La Aldea y el Mundo, Notas Centrales

Gorbachov y el fin de la URSS

La historia Mijaíl Gorbachov, un personaje respetado en el mundo Occidental y mal recordado por los más férreos defensores del nacionalismo soviético

Por Guillermo Genini

La Aldea Contemporánea

El 25 de diciembre de 1991 Mijaíl Gorbachov, frente a una azorada audiencia televisiva del Estado más grande del mundo, dio el discurso más importante de su vida: anunció su renuncia como Presidente de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). De hecho este discurso significó el fin de la experiencia soviética y, por lo tanto, es considerado como uno de los momentos más importantes de la Era Contemporánea. En él dio cuenta que pese a sus intentos de reformas, el devenir de la historia de la URSS no pudo ser cambiado. Sostuvo que pese a sus intentos de mantener la unidad “los acontecimientos siguieron otros caminos: predominó el rumbo del desmembramiento del país”.

¿Quién era esta figura que protagonizó este crucial momento de la historia mundial? Sin duda que Gorbachov será recordado como uno de los personajes más destacados y contradictorios de la política internacional del siglo XX.

Denostado por quienes creyeron (y creen) en el socialismo real, y exaltado por quienes sostienen que ejerció un rol fundamental en la caída de URSS y que contribuyó a un mundo más seguro, reconocido cuando se le otorgó el premio Nobel de la Paz en 1990.

Dirigió los que sería los últimos y decadentes años de existencia de la Unión Soviética como Secretario General del Comité Central del Partido Comunista desde marzo de 1985, y fue el primer y único Presidente de la URSS elegido por votación en 1990 como parte de su política de la perestroika y la glásnost.

Una joven promesa

Mijaíl Serguéyevich Gorbachov nació el 2 de marzo de 1931 en Privólnoye, en la región de Stávropol, en el suroeste de Rusia, en el seno de una familia campesina. Por su origen puede afirmarse que sus posibilidades de ascenso social y político eran remotas.

Miembro de una familia trabajadora de una región agraria y marginal del inmenso territorio ruso, su futuro no debía ser diferente al de millones de jóvenes nacidos ya en la Unión Soviética.

Su familia tenía origen ruso-ucraniano. Su padre, Sergey Andreyevich Gorbachov, trabajó con cosechadoras y participó como soldado en la Segunda Guerra Mundial. Su madre, María Panteleyevna Gopkalo, era una campesina que trabajaba en una granja colectiva. De niño, Mijail fue criado principalmente por sus abuelos maternos y experimentó la hambruna soviética de 1932-1934. Casi la mitad de la población de su pueblo natal murió de hambre, incluyendo a tres de sus tíos.

Tras vivir los trágicos años de la Segunda Guerra Mundial en su tierra natal que fue atacada y ocupada por los nazis, durante su adolescencia Gorbachov comenzó a labrarse un futuro propio. Gracias a su disciplina y gran capacidad intelectual, estudió mientras trabajaba como aprendiz en una estación de tractores de una granja colectiva. Formó parte de la Unión Comunista de la Juventud (Komsomol) junto a sus compañeros de trabajo y estudio.

Un giro en la historia

Su vida tuvo un giro trascendental cuando obtuvo una beca para estudiar derecho en la Universidad Estatal de Moscú a donde llegó en 1950. Allí, el joven campesino y provinciano se destacó por su personalidad sociable y humanista. Sus compañeros lo recuerdan más preocupado por establecer vínculos personales que por cumplir las premisas emanadas del Partido Comunista al cual se afilió en 1952.

En la universidad conoció a Raísa Titarenko, una estudiante de Filosofía con quien se casó en 1953. Tras graduarse en 1955 en Derecho y Filosofía respectivamente, el matrimonio decidió retornar a Stávropol en donde Gorbachov empezó su carrera profesional y política. Entre 1955 y 1962, desempeñó cargos dentro del Partido Comunista, primero como Secretario del Comité del Komsomol de Stávropol y luego en la jefatura del PC de Stávropol, en donde nació su única hija, Irina, en 1957.

Su ascenso político fue paralelo a su especialización en temas agrarios, ya que se interesaba en las reformas que pudieran mejorar la producción de su región natal. Tras ocupar varios cargos dentro del PC de Stávropol fue elegido finalmente Secretario General de su comité en 1970 y en 1971, entró en el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. Desde este cargo comenzó a viajar frecuentemente a Moscú donde se reencontró con varios de sus ex compañeros de la universidad.

El auge político

Como máximo funcionario del poder en la región de Stávropol, Gorbachov comenzó a aplicar métodos innovadores en la agricultura. Estas actividades le ganaron un gran reconocimiento y en 1978 fue trasladado a Moscú con el fin de hacerse cargo de la supervisión del sector agrícola a nivel nacional.

Con su regreso a la sede del poder soviético comenzó su rápido ascenso al poder. Si bien no sobresalía como orador, pues sus habilidades comunicativas eran limitadas, tenía un excelente manejo en el trato interpersonal destacándose por su simpatía y amabilidad. Sabía lo que la audiencia quería oír y adaptaba sus discursos a las circunstancias y a sus interlocutores. Estas habilidades lo llevaron a ser elegido en 1980 miembro del Politburó, máximo órgano del poder ejecutivo de la URSS.

Tras la muerte del Premier soviético Leonid Brézhnev en 1982, se generaron las condiciones favorables para su política reformista que ya había ensayado con cierto éxito en el campo agrario.

Con el apoyo de Yuri Andrópov, nuevo líder de la URSS entre los años 1982 y 1984, Gorbachov se convirtió en uno de los políticos más visibles y activos del Politburó. De hecho, su figura comenzó a ser conocida a nivel internacional dentro de la cual se lo calificaba como un reformista culto, trabajador y humanista, pero además como un político ambicioso, narcisista, astuto y manipulador.

Junto a Andrópov, quien también había nacido en Stávropol, fue el encargado de iniciar algunas reformas económicas y administrativas de un sistema soviético que ya mostraba alarmantes signos de agotamiento interno. Su estrategia consistía en aumentar la eficacia de la gestión sin cambiar los principios de la economía socialista. La tendencia del nuevo gobierno a reemplazar a viejos políticos por nuevos ministros, en la mayoría de los casos por especialistas jóvenes, favoreció la posición reformista que representaba Gorbachov.

Sin embargo, con la sorpresiva muerte en febrero de 1984 de Andrópov, el gobierno de la URSS recayó en manos de Konstantín Chernenko, un miembro de la vieja guardia del Politburó del Partido Comunista. Si bien Andrópov ya había mostrado su intención de ser sucedido por Gorbachov, la figura del reformista despertaba serias dudas en la dirigencia comunista. Su reticencia era evidente y se prefirió elegir a Chernenko, quien padecía una enfermedad terminal, pero que representaba la tendencia tradicional del poder soviético, antes que arriesgarse a un camino incierto de cambios.

Pese a ello, la figura de Gorbachov mantuvo un creciente número de adeptos dentro del Politburó y se posicionó como una alternativa ante un eventual cambio generacional. Así, cuando en marzo de 1985 Chernenko murió, inmediatamente Mijaíl Gorbachov fue elegido Secretario General del Comité Central del Partido Comunista de la URSS, cargo que lo invistió como líder supremo del país.

El principio del fin

Al llegar al poder, en medio de una enorme expectativa internacional, Gorbachov anunció que su principal objetivo eran las reformas. Así hizo su aparición un nuevo concepto, la “perestroika”, que literalmente significa “reconstrucción” en ruso.

Esta nueva política correspondía a la estrategia de reorganizar y modernizar tanto la esfera económica como política de la URSS. Su aplicación se contextualizaba en la urgente necesidad de sacarla del atraso tecnológico y militar en que había caído frente a Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría. Pero además, era evidente que los indicadores sociales mostraban que la población soviética había entrado en una etapa de estancamiento en sus condiciones de vida.

En el sector económico, la perestroika suponía introducir en la URSS varios elementos de la economía de mercado, en especial la independencia comercial y la autogestión financiera. De esta manera se esperaba mejorar la producción de manufacturas y generar la aparición de cooperativas de trabajo, antecedentes de empresas privadas.

Desde la aplicación de la NEP de la década de 1920, se comenzó a plantearse la autorización a la iniciativa privada y la anulación de las restricciones para las operaciones con divisas extranjeras. Así, surgieron restaurantes, tiendas y otros negocios particulares, al mismo tiempo que comenzó la reestructuración de la mayor parte de las empresas públicas.

Este camino reformista debía estar guiado y controlado por el Estado socialista, el que poco a poco debía dejar de ejercer la centralización y planificación de la asignación de recursos y precios, para permitir un mayor grado de apertura económica.

En el aspecto político, la perestroika trajo consigo un segundo concepto, “glásnost”, es decir, transparencia y libertad de expresión. Con esta medida, Gorbachov deseaba dar más libertad a la población soviética. Se liberaron a presos políticos y se permitieron las manifestaciones de protesta en las calles. La censura se suavizó, se redujo el control del Partido Comunista sobre los medios de comunicación y la producción artística. Finalmente hacia 1988 comenzó a aparecer la prensa independiente, se permitió la transmisión de programas radiales occidentales y se planificaron las primeras elecciones libres.

Estos profundos cambios, sumado a una evidente etapa de distensión con Estados Unidos y el fin de la Guerra Fría, convirtieron a Gorbachov en una figura de gran popularidad en Occidente, mientras que al interior de la URSS comenzaba una etapa de duro cuestionamiento a su gobierno. Con la caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989, Gorbachov ya no podría escapar a un proceso que él mismo había desatado y que pronto llevaría a la disolución de la URSS, a fines de 1991.