Expresiones de la Aldea, San Luis

Escribir desde el interior

Noches, bosques y silencios atravesados desde diferentes latitudes hasta germinar en la literatura de Merlo, La Toma, Cortaderas y Carpintería. Cuatro voces que dan fe

Por Matías Gómez

Sixcelis Ramírez

“…El cielo se llena de pájaros oscuros/ya no saben a qué lugar van/ a volar rumbo vertical/ a ver dónde llegan/ el arroyo escapa/ el sol quema con rabia/ el frío llena de hielo los huesos/ sin misericordia/ el mar está quieto…”, escribió Sixcelis Ramírez durante esta pandemia y se presenta desde Piedra Blanca Baja, Merlo.

“Nací en Caracas, Venezuela y comencé a escribir en 2014 cuando me mudé a la Argentina. Escribir fue una necesidad en un principio. Nunca proyecté escribir poesía. Empecé un diario para sacar todo, y poco a poco, me di cuenta de que esa necesidad se estaba convirtiendo en poesías. Justo cuando llegué a Merlo se dio ese momento mágico”, indica la autora de 33 años.

“Soy artesana y esta pandemia ha sido dura, pero uno tira para adelante como sea. Con mi compañero y mi hija chiquita, en paralelo con la ayuda de la asignación familiar y de la Tarjeta Alimentar, intentamos autoproducirnos en lo que podíamos y, como dicen ustedes, zafamos. Vivo en el campo con animales, huerta, no veo tele y escucho radio cada tanto”, describe.

“Mi primer poemario se llama ¨Pelo Malo¨y tiene una temática caribeña. Viene de un nombre que se usa en Venezuela pero los temas y personajes que abordo son vivencias universales. Todavía no lo he publicado.

Dentro de poco tengo pensado hacer una edición independiente y ya estoy empezando a escribir el segundo poemario. Esta pandemia me abrió un espectro enorme para hacerme muchas preguntas y plantearme muchas cosas en la escritura, entonces se podría decir que me sirvió para escribir nuevos poemas pero planteados desde otro lugar diferente”, señala Sixcelis quien ha participado de los talleres de escritura que coordina Silvia Álvarez en la Casa del Poeta.

“Cuando llegué a Merlo, en cuanto a espacios culturales, había pocas propuestas, ahora me doy cuenta de que hace algunos años hay más lugares para hacer talleres, presentar trabajos artísticos y más oportunidades”, destaca.

“La lectura y la escritura son para mí como brazos, porque la escritura me llevó a indagar más en la lectura. Hace poco, en un club de lectura que organizamos estuvimos leyendo ¨Mujeres que corren con lobos¨ de Clarissa Pinkola Estés. Ese es un libro que lo releería y recomendaría porque me parece muy interesante, sanador y profundo”, sugiere la poeta.

Juana Gómez

“Vivir en La Toma es para mí tranquilidad, estar rodeada de un paisaje único y maravilloso. Un lugar misterioso, encantado, como salido de un cuento, con su castillo y su historia y su gente amable y bondadosa, donde mi trabajo es también mi familia, ya que después de tantos años todos nos conocemos y nos ayudamos. Un lugar donde sobresale el trabajo en equipo y la libertad para llevar a cabo los distintos proyectos”, reflexiona Juana Gómez quien es docente en la Escuela Técnica N°28, hace 23 años.

“Nací en Sáenz Peña, Chaco, en el seno de una familia muy pobre y de mucha violencia doméstica. Soy la séptima de nueve hermanas y como a mí me gustaba mucho estudiar mi madre accedió que me fuera a vivir con mi hermana mayor, María, quien a partir de ese momento se transformó en mi segunda madre”, recuerda.

“Cuando finalicé segundo año de la secundaria surgió la propuesta de irme a vivir a Villa Dolores con la exdirectora de la escuela primaria. Mi madre me autorizó porque ella le aseguró que me haría estudiar y me trataría como a una hija. Pero esto no fue así y sola a los 14 años me hice adulta.

Decidí comenzar a trabajar con una hermosa familia, los Esteban, quienes me daban la tarde libre para que pudiese estudiar. Terminé el bachillerato en la escuela Normal con muy buen promedio, lo que me permitió continuar el profesorado en Letras en el Instituto Superior Juan V Brizuela”, detalla la autora que a comienzos de este año fue premiada con la docente Alicia Garcés en el concurso “Mujeres Puntanas”, por la historia “La doctora del pueblo”, inspirada en la destacada pediatra de La Toma, Nora Isabel Allende.

“Cuando estaba cursando el segundo año del profesorado me casé porque estaba embarazada y mi esposo estaba haciendo el servicio militar y necesitaba salir de baja para formar nuestra familia. Tuve a mi primera hija en marzo por lo que decidí no cursar ese año, pero sí ponerme al día con todas las materias.

Al año siguiente continué y me recibí. Tuve a mi segunda hija y comencé a trabajar en Santa Rosa. Viajaba todos los días. A veces me tocaba hacer dedo y sufría porque mis hijas eran muy chiquitas. El año 1998 fue un año de cambio total, me trasladé con toda mi familia, mis dos hijas y mi esposo a La Toma, donde resido hasta el momento y tuve a mi hijo y a mi hija menor. Me gustan demasiado las plantas y realizar deportes. Soy la madre de tres deportistas destacados en fútbol y atletismo”, apunta la escritora que durante esta segunda ola de la pandemia ha participado en diferentes concursos literarios.

“La lectura y escritura siempre estuvieron presentes en mi vida. En la escuela primaria y secundaria siempre me elegían para leer o escribir o actuar pero la necesidad de escribir surge a medida que realizaba los diferentes proyectos con mis alumnos. Por ejemplo, si ellos participaban en cuentos, yo escribía el mío para mostrarles cómo escribirlo”, explica.

Liliana Mainardi

“La pandemia me ha ayudado para ponerme al día con lecturas y correcciones pendientes, en parte ha sido productiva. Por otro lado, en el monte donde vivimos no he sentido tanto el encierro sino la necesidad de estar afuera, en el jardín, como aprovechando la contención que nos ha dado la naturaleza. Pero no ha cambiado mucho mi hábito de escribir durante la noche, cuando uno está más cerca del silencio”, explica la poeta Liliana Mainardi que vive en Cortaderas. 

Pronto presentará su quinto poemario “El sentido de la noche”. “Este libro nace después de un largo desierto de palabras, que es un proceso que uno atraviesa con mucha dureza pero se sobrelleva con lecturas.

Pasó como un año y de pronto se empieza a escribir este libro que tiene una cadena de poemas sin títulos, sino hermanados con números. Es diferente a los anteriores porque como que los poemas se escribieron solos, después de leer dos veces seguidas los ¨Poemas de la locura” Friedrich Hölderlin”, resume.

“Vivir al pie de la sierra es como un sueño que quizás uno de pequeño ha tenido. Es un lugar que tiene sus encantos, ya que todo el tiempo uno se da cuenta de que está vivo de alguna manera, porque te pinchás o el viento rompe cosas, y a veces el clima es hostil. Hay días en que te quedás y otros como que te echa. Es para darse cuenta que uno es parte de la naturaleza”, expresa Liliana que además coordina la “Mesa Abierta de Libros” y el grupo “Palabras al pie de la sierra”.


Jorge “Salavike” Junka

“Carpintería me cambió la vida. Vengo de Buenos Aires donde uno vive vertiginosamente, sin pensar o, mejor dicho sin sentir, porque uno está pensando todo el tiempo y siente muy poco. Me llevó tiempo pero pude salir de ahí”, comparte Jorge que nació en el delta del Tigre y eligió el nombre “Salavike” en honor a un cacique comechingón.

“Esta pandemia para mí fue un año de crecimiento interno, espiritual y artístico. Ya que al tener cerradas las puertas de mi hostería para atender a la gente tuve que reinventarme vendiendo esculturas. Logré hacerlo y me sirvió para mantenerme activo, además de mantenerme económicamente para poder publicar mi segundo libro. Así que sinceramente no puedo quejarme”, expresa el escritor y artesano de la madera que vive en San Luis desde 2013 y ha publicado “Un grito en el bosque” más “Sucesos que dejaron huellas… y algunas cicatrices”.

Jorge confía en la espontaneidad y naturalidad para crear. “Tanto la escultura como la escritura me salen de la misma manera. No le doy mucho trabajo, escribo lo que siento, y luego lo comparto con mis amigas que son profesoras. También me gusta relatar de la misma forma que relataba Galeano dándole tiempo a los silencios, jugando con las pausas. Entonces, más que trabajar le doy pausas para que mis textos se transmitan casi por si solos”, aclara “Salavike” que gerencia la Hostería Altos de Carpintería.