Sabemos que, debido a las concepciones machistas que impregnan nuestra sociedad, ser madre tiene un peso simbólico muy marcado, incluso más que ser padre; esto implica que las responsabilidades y exigencias son desiguales.

Militantes de la Liga Patriótica enseñando a votar, Buenos Aires de 1920. Causa madre de Ituzaingó (Córdoba);
y Madres y abuelas de la Plaza de mayo.

Más allá de las concepciones sociales que delimitan qué se espera de una madre, se reconoce fácilmente lo que mayormente incitó a la creación de las distintas agrupaciones fueron problemáticas que responden a un mismo sistema: el capitalista. En su mayoría, por crisis económicas; siendo de esa manera cómo funciona el capitalismo, entrando en crisis cada tanto. No es un sistema estable y mucho menos beneficioso para gran parte de las sociedad. ¿Por qué lo continuamos implementando? Su continua implementación se debe, por una parte, a que nunca se gana lo suficiente para salir del círculo de explotación capitalista, con la presión del hambre y la desocupación creciendo a cada momento.

Por otra parte, también existe una falta de conocimiento colectivo sobre posibles alternativas y nos preguntaremos: ¿existe la posibilidad de llevar a cabo otra forma de desarrollo? Las teorías políticas del desarrollo dicen que sí, si nos enfocamos en las posibilidades de cada país y no en la competencia internacional entre desarrollados y subdesarrollados (respecto a eso, sería hora de dar cuenta sobre cómo los llamados “desarrollados” lo son porque han explotado histórica y sistemáticamente a los subdesarrollados).

Si valoramos, por ejemplo, otras cosas que no sean el capital y cuánto puedo acumular, formas de subsistencia colectivas que no marginen ni excluyan a tantas personas.

Otra forma de desarrollo es posible mediante ideas emergentes como la soberanía alimentaria, que defiende que cada persona tiene derecho a sembrar lo que desea consumir, además del acceso al alimento de toda la población mundial. Dejar de ver a la naturaleza como un objeto explotable, que es útil si satisface necesidades humanas y comenzar a tratarla en base a sus valores intrínsecos. Esta es otra temática en la que resaltan las madres, al negarse a alimentar a sus hijos con transgénicos y derivados e impulsando luchas contra fumigadores de gran peso.

Este modelo capitalista, sustentado durante años por el extractivismo, cada vez agota más sus recursos. No todo en la naturaleza son bienes renovables y la contaminación está alcanzando niveles peligrosos.

Las manifestaciones sociales son una manera de favorecer la democracia, al permitir la pluralidad de voces y el debate público; además, ponen sobre la mesa temáticas que no salen desde organismos oficiales. La democracia deliberativa asegura la participación y pluralidad de voces; además de que le brinda un espacio seguro a las minorías que, ante sistemas más amenazantes con base en la negociación, pierden ante la tiranía de la mayoría. También favorece la difusión de principios en la vida pública que pueden conseguir mejores resultados para dichos grupos minoritarios.

Todo tiene relación con el derecho a la libertad de expresión, que no solo implica expresarse, sino que alcanza su significado práctico cuando alguien está dispuesto a escuchar. Si se tiene en cuenta que el principal garante es el Estado, no alcanza con que se permitan los espacios e instrumentos para la expresión de información y opiniones, sino que también se vuelve necesaria la escucha.

Puede concluirse que a lo largo de la historia argentina se demuestra que los estados violan derechos cuando no proveen a algunos los bienes indispensables para vivir o no exige que se cumplan las leyes. Pero estas madres estuvieron, están y estarán ahí para recordárselos.

(*) Estudiante avanzada en la Lic. En Comunicación Social, en la Universidad Nacional de San Luis. Pasante en investigación y en trabajos de extensión.

Bibliografía y fuentes:

Svampa M. (2019) Las fronteras del neoextractivismo en América Latina. Conflictos socioambientales, giro ecoterritorial y nuevas dependencias. Alemania: Calas.

Gargarella, R. (2005) Cómo argumentar (y sobre todo cómo no hacerlo) frente a situaciones de conflicto social. La doctrina argentina frente a la protesta. En El derecho a la protesta. Bs. As.: Ad-Hoc.

Sznol, F. E. (2007) Geografía de la Resistencia. Protesta social, formas de apropiación y transformación del espacio social en la Argentina (1996-2006). Revista Theomai. N°15.

Elster, J. (1998) La democracia deliberativa. Barcelona: Gedisa.

Astarita, R. (2013) ¿Qué es el capitalismo? Una introducción a la critica de la economía política. Bs. As.: Edición autogestionada.

Fuentes sobre los movimientos de madres:

http://rc000180.ferozo.com/historia/

http://www.eurosur.org/FLACSO/mujeres/argentina/orga-1.htm

http://www.ligadeamasdecasa.org/lac/historia/

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