Reportajes

María Victoria García- 22-01-2023

Me llamo María Victoria García, tengo 47 años, nací en Capital Federal, actualmente resido en Villa Mercedes. Mi madre se llama Graciela Meregalli, ella fue profesora de actividades prácticas en un principio, docente en tecnología después, mi padre es Jorge Alberto García, empleado administrativo, tengo un hermano mayor que se llama Pablo Javier García, otra hermana, por parte de padre, que se llama Sofía, de 23. Estoy en pareja con Jorge, tenemos un hijo, Lucas, de 7 años, que fue muy buscado y deseado por los dos. Jorge a su vez tiene dos hijos de su ex matrimonio, Julieta de 21 y Álvaro de 17 años.

Tuve una infancia muy feliz, la familia muy cerca nuestro, mis abuelos y mi tía vivían en el mismo edificio donde nosotros estábamos viviendo, recuerdo mucho el club de barrio donde pasábamos gran parte del día, éramos muy deportistas con mi hermano, en verano las colonias de vacaciones, la buena relación que teníamos con mis cuatro abuelos, fue fundamental en mi infancia, nos llevaban de vacaciones con ellos.

Recuerdos de jugar al carnaval con el bombero loco, a fin de año cortábamos papelitos y embolsábamos y cuando eran las 12 de la noche los tirábamos de la terraza. Muy linda infancia.

La parte social siempre fue para donde me incliné, cuando terminé el secundario estudié educación física, no terminé, estudié trabajo social, no terminé, despachante de aduana, no terminé, y es como que siempre quedó algo pendiente en mí, eso de ayudar y estar tan pendiente del otro, era algo innato. Después tomé otros rumbos, pero siempre me gustaron los trabajos independientes, eso de no estar atado a un lugar.

De mi profesión lo que más me gusta está relacionado con los niños (autismo, adicciones y adultos mayores) en la actualidad estoy trabajando en un acompañamiento en adicciones y por otra parte con un adulto mayor con Alzheimer.

El haber llegado a esta provincia fue una bisagra en mi vida, la facultad me cambió, me abrió la cabeza, me dio herramientas para ayudar a mi hijo y también una gota de juventud y ánimo para seguir adelante.

Me defino muy emprendedora, muy empática, en demasía, a veces me pasa esto de no tener límites en los horarios, de decir hasta acá si o hasta acá no, es que a mí me gusta involucrarme en el problema de los pacientes, no hay forma que a mí me dé lo mismo.

Me emocionan los logros de los demás, el de mis pacientes, pero por sobre todo el de mi hijo, cuando me dice “mamá lo logré”, eso me emociona muchísimo. Me apasiona el ayudar, el acompañar, el estar. Me enojan las situaciones injustas, esto de la pandemia con la salud pública que no atendía las otras enfermedades, eso me enoja, porque habrá quienes pueden ir a lo privado pero hay muchas personas que no lo pueden hacer, no pudieron seguir con sus tratamientos oncológicos, y eso a mí me molestaba.

Soy de escuchar mucha música, lo tranqui, la cumbia, rock nacional. Me gustan las películas nacionales. Ahora estoy leyendo el libro feminista “Solas pero acompañadas”.

En mi tiempo libre hago mucho deporte, bicicleta, natación, y también juntadas con amigos.

Siempre valoro mi infancia, feliz y tranquila, mis viejos siempre fueron muy trabajadores, eso también me lo inculcaron. Entendí que hicieron lo que pudieron.

La amistad es muy importante, son un sostén fundamental en esta época, esta etapa de mi vida, con un grupo abierto donde nos contamos todo. Eso es muy sanador.

A mí me lo dio todo San Luis, pude emprender, pude comprar, pude tener mi casa. Algo que me pasa en esta época con el tema de la salud es que los Acompañantes Terapéuticos queremos pertenecer al sistema de salud pública, participar, aportar, en educación que tampoco se nos da lugar para insertarnos en esa institución, eso es como que le falta. En todo lo demás yo siento que esta provincia me lo dio todo, porque yo pude surgir, vine con ideas y las pude desarrollar acá. Soy súper agradecida.