Expresiones de la Aldea, San Luis, Tertulias de la Aldea

La evolución de los relojes: del sol a los engranajes

Por Sebastián Reynoso

Algo que preocupaba a las personas desde los primeros tiempos era la necesidad de medir el paso del tiempo. Por esa razón, se inventaron los relojes. Esta preocupación se basaba en distinguir entre el día y la noche, cuando salía el sol y cuando desaparecía.

Con el tiempo, se comenzaron a dividir las horas de día y de noche. En diferentes culturas del mundo, se observó que la llama de una vela tardaba cierto tiempo en quemarse, lo que llevó a medirlo. Así surgió un cálculo matemático y se dividieron los días en horas.

Los primeros relojes que se inventaron fueron los relojes de agua, conocidos como clepsidras. Estos relojes medían la cantidad de gotas que caían y formaban una hora. Cuando se llenaba de un lado, se daba vuelta. Luego, se sustituyó el agua por arena, y así surgieron los relojes de arena. Sin embargo, se encontraron problemas en su uso.

En un barco, ninguno de estos mecanismos funcionaba correctamente debido a las condiciones casi estáticas que debían mantenerse para que fueran regulares. Fue entonces cuando alguien, posiblemente un herrero, descubrió que al estirar un metal y enrollarlo, se podía crear un dispositivo que se comprimía y volvía a su forma original si tenía ciertos componentes.

Esta idea aparentemente trivial dio lugar a juguetes de cuerda, con un espiral que se iba ajustando y luego se soltaba. Transmitían una fuerza uniforme a través de un solo elemento, lo que hacía funcionar el juguete, como un autito o un camioncito. En la antigüedad, se comprendió que esta fuerza constante movía un engranaje, que a su vez transmitía el movimiento a otro engranaje.

Uno de esos engranajes representaba los segundos, otro los minutos y otro las horas. Esto resolvió el problema de los relojes en alta mar, que era una gran preocupación para los marineros. Antes, podían marcar un tiempo específico cuando aparecía una estrella en el cielo, la cual también les servía para navegar y marcar su rumbo en el mar.

Reloj de arena en la película el “Mago de Oz”. Crédito: Silver Screen/Getty.