Notas Centrales, San Luis, Tertulias de la Aldea

RÉQUIEM

Por José Villegas

El término está ligado a lo religioso, con concepciones diversas. En este caso, expresa el deseo de que quien ha muerto tenga un “descanso eterno”. Un descanso merecido, justo.

Había nacido en un ambiente rural de Santiago de Cuba el 13 de agosto de 1927, hijo de padre español y madre criolla. De padre terrateniente pequeño burgués y madre guajira analfabeta, quien aprendió a leer y escribir cuando sus dos hijos varones, ya formados intelectualmente, se turnaban para enseñarle. Actos de justicia y de gratitud, pues gracias al tesón y la perseverancia de una madre frente a un padre desinteresado en ese tema, esos hijos pudieron educarse.

Así, a los ocho años, el primogénito de los cuatro hijos de Ángel Castro y Lina Ruz ingresa al prestigioso y costoso Colegio La Salle regenteado por los sacerdotes maristas donde permanece pupilo sólo por tres años, pues se produce un hecho que ya empieza a indicarnos el perfil de aquel púber rebelde: será a fines del primer trimestre de 1937, cuando tras cuestionar a un profesor, éste lo abofetea en plena clase y, ante la intención de una segunda bofetada, el niño le toma la mano y… ¡se la muerde! La expulsión es inmediata.

Don Ángel dispone el fin de la escolaridad del desacatado y nuevamente será su madre quien deberá buscar otra institución en la que acepten su ingreso, tarea difícil teniendo en cuenta el escándalo ya diseminado por todo el pueblo. Es aquí cuando, por esas ironías de la historia, este semiadolescente inquieto, determinado y soñador, comienza con su formación intelectual, tan sólida como brillante de la mano de los padres jesuitas del Colegio Dolores de Santiago.

Y pasaron los años, intensos, escabrosos, difíciles, horrorosos pero también gloriosos, que lo llevaron de la juventud a la adultez y la vejez, siempre recordando y ponderando las enseñanzas de aquellos curas de San Ignacio.

He considerado especialmente en este texto hablar de esa faceta, tal vez poco conocida, de aquel niño que luego el devenir convertiría en un ser conocido y reconocido en el planeta entero, un hombre legendario, revolucionario, gigante, quien desde cualquier instancia del tiempo será amado y odiado precisamente por lo que hizo. ¿Y qué hizo? Comprender, pero luego también modificar la realidad de su país expoliado, humillado, atrasado, devastado, para convertirlo en una República Independiente y Soberana.

El 26 de julio de 1973, en pleno proceso revolucionario, en uno de sus tantos maratónicos discursos en Santiago de Cuba, Fidel le dice a la juventud: “A los jóvenes me dirijo especialmente en este instante. A ellos ha consagrado la Revolución el máximo de su esfuerzo y en ellos ha puesto sus mayores esperanzas. Para las nuevas generaciones se trabaja con verdadero amor, para ellas se realiza fundamentalmente la Revolución”.

El 25 de noviembre de 2016 moría el inmortal. Y, mientras los profetas del odio festejaban su muerte en las calles de Miami, los pobres, los huérfanos, los nadie y también los redimidos y justos del mundo, lo lloraban.

El Comandante Fidel Alejandro Castro Ruz supo de la lealtad, la generosidad y el afecto a su pueblo y a sus amigos. Y, ahora observo en la pared de mi escritorio un cuadro (regalo de mi hijo menor) que contiene un collage de imágenes donde lo veo con algunos de esos amigos, pues faltan muchos más.

El joven Fidel Castro junto a su hermano Raúl y Camilo Cienfuegos, 14 de marzo de 1957. (AP)

Pero puedo identificar a su lado a Raúl Castro, al Dr. Ernesto Guevara De La Serna, Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, Yuri Gagarin, Nikita Kruschev, Malcom X, Mohamed Alí, Camilo Cienfuegos, Ernest Hemingway, Salvador Allende, Diego Maradona (también fallecido un 25 de noviembre), Hugo Chávez, el Gabo García Márquez y el Papa Francisco, entre otros.

Tan sólo un día después de su muerte, el 26 de noviembre de 2016, el gobernador de la provincia argentina de San Luis, Dr. Alberto Rodríguez Saá ordenaba y rubricaba el Decreto N° 7734 SGG, el cual transcribo textualmente:

San Luis, 26 de noviembre de 2016:

Visto:

El fallecimiento del ex Presidente de la República de Cuba Comandante FIDEL ALEJANDRO CASTRO RUZ, acaecido el 25 de noviembre del año 2016; y,

CONSIDERANDO:

Que el Gobierno de la Provincia de San Luis, mantiene estrechos vínculos de cooperación con la República de Cuba;

Por ello y en uso de sus atribuciones;

EL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA

DECRETA:

ART. 1°-Declárese tres (3) días de duelo provincial con motivo de expresar el profundo dolor del Gobierno y del Pueblo de la Provincia de San Luis por el fallecimiento del ex Presidente de la República de Cuba, Comandante FIDEL ALEJANDRO CASTRO RUZ.

ART. 2°- Disponer que las Banderas Nacional y de la provincia de San Luis permanezcan izadas a media asta en los edificios de las Dependencias Públicas Provinciales ,a partir de la fecha y por el término de tres (3) días.

ART. 3°- El presente Decreto será refrenado por el señor Secretario General de la Gobernación.

ART. 4°- Comunicar, publicar, dar al Registro Oficial y archivar.

Alberto José Rodríguez Saá